Nuestro Apartado Aiki – Publis: Articulo Mensual
Mapa  de nuestra Web  
Puedes comentar el artículo en nuestro Blog  

  Contacto con la Secretaría del Dojo para realizar sus donativos  Todos los contenidos de nuestra Web están abiertos a todas las personas que quieran estudiarlos o consultarlos en cualquier momento, con el objetivo de mejorar su estudio en el Budo o en el Arte del Aikido.

        Si usted quiere ser partícipe de este proyecto puede hacerlo a través de sus donaciones. Contacte con la secretaría del Dojo para facilitarle nuestro número de cuenta corriente para realizar sus donativos. Muchas gracias.

Quizás lo más conocido de Takuan Soho es su aportación sobre la aplicación del estado mental Zen a la técnica y a la estrategia de la esgrima, pero lo menos que se conoce -o se quiere obviar-, es su contribución a la construcción del carácter del budoka, pieza clave para la correcta evolución.

        En este capítulo “El Sonido Cristalino de las Joyas, 1ª parte”, nos da las pautas para esa correcta construcción de “la rectitud de la mente”.

        Esta rectitud de la mente es extensiva a cualquier campo de la vida, desde las posesiones materiales, los honores sociales y la relación con nuestros congéneres. También habla de lo “desvirtuado que está el mundo” (se refería a su época) por causa de la carencia de “la rectitud de la mente”; curioso paralelismo con los tiempos actuales.

Takuan Soho

Takuan Soho

El Sonido Cristalino de las Joyas, 1ª parte

        No hay nada más precioso que la vida. Un hombre, ya sea rico o pobre, si no vive una larga vida no cumplirá su verdadero propósito. Incluso considerando las mayores riquezas, la vida no tiene precio.

        No obstante se dice que la vida tiene poca importancia si la comparamos con la rectitud de la mente. En verdad que la rectitud de la mente es estimada por encima de todas las cosas.

        Nada es más valioso que la vida, por ello en el momento en que tenemos que abdicar de esta preciosa vida, con el fin de persistir en la rectitud de la mente, nada merece mayor estima que la rectitud de la mente.

        Si observamos el mundo con atención, podemos ver que hay muchas personas que abdican fácilmente de su vida. Pero entre un millón de ellas, ¿habrá alguna dispuesta a morir por la rectitud de la mente?

        Parece que en la humanidad de los siervos, al contrario de lo que sería de esperar, hay muchas personas dispuestas a eso. Con todo, sería difícil, que las personas que se consideran sabias hiciesen lo mismo.

        Mientras estaba pensando en todas estas cosas, durante un largo día primaveral, apareció un hombre que dijo lo siguiente:

        “Las riquezas agradan verdaderamente a nuestros corazones, pero la mayor riqueza de todas es la vida. Por eso cuando llega el momento decisivo, el hombre se deshace de todas sus riquezas para mantener la vida intacta.

        No obstante, cuando un hombre no duda en deshacerse de su propia vida en virtud de la rectitud de la mente, el valor de la rectitud de la mente es superior a la propia vida. Entre el deseo, la vida y la rectitud de la mente, ¿no es esta última, a la que el hombre atribuye el mayor valor?”

        Entonces les respondí con las siguientes palabras:

        “Entre el deseo, la vida y la rectitud de la mente, afirmar que la rectitud de la mente, tiene el mayor valor, es algo simplemente natural. Pero el decir que todos los hombres sin excepción, valoran la rectitud de la mente por encima de todo, no es algo que sea exacto. Quien solo atribuye valor al deseo y a la vida, no mantiene la rectitud de la mente en sus pensamientos”.

        Otro hombre dijo:

        “La riqueza es la joya de la vida. Sin la vida, la riqueza es inútil, por lo que sólo la vida es valiosa. No obstante, se dice que hay muchos que abdican fácilmente de sus vidas, por mantener la rectitud de la mente”.

        Pregunté:

        “¿Existe algún hombre capaz de perder la vida, a cambio de mantener la rectitud de la mente?”

        El respondió:

        “Hay muchas personas en este mundo, que no soportan los insultos y que delante de sus enemigos, entregan pronto sus vidas en el combate. Esto significa, que se tiene presente por encima de todo la rectitud de la mente y que fácilmente se abdica de la vida. Se trata de morir por la rectitud de la mente y no por la riqueza o por la vida.

        Es difícil de averiguar, cuántos han muerto en el frente de la batalla. Todos ellos murieron por la rectitud de la mente, por ello, se puede decir que todos los hombres valoran más la rectitud de la mente que la vida”.

        Yo dije:

        “Que alguien muera porque se siente humillado por unos insultos, parece que es algo debido a la rectitud de la mente, pero no lo es en absoluto. Eso es olvidarse de sí mismo, pero no lo es en absoluto. Eso es olvidarse de sí mismo, por la cólera del momento, no es en lo más mínimo “rectitud de la mente”; el nombre adecuado para eso es la “cólera”, nada más. Antes de que una persona sea insultada, ya se ha apartado de la rectitud de la mente y es por esta razón por lo que sufre el insulto. Si hay una rectitud de la mente, en las relaciones con los otros, éstos no proferirán insulto alguno. Cuando se es insultado, hay que comprender, qué fue, porque antes de la ofensa, ya se había perdido la rectitud de la mente”.

        La rectitud de la mente es una cuestión de extrema importancia. Su sustancia no es otra que el “Principio del Cielo”, el que da la vida a todas las cosas.

        Cuando éste es adquirido por el cuerpo humano, se le denomina la “propia naturaleza”. Sus otros nombres son virtud, el camino, sinceridad, pundonor y dignidad. Aunque el nombre cambie de acuerdo a cada situación y su función sea diferente, en sustancia es una única cosa.

        Si nos referimos a ella con el término: “sinceridad”, es porque la situación en cuestión, gira en torno a las relaciones humanas y su función es la benevolencia.

        Si hablamos de “rectitud de la mente”, es porque la situación gira en torno a la posición y la integridad social y su función consiste en no cometer errores de juicio.

        Incluso en el momento de la muerte, si no se obedece a este principio, no hay rectitud de la mente. Aunque haya personas que crean que tal actitud surge solo por el hecho de llegar el trance de la muerte.

        La rectitud de la mente es considerada como una sustancia sin perversidad, que constituye el centro de la mente humana y al usar la verticalidad en ese centro de la mente, como si de un péndulo de plomo se tratara, todo lo que de allí resulte demostrará la rectitud de la mente.

        Descuidar este centro y morir por causa del deseo, no corresponde a una muerte recta.

        Entonces cuando hablamos de personas que mueren por causa de la rectitud de la mente; ¿habrá entre ellas ni siquiera un millar, que realmente lo hagan por ello?

        A este respecto, desde el momento en el que alguien entra al servicio del señor de una provincia las ropas que viste, la espada que usa, los zapatos, el palanquín, el caballo y todo el material que posee, se lo debe al favor del señor. La familia, la mujer, los hijos y los propios criados, todos ellos y sus parientes, reciben el favor del señor. Teniendo bien presente en la mente estos favores, un hombre enfrentará los oponentes de su señor en el campo de batalla y renunciará a su propia vida. Esto sí es morir por la rectitud de la mente.

        No es para realzar su nombre, ni para conquistar fama, un feudo o una recompensa. Recibir un favor es retribuir un favor, solo en eso consiste la autentica sinceridad de la mente.

        ¿Hay una persona entre mil, dispuesta a morir de esta manera?

        Si existe una persona entre mil, entonces existiría cien entre cien mil y habría en cualquier eventualidad, centenares de millares de hombres disponibles.

        La verdad es que es difícil encontrar una centena de hombres con una mente recta.

        En cualquier época anterior, cuando el desorden imperaba en el país, eran fáciles de encontrar cinco o siete mil cadáveres en el campo de batalla. Entre ellos, los de algunos hombres que enfrentaron a su enemigo y su nombre se hizo famoso, otros fueron abatidos, sin que nadie reparase en ellos. Todos ellos aparentemente habrían muerto por motivo de haber seguido la rectitud de la mente, pero en muchos de ellos no fue así, muchos murieron por motivo de la fama y del aprovechamiento.

        El primer pensamiento, es hacer algo para obtener fama y el segundo es alcanzar una buena reputación y más tarde recibir tierras y ascender en la sociedad.

        Hay personas que logran hechos notables, atraen a la fama y ascienden en la sociedad y hay quienes mueren en el combate.

        Entre los samuráis de mayor edad, hay quienes se harán famosos en la próxima batalla y morirán para dejar su nombre en alto para sus descendientes o si sobreviven obtener propiedades y donarlas a sus descendientes junto a su buen nombre. Todos abdican fácilmente de la vida, pero porque están tan preocupados con la fama y la forma de aprovecharse. Su muerte surge del deseo, no se trata de la rectitud de la mente.

        Quienes reciben una palabra de aprecio de su señor y le dedican su vida, también mueren por la rectitud de la mente. Pero no se valoriza la rectitud de la mente, aunque esto debiera de ser lo más valorado.

        Por eso, quien abdica de la vida por deseo, así como quienes aman a sus vidas por encima de todo se expone a la vergüenza y pertenece al grupo de aquellos que encaran de una forma ligera la rectitud de la mente, ya vivan o mueran.

        Ch´eng Ying y Ch´u Chiu (Ch´eng Ying y Ch´u Chiu fueron dos funcionarios de la casa Chao Shu, que trazaron un plan para evitar el derrocamiento de la familia para la que trabajaban y murieron por ello), murieron juntos por la rectitud de la mente. Po I y Shu Ch´I (Po I y Shu Ch´I, dos hermanos, que durante la dinastía Yin, renunciaron a comer por considerarlo incorrecto y murieron de hambre), eran hombres que reflexionaron profundamente sobre la rectitud de la mente y lamentaban el hecho de que un vasallo matase a su propio rey. Finalmente murieron de hambre, a los pies del monte Shonyang.

        Cuando buscamos hombres como estos, verificamos que no ha habido muchos en la historia, incluso si nos remontamos a tiempos remotos. En el mundo desvirtuado de nuestros días, probablemente no existe nadie que, valorizando la rectitud de la mente, esté dispuesto a abdicar de inmediato del deseo de vivir. En general, las personas abdican de sus vidas por causas del deseo o las conservan y se llenan de vergüenza. Nadie sabe nada sobre la rectitud de la mente.

        Todos los hombres aparentan rectitud de la mente, pero no piensan verdaderamente en ella. En consecuencia de esa locura, cuando surge alguna contrariedad, son incapaces de soportarla y profieren injurias y a su vez, quienes las soportan se sienten humillados y arriesgan su vida para vengarse. Estos hombres no solo carecen de la rectitud de la mente, sino que están dominados por el deseo.

        Pensar que puedo ser desagradable con una persona y evitar sus injurias, no pasa de una manifestación de deseo. Este tipo de actitudes que se verifica cuando un hombre da a otro una piedra y si éste le da como retribución oro, se vuelve su amigo; pero si le da otra piedra, le corta la cabeza.

        Cuando un hombre elogia a otro de una forma magnífica, es probable porque tales palabras le serán retribuidas. Pero cuando calumnia a otro y recibe a cambio calumnias, termina cortando la cabeza cortando la cabeza del hombre y muriendo; esto es el deseo. Esto es algo opuesto a la rectitud de la mente y es el máximo de la estupidez.

        Además, todos aquellos que son samuráis, tienen señores y desperdician la vida que debe de ser sacrificada por el señor a consecuencia de una discusión, no saben diferenciar entre lo acertado y lo equivocado.

        Esto es por encima de todo, no saber lo que significa rectitud de la mente.

        A lo que se llama deseo no es solo el apego a la riqueza, o el pensar solo en codiciar plata y oro. Cuando los ojos ven colores, eso es el deseo. Cuando los oídos oyen sonidos, eso es deseo. Cuando la nariz huele fragancias, esto es deseo. Cuando germina un pensamiento, esto es deseo.

        Este cuerpo fue constituido y producido por el deseo y hace parte de la naturaleza de las cosas, el que todos los hombres lo sientan fuertemente. Aunque exista una naturaleza sin deseo, confinada en el cuerpo y fijada y producida por el deseo, se encuentra siempre oculta por la fogosidad y su virtud difícilmente se muestra. Puesto que reacciona ante las cosas del mundo exterior, es atraída por los seis deseos, (vista, oído, olfato, gusto, tacto y pensamiento), en los cuales se mantiene inmersa. Este cuerpo está compuesto por los cinco Skandhas (según la doctrina budista, son cinco agregados que están en la base de la existencia física y mental de un individuo. La forma corresponde al mundo material, mientras que los otros cuatro: el sentimiento, la concepción, la voluntad y la consciencia forman los procesos mentales): forma, sentimiento, concepción, voluntad y consciencia.

        La forma es el cuerpo carnal.

        El sentimiento es la sensibilidad del cuerpo carnal en lo que se refiere al bien y al mal, a lo correcto y a lo incorrecto, a la tristeza y a la alegría, a evitar el dolor y desear el placer.

        La concepción, significa el conjunto de preferencias. Es odiar el mal y desear el bien, huir de la tristeza y esperar la alegría, evitar el dolor y desear el placer.

        La voluntad implica la acción del cuerpo, basada en el sentimiento y en la concepción. Esto significa odiar el dolor y obtener el placer, u odiar el mal y hacer lo que está bien.

        La consciencia, significa distinguir entre el bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, el dolor y el placer, la alegría y la tristeza, en lo que se refiere al sentimiento, la concepción y la voluntad. A través de la consciencia, el mal es reconocido como mal, el bien como bien, el dolor como dolor y el placer como placer.

        Porque la consciencia distingue y forma preconceptos, huye de lo feo y busca lo bello; de acuerdo a sus ataduras, el cuerpo carnal se mueve.

        Porque el cuerpo carnal existe, hay el Skandha del sentimiento.

        Porque el Skandha del sentimiento existe, hay el Skandha de la concepción.

        Porque el Skandha de la concepción existe, se pone en acción el Skandha de la voluntad.

        Porque el Skandha de la voluntad se pone en acción, el Skandha de la consciencia existe.

        En virtud del Skandha de la consciencia, distinguimos el bien y el mal; lo correcto y lo incorrecto, lo bello y lo feo; surgen los pensamientos relativos a la aceptación y al rechazo y al surgir estos pensamientos, nace el cuerpo carnal.

        Es como si el sol y la luna se reflejasen en charcos de agua. Buda explicó que: “La manifestación de la forma, en respuesta al mundo material, es como la luna reflejada en el agua”.

        La forma, el sentimiento, la concepción, la voluntad, la consciencia, después la consciencia regresando a la forma; si fuesen condensados sucesivamente, una y otra vez y la conexión de los cinco Skandhas de acuerdo con el fluido de las doce ataduras en la cadena de la existencia, habiendo recibido este cuerpo, comienzan con un único pensamiento de nuestra consciencia.

        La consciencia es por consiguiente deseo. Este deseo, esta consciencia, da origen a este cuerpo de los cinco Skandhas. Como todo, el cuerpo es algo endurecido por el deseo.

        Cuando un pelo es arrancado de la cabeza, surgen pensamientos de deseo; cuando se es tocado con la punta de un dedo, surgen pensamientos de deseo; incluso, cuando se es tocado con la punta de un dedo del pié, surgen pensamientos de deseo.

        Todo el cuerpo se encuentra solidificado por el deseo.

        En el interior de este cuerpo solidificado por el deseo, se encuentra el centro de la mente sin deseo. Esta mente no se encuentra en el cuerpo de los cinco Skandhas, no tiene ningún color, ni forma alguna y no es un deseo.

        Es imperturbablemente correcta, es absolutamente vertical.

        Cuando esta mente es usada como un péndulo de plomo, cualquier cosa que se haga estará de acuerdo con la rectitud de la mente.

        Esto que es absolutamente correcto, es la sustancia de la rectitud de la mente.

        La rectitud de la mente, crece temporalmente cuando se manifiesta en asuntos exteriores y también se la llama sinceridad humana. La benevolencia es su función. Cuando nos referimos a su sustancia, decimos “sinceridad humana”, la benevolencia es un nombre que recibe temporalmente.

        Sinceridad, rectitud de la mente, dignidad, sabiduría; la sustancia es la misma, solo los nombres cambian.

        Estas cosas deben de ser entendidas como el centro de la mente y es por esta razón que al camino de Confucio, se le conoce como “El Camino de la Sinceridad y de la Compasión”.

        La sinceridad es lo mismo que el centro de la mente. La compasión es lo mismo que la simpatía o unidad.

        Si el centro de la mente y la unidad fuesen alcanzados, ni una entre mil cuestiones sería motivo de fracaso. Tales cosas, pueden ser dichas a un hombre que no está iluminado, explicándoselas durante cien días, pero es muy probable que él no alcance el Camino.

        Si hablamos así y hay quien niegue lo que decimos, será mejor prestar atención a los pensamientos y las acciones de las personas que exponen y siguen a los clásicos confucionistas. No hay ninguna diferencia entre lo que ellos exponen y las escrituras budistas y esto no es una crítica al confucionismo.

Takuan Soho.

Aiki - Publis del mes de Marzo. de 2013.

          El Sonido Cristalino de las Joyas, 2ª parte.

Si te ha Gustado este Artículo, Danos un Me Gusta en facebook, Gracias        Puedes comentar el artículo en nuestro Blog

    Volver Atrás
© 2009 Surya.   Contacto: e-mail: secretariadeldojo@yahoo.es   Telf: + 34 639 187 140