Con este nuevo artículo, “Lo central o fundamental y lo múltiple en Aikido”, nuestro Sensei Ishana Pérez nos aclara lo esencial en la práctica del Aikido, que muchas veces para nosotros los alumnos es un mar de dudas y de retos de cómo afrontarlo por tantos puntos de vista que hay para practicarlo.
Es un escrito bastante esclarecedor, porque a lo largo de él nos va describiendo cada principio y la relación que tienen entre sí, cosa de agradecer para ver su conexión y la estructura que cada uno tiene.
Al parecer, éste artículo fue fruto de una conversación con una alumna, que estaba un tanto apabullada por tanto detalles con el Kihon (las técnicas) y que no conseguía poner orden en su mente para comprenderlo, esperamos que ahora con ésta guía haya más comprensión y le sea más fácil a nuestra compañera su asimilación.
Para las personas que quieran acercarse al Aikido, es una buena guía para orientar sus pasos al iniciar la práctica, un mapa siempre es de agradecer cuando uno inicia una aventura por caminos que desconoce.
Si uno solamente se centra en lo múltiple, es decir, detalle, más detalle sin lo esencial, se va a perder porque no tiene una base donde fundamentar el trabajo que realiza cada vez que practica, con el objetivo de darle un orden al aprendizaje, como al dominio corporal de los distintos fundamentos que componen el Arte del Aikido.
Por eso es importante centrarse en los principios básicos y ver lo múltiple desde ahí, esto dota al estudiante de una visión muy distinta, porque digamos que tenemos el armazón del Aikido y solo hay que ir vistiéndolo con sus diferentes partes: Kamae, desplazamientos, rodamientos, Waza, etc., al hacer éste relleno vamos comprendiéndolo y asimilándolo.
¿Y cuáles son esos principios que compone ese esqueleto?
Los principios fundamentales en Aikido son 4:centralización, expansión, control y esfericidad, con estos principios–cimientos, se puede edificar la técnica y la filosofía del Aikido, que por otro lado, si analizamos cada movimiento o actitud que tengamos al practicar, veremos que están presentes de forma inexorable en nuestro hacer.
El primer principio es el de centralización, que es de donde parte todo, digamos que él da vida a los otros tres, es lo Uno, Aquello de donde mana la multiplicidad que a veces tanto nos confunde. Obsérvese que dentro de los cuatro principios fundamentales, a su vez, hay una síntesis en uno, que es lo realmente esencial.
Por lo tanto desde que se pise por primera vez un tatami hay que hacer hincapié en el desarrollo del Hara y del Haragei, que es el proceso de desarrollar el Hara, y que es donde desarrollamos el principio de centralización.
No es un concepto de fácil abordaje porque para la mayoría es ignoto, pero dentro de la tradición y dependiendo de la disciplina, -porque éste concepto no es exclusivo del Budo, sino que se extiende a cualquier campo tanto religioso como filosófico en toda Asia-.
Cada disciplina ha desarrollado sus propios métodos en función de sus objetivos, pero hay que destacar que cualquier tradición fundamenta su desarrollo con tres tipos de ejercicios:la meditación, la concentración y la respiración.
Digamos que el lema que sustenta éste desarrollo es que “el espíritu es el amo y la mente conduce al cuerpo,” reafirmando el axioma universal de que “el espíritu ordena la materia,” y esto solo se puede conseguir con una acción transformadora.
Por ejemplo, a los samuráis les impresionaba como los monjes del monte Heia se lanzaban al combate con una total resolución y sin temer a la muerte, de ahí, se interesaron y adquirieron el dominio del Haragei para integrarlo en las distintas disciplinas que practicaban por su condición de guerreros: Kyujutsu, Kenjutsu, Sumo, Jujutsu, Kiaijutsu, etc., que luego, se ha derivado a las disciplinas modernas como el Aikido, Kyudo, Judo, Karate – Do, etc.
Ésta estabilidad interior, (que sería el aspecto interno del Arte), si se entiende bien y se aplica correctamente produce unos efectos notables en la mente del practicante, al igual que en el cuerpo, que sería la parte externa del Arte, esa centralización comienza por situar nuestro centro de gravedad (Tanden) en el bajo vientre para poder desplazar el cuerpo con estabilidad y unidad en el espacio, bien sea con las manos vacías o con un arma, eso significa una estabilidad equilibrada y una flexibilidad relajada.
Este equilibrio es un alineamiento vertical del cuerpo con el eje perpendicular de gravedad, que es la línea imaginaria que atraviesa el cuerpo y nos sirve tanto al entrar como al girar, y es el sostén al movimiento. Sin él es imposible conseguir estabilidad y efectividad, siendo ésta centralización un estado fluido entre el descanso y la acción, al igual que la disponibilidad de mantenerla y aplicarla en la dinámica.
Sin desarrollar ésta centralización tampoco obtendremos un buen Kamae, y sin esa base, es difícil fundamentar los desplazamientos y la Waza.
También hay que desarrollar la capacidad de conectar nuestro centro con el del compañero, porque si eso no se produce, no podemos aplicar AI – KI, y eso significa que haremos un Aikido chusquero, que es poco refinado o poco sensitivo, y muy orientado a una defensa personal de agarra aquí y te voy a pegar por allá.
Como conclusión a esta breve exposición del principio de centralización, decir que la centralización está íntimamente ligada al desarrollo de las facultades y a la eficacia en la práctica, eso significa dos estadios para el alumno para desarrollarlo, el primero es un trabajo a nivel consciente y de fijación de todos los conceptos del Aikido, en especial el de situar el centro tanto físico como mental en el bajo vientre. El segundo, es inconsciente y se hace en las fases avanzadas, eso significa que ya no se necesita ningún esfuerzo consciente para mantener la centralización, simple mente SE ESTÁ, aquí ya hay estabilización, maduración y se aplican naturalmente, esto se ve muy claro en el método tradicional de Shu, Ha, Ri cuando se mira desde la técnica. Desde un punto de vista estructural, decir que es una energía que brota desde el suelo como un tornado, teniendo su origen en los apoyos de los pies y como viento que lo alimenta la acción de las caderas para desarrollar su poder, que se manifiesta en el control del propio centro como el del atacante, para llevarlo al vacío con el objetivo de reconducir la situación ofensiva.
Esta perspectiva tradicional me reafirma cada día más que en los comienzos, tanto en los aspectos internos como externos del Aikido, hay que ser muy exigente con los estudiantes para cimentar bien su evolución, y eso se hace con las cosas más simples, como pueden ser: saber estar de pie, saber sentarse y saber desplazarse, que son cosas que hacemos en la cotidianidad como en el Dojo, después a posteriori, es extensible a cualquier otro campo de la educación, hacer lo contrario es estar engañando a las personas.
El segundo principio es el de expansión o extensión, va intrínsecamente relacionada con la energía (Ki) centralizada, y ésta a su vez se desarrolla con la respiración o Kokyu. Esa energía centralizada en el Hara, es una corriente unificada que puede extenderse y ser canalizada en la acción, hay que llamar la atención, que para un occidental entiende este concepto de energía como fuerza muscular, pero para un oriental es el poder del espíritu, o como dije antes en el principio de centralización, “el espíritu que ordena la materia.” Se tarda un tiempo hasta que nosotros los occidentales renunciamos a esa fuerza física por un poder más sutil y más poderoso basado en la respiración.
Pero hay que saber que la mayoría siguen anclados en un Aikido más muscular y nada espiritual, entendiendo en éste caso como tal, la manifestación del Ki, de la energía en la acción con la técnica. Un alumno cuando comienza a trabajar con el Ki, debe de tener la consciencia de que su cuerpo es una extensión de su mente que se expande, esa sensación hay que pasarla a las piernas (está en el Kamae) y a los brazos (está en el Kokyu Ryoku) como una extensión del cuerpo que se extiende en el espacio. Si no hay esa percepción constante en la acción, es cuando se hace un Aikido más muscular que aplicando el concepto de Ai – Ki, que por otro lado, éste concepto también está relacionado cuando se trabaja con la unificación mental y corporal.
Aquí hay que llamar la atención que antes de abordar un trabajo serio con el Ki, hay que entender y desarrollar la mecánica articular, tanto inferior como superior, sin ese paso, se hace difícil un trabajo con la energía. Decir también que al ejercitarnos en la mecánica articular la unificación estructural se produce sola, porque hay que aunarse para utilizar la estructura de una forma eficaz y rentable en la acción.
Hay distintas formas de abordar el trabajo con el Ki, hay Ki estático, Ki dinámico, Ki duro y Ki suave, Ki malo o bueno, veamos cada tipo:
Ki estático.- Son los ejercicios encaminados a ver la solidez de la extensión de nuestra energía estando quietos, y el repertorio de ellos es muy variado, por ejemplo: posicionarse en Kamae y empujar en las dos direcciones de la línea de poder de la postura en determinadas partes del cuerpo, a ver si nuestro arraigo es bueno; extender un brazo sobre el hombro del compañero y éste intenta doblarlo; en tríos, dos de ellos agarran el Morotedori e intentan levantar al tercero; en los distintos agarres cuando se practica al tener contacto con el compañero, extendemos hacia él nuestra energía (Ateri, Atari) a través del contacto de ese agarre; el trabajo del estilo de Chi-Kung Zhan Zhuang, poderoso ejercicio donde los haya. Como he dicho, hay un sinfín de formas y métodos para trabajar éste tipo de Ki estando inmóvil.
Ki en dinámico.- Son los ejercicios que se realizan en movimiento teniendo en cuenta la extensión, aquí se pueden crear para algún fin especifico, o de los ejercicios particulares del Kihon, como por ejemplo el ejercicio tipo por excelencia del Aikido que encierra su esencia, que es el de Kokyu – Ho, o el de Kokyu Hundo, donde aparte de la expansión se trabajan las direcciones en el espacio. También los distintos tipos de empujes de manos, y en otros casos, es escoger una parte de una técnica o un movimiento de ésta y hacerlo aisladamente porque interviene la extensión, como por ejemplo en Morotedori Kokyu Ryuku Yoseiho, Omote y Ura, que en nuestra metodología esta en el nivel de 5º Kyu. Como el caso anterior, el repertorio puede ser muy variado, que se debería adaptar a la planificación, a la necesidad del momento o a lo que necesita el alumno.
Ki duro.- Éste tipo de energía tiene la cualidad del acero japonés, es afilada, penetrante, directa, atraviesa con resolución y poder lo que encuentra en su camino, un ejemplo de ello es cuando se entra en Ateru realizando la técnica de Kokyunage, es una entrada poderosa que ya antes de que se produzca el ataque de forma física, la energía se ha mandado mentalmente y el cuerpo le sigue. Otro tipo de trabajo es cuando se utiliza una parte del cuerpo como arma: un puño, el pie, un codo, etc., para que libere la energía que ha concentrado y que se manifiesta en un movimiento relámpago contundente.
Ki suave.- Éste tipo de energía es envolvente y expansiva, se trabaja mucho en los métodoslíquido y gaseoso, es un Ki que usa la tangente y la circularidad para neutralizar el ataque directo con el objetivo de canalizarlo según la necesidad del momento.
El poder centrifugo es manifiesto en ésta forma de Ki, como la unificación estructural para poderlo producir, y es a lo que debe tender todo aikidoka, por eso es mi insistencia en que hay que evolucionar de lo duro a lo suave, como la renuncia a la fuerza física para la ejecución técnica, que es mejor sustituirla por una buena extensión con un centro estable.
La unión de cuerpo y mente, más allá de lo metafísico o lo esotérico, es inteligente suponer que puede generar más poder que usando algunos miembros como pueden ser las piernas o los brazos por separado. En Aikido las piernas son el soporte del resto de la anatomía, y los brazos conducen al compañero según nuestro interés y lo que revele el momento, eso obedece a que es un Todo unido manifestándose de forma esférica y con continuidad.
Ki bueno o malo.- El Ki no tiene ética ni moral, ésta como otros valores como pueden ser la compasión, la honestidad, la sensibilidad, el respeto, etc., están presente en quién lo usa y que uso le dé.
El que lo emplea para construir, para superarse, para transcender, para ayudar, etc., hace un uso del Ki de forma responsable y creativa, beneficiando a los que tiene a su alrededor, eso sería un ejemplo de Ki bueno.
El que lo utiliza para un uso egoísta, causar daño, lucrarse, destruir, etc., hace un uso del Ki no acorde con lo natural y por tanto es malo.
El uso de Ki es como con la electricidad, la podemos usar para iluminarnos, calentarnos, cocinar o para matar personas.
De ahí que antaño el estudio y la práctica del Budo no se permitía a cualquiera, y más aún en los estados más avanzados, porque si se veía que el estudiante tenía tendencias hacia un Ki malo, no se le transmitía la herencia y lo aportado por la tradición. Yo creo que hoy en día, aún en los niveles iníciales de la enseñanza, no se debería dar a cualquier persona, por el mal uso que puede hacer de ello, aún con la parte más tangible de la enseñanza que es la técnica pura y dura.
La energía del Ki está presente en toda forma de vida, y por su puesto en la humana, es un poder latente que no está coordinado y que se encuentra disperso, por eso es tan importante saberlo generar, unificarlo, acumularlo para luego poderlo expandir en cualquier arte o disciplina.
Para generarlo ya se vio más atrás las distintas formas de hacerlo, tanto mentalmente como físicamente y dónde hay que almacenarlo para su posterior uso. Desde un punto de vista técnico, hay que cultivar la impenetrabilidad o la posibilidad de que un oponente pueda llegar a controlar o atacar a nuestro centro, -es el papel del Uke, el que hace el ataque-, recordemos que ese es el quid de la cuestión, aspecto que por otro lado es el que se desarrolla en otro de los roles en la práctica del Aikido, -el del Tori, el que defiende-, porque si eso ocurre, nuestra extensión para el control del compañero no es buena, nuestra percepción de la reacción es tardía, el ángulo por el que hemos entrado no es el correcto, nuestra estabilidad es defectuosa, etc., si cometemos errores de ese tipo, nos pondremos en una situación muy vulnerable, y en vez de controlar, lo que ocurriría es que somos controlados por quien ha realizado el ataque.
El tercer principio es el de control, un principio que como los demás, tiene su parte interna y externa, y para que la parte externa (la técnica) tenga poder, tiene que estar cimentada en la interna (las capacidades).
Por ejemplo, para que la técnica tenga efectividad y se pueda aplicar el AI – KI, o lo que es lo mismo, la no – resistencia, hay que reeducar el aspecto primitivo de la oposición, es decir, pongamos un ejemplo clásico: cuando alguien tira de nosotros, lo instintivo es resistirse a ese tirón, hay que reeducarse en entrar. Si nos empujan, lo típico también es aguantar el empujón, hay que reeducarse en rotar para que el que empuja se encuentre con el vació, y en ambos casos, con la no – resistencia, los niños y los bebes lo hacen de forma instintiva el no resistirse.
Este trabajo aplicado a la práctica de la Waza (la técnica), o previamente con un trabajo mental para el desarrollo de las distintas capacidades, que luego hay que importar a la técnica, es lo que va dotando de contenido a la práctica del alumno. ¡Sigo de pesado!, los aspectos internos y externos en el Arte, hay que cultivarlo a la vez para que nuestro estudio y nuestra comprensión del Aikido sea cabal y ortodoxa, entendiendo como tal, lo que es acorde a la naturaleza, que no tiene nada que ver con ninguna tendencia de escuela o de estilo de Aikido. Hay que llamar la atención que el retener la respiración, o lo que es lo mismo, no saberla usar de forma correcta es una forma de resistencia grave, piénsese al hacer Ma ai Ukemi (rodamiento hacia adelante) si la retenemos, ¿qué ocurre en esos casos? Y ya no digamos en proyecciones más contundentes, aquí también entran los Ukemis de Katame Waza (las técnicas de control).
La serenidad, la calma, la atención-concentración, la ecuanimidad, la rectitud, la valentía, la compasión, el respeto, la honestidad, el honor, la lealtad, la cortesía, van construyendo el carácter y dando serenidad a la mente del estudiante, que a su vez es la raíz que nutre la eficacia y la eficiencia de la técnica. El desarrollo de todas estas virtudes es la primera visión del principio de control, o si se prefiere decir, del autocontrol del estudiante, a partir de ahí, viene todo lo demás.
Cuando nos atacan y percibimos esa agresión, el principio de control comienza aplicándose mediante un desplazamiento en la dirección adecuada, que conduzca esa energía agresiva y peligrosa bajo un canal de neutralización apropiado a donde nos interesa, pero esa evasión solo es uno de los propósitos dinámicos.
El segundo, es el control del centro del atacante para poder aplicar la técnica, esto significa que nos mezclamos, fluimos, sumamos o nos unimos al otro (el Musubi visto desde un punto de vista práctico-técnico), de ésta manera no le damos opción de resistencia, y no le queda otra alternativa que seguirnos a donde le queremos llevar, y en un alto porcentaje, con la misma energía agresiva que él mismo ha proyectado contra nosotros.
Los puntos de control sobre un ataque se hacen:
En su inicio, donde todavía está en su proceso de desarrollo, es decir, el límite interior, por ejemplo, es cuando entramos ganando la acción con la anticipación en un ataque de Tsuki y realizamos un Iriminage directo y contundente.
En el medio, justo entre los límites interior y exterior, como por ejemplo en Tanto dori con una puñalada al estómago, que la evadimos con un desplazamiento al exterior para aplicar Kotegaeshi.
En los límites exteriores, que es más allá de su punto de impacto, un ejemplo claro de eso es girar cuando se nos intentan empujar que se vio más atrás.
Los tres casos anteriores están avalados por una estrategia mediante un movimiento evasivo, que consta de una dirección para la intercepción de la embestida y con la unión con el ataque que viene en nuestra dirección, hacer lo contrario es chocar con la energía agresiva que ha sido impulsada hacia nosotros, dicho de otra manera, es oponer músculo contra músculo, y por lo tanto, nos volvemos a encontrar con una reacción primitiva por nuestra parte al comportarnos de esa manera.
Como se puede apreciar el principio de control, tiene dos dimensiones, la primera es la de nuestra persona, la de nuestra mente, la segunda, es la de la técnica (la Waza).
Esfericidad es el cuarto y último principio, simboliza la expansión del centro con una actitud mental fuertemente centralizada y su periferia marca el límite del control de nuestra seguridad. Cuando se habla que el atacante y el defensor forman una unidad, se refleja en el principio de esfericidad, porque el defensor tiene un perfecto equilibrio entre la fuerza centrípeta y centrífuga para el control de la agresión.
La esfericidad es una condición sine qua non de las Artes blandas, bien sean japonesas (Aikido, Judo, algunos estilos de Jujutsu, etc.), chinas (boxeo Pa-Kua, Tai Chi Chuan, etc.) -en los dos casos, tanto con armas como a mano vacía-, e incluso la esgrima occidental manifestada ésta en las escuelas italianas, húngaras, inglesas o las nuestras, las españolas, con la espada ropera y la daga de vela, curiosamente un estilo con dos sables como el de Miyamoto Musashi, salvando las diferencias estratégicas y de estilo, y también contemporáneas en su nacimiento (siglo XVI).
La esfericidad siempre tiene una doble relación, una es con la dinámica y la otra con la técnica. La aplicación de la estrategia es reflexiva, eso significa que se espera a que el impulso agresor venga hacia nosotros, para después conducirle y vencerle circularmente. Debemos ver la dimensión que alcanzó este principio, que se ha plasmado hasta en la curvatura de la katana japonesa.
Éste principio en Aikido es absoluto y su manifestación tangible son los circuitos de neutralización, que son las vías por donde se conduce la energía agresiva que se lanza sobre el defensor y que la refracta y la conduce por estos circuitos según sus intereses.
Cuando se hace un ejercicio de visualización imaginando los circuitos básicos alrededor de nuestro cuerpo, es cuando se toma consciencia de la esfericidad del aikidoka y toma peso el apelativo de que es una esfera dinámica.
Los circuitos de neutralización pueden ser innumerables, pero los básicos de donde parte todos los demás son los siguientes: los horizontales, los verticales y los diagonales, siempre hay que tener como puntos de referencia el centro y el eje de gravedad.
Circuitos horizontales.- Son todos los circuitos que se hacen en un plano paralelo al suelo y pueden ir de derecha a izquierda o viceversa.
Es un plano muy usado, piénsese por ejemplo en un Tsuki al plexo solar, que para repelerlo nos desplazamos a la tangente, nos adherimos al brazo del Tsuki y para desequilibrarlo lo hacemos rotar entorno nuestro, para en un momento dado, cortar la dinámica realizando un Kotegaeshi, por ejemplo.
Circuitos verticales.- Son todos los circuitos que se hacen en un plano perpendicular al suelo, se pueden hacer de arriba abajo y viceversa, de delante atrás, y de derecha a izquierda o viceversa.
Un ejemplo de ello de delante atrás puede ser, Tachi Waza, Shomenuchi, Ikkyo entrando sobre la misma línea del ataque descendente, en otro caso de atrás adelante puede ser Ushiro Kubijime Kokyunage.
Circuitos diagonales.- Son todos los circuitos que se hacen en un plano diagonal al suelo, y se pueden hacer por el lado derecho e izquierdo de adelante atrás y viceversa.
Los ejemplos de trabajo en diagonal, son todas las ejecuciones en Yokomenuchi.
Otras formas de canalización y conducción son las espirales y semiespirales, que como la esfericidad, tiene una doble vertiente, en la dinámica, -por ejemplo en el desplazamiento de Tai sabaki (Irimi-Tenkan) o movimiento corporal esférico-, como en la Waza, -como es el caso de las técnicas de Nikkyo o Sankyo-.
Cuando se mezclan los circuitos de neutralización con las espirales o semiespirales, es donde se manifiesta el poder del Aikido, un ejemplo de ello es Tachi Waza, Shomenuchi, Iriminage en Ura, es una acción disuasoria, muy potente donde se describe una espiral perfecta como la que está en la naturaleza, por ejemplo en las caracolas.
Si el estudiante se atine a estos cuatro principios, su Aikido crecerá bajo una buena sombra, salir de ellos es achicharrarse por las dudas, las incertidumbres y la confusión. Como se vio en el apartado de la centralización, en el nivel primero, al comienzo hay que realizar un trabajo consciente, el aprendiz tiene que volcar todos sus esfuerzos en integrarlos, tanto en el Dojo como en su cotidianidad hasta que sean parte de él, después, será su naturalidad la que los manifieste.
Si un alumno solo se centra en la multiplicidad, esto es, ver los detalles, matices, formas y circunstancias de afrontar una técnica, es un bosque muy complejo por el que se terminará perdiendo más pronto que tarde, porque puede llegar a ser infinito, y sin el sostén de los principios fundamentales es muy fácil caer en un océano de arenas movedizas, que cuanto más se mueva para poder llegar a la esencia del Aikido, más se irá hundiendo en la confusión.
En cambio, la multiplicidad de los detalles para un formador es muy enriquecedora para orientar a sus estudiantes en los múltiples matices de la Waza, siempre y cuando esté sustentada en los cuatro principios esenciales.
Tener una actitud u otra solo depende de nuestro interés en la búsqueda de una formación rigurosa, del entorno donde nos formemos y del Sensei que nos instruya.