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La figura del Sensei dentro del Bujutsu, del Budo como de otras disciplinas japonesas, es clave para poder entender muchos aspectos de la historia del Japón, nuestro Sensei Ishana Pérez hace un estudio sobre tal figura a lo largo de la historia y muy especialmente en la edad media japonesa.
Inicialmente busca el origen que dio a luz a esa figura y las causas que la produjeron, luego, describe el proceso que se debía realizar para convertirse en un instructor cualificado para enseñar dentro de cada clan. |
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También nos muestra los diferentes y variados perfiles que había dentro de los Senseis, bien por las clases sociales a las que pertenecían o por las disciplinas que impartían y nos pone ejemplos concretos de grandes figuras como la de Bokuden entre otras.
Otro de los aspectos que trata, es las diferentes relaciones que se establecían entre los Senseis, los clanes, las ryus y los estudiantes de éstos. Esto implicaba distintos modelos de funcionamiento, diferentes sistemas de enseñanza, y por tanto, variados perfiles para transmitir los conocimientos del multiespectro diciplinar de las Artes guerreras japonesas.
Esperamos que la publicación en nuestro boletín Aiki-Publis de este artículo, ayude a comprender mucho mejor la figura del Sensei y lo que representa en un Dojo independientemente de la disciplina que se imparta.
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Sensei, Sen = antes, sei = nacer, vida, por lo tanto significa, “El que ha nacido antes en la disciplina,” también puede ser, “El que ha recorrido el camino.” Los que ejercemos hoy en día la enseñanza y somos los responsables de guiar a otros a través del conocimiento del Budo, gozamos de esa posición un tanto privilegiada que hace que los demás nos estimen y nos respeten, pero es porque otros en el pasado forjaron esa estima y ese respeto en base a su trabajo, a sus conocimientos, a su dedicación, a su sabiduría y a su valía en las diferentes disciplinas que conforman el bujutsu y en la actualidad el Budo, a eso hay que añadir la ristra de Sensei que han heredado ese legado y nos lo han transmitido hasta la actualidad. Particularmente cada vez que alguien me llama Sensei, se me ponen los pelos de punta, porque me está recordando constantemente lo que represento en base a ese legado que debo custodiar para poderlo transmitir a las generaciones futuras. |
¿Pero se sabe exactamente lo que se personifica cuando nos ponemos al frente de unas personas que han depositado su confianza en nosotros para instruirse?
Luego, ¿sé es consciente de esa gran responsabilidad que conlleva ser un Sensei? O ¿solo se quiere disfrutar del prestigio y de la estima que otros han ganado y de la cual nosotros ahora disfrutamos y nos beneficiamos?
Hay una realidad que no se puede obviar, y es, el Sensei es la persona encargada de establecer, conservar y transmitir los valores, las teorías y las practicas marciales en un Dojo.
Antiguamente en los inicios de la tradición, se elegían a los maestro de armas por su disposición talentosa en el combate, tanto en los campos de batalla como en los duelos individuales y daba igual si era con un arma o sin ellas, estas personas pasaban toda su vida sumergidos en las distintas formas de bujutsu, experimentado, creando, probando, estudiando técnicas y tácticas con el objetivo de tener la mayor eficacia en el combate.
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Estos guerreros instruían a los miembros de su comunidad y gozaban de un gran prestigio; por otro lado estaba una gran masa de luchadores anónimos y muy hábiles en la especialidad que podían poseer, ambos perfiles prepararon el camino para que posteriormente surgiera la figura del Senseis, luego, los que ostentaban ese cargo se esforzaron en establecer familias, sistemas y escuelas para formar mejor a cada estudiante y a su vez, trasmitir su legado en sus clanes, ya no solo con su experiencia practica, sino también con la documentación que codificaban los conocimientos de sus respectiva escuelas que eran guardados muy celosamente. |
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Desgraciadamente no nos ha llegado la forma y los requisitos conque se nombraba a estos maestros de armas en la antigüedad, es una pena, porque hubiera sido interesante ver cuáles eran las competencias que se les exigían, aunque seguro que la propia capacidad innata era una de ellas. Pero lo que si es un hecho, es que esa semilla que ellos plantaron y que germinó dando fruto a lo largo de todos los siglos posteriores, la seguimos cultivando hoy en día con el mismo enfoque, porque cada cual en su disciplina, sigue cultivando la tradición, pero a la vez, va aportando nueva metodología, nuevas maneras de preparar el cuerpo, nuevos enfoques que son más rentables para asimilar los contenidos didácticos, nuevas formas de codificar y de clarificar el repertorio técnico, un mayor aprovechamiento psicológico del alumnado, etc., y quiero pensar que somos una mayoría lo que hacemos eso y no como en el pasado que había Senseis que lo único que hacían era simple y llanamente transmitir lo que les había llegado como se verá más abajo.
Cuando colapso la cultura Heian (794-1185), -época dorada en la cultura clásica japonesa-, hizo aparición una serie de aguerridos guerreros y con ellos comenzaron a surgir los clanes, esto facilitó la aparición de una clase guerrera profesional, -el samurái- y como consecuencia, altos niveles de sofisticación de las artes guerreras que necesitaban de profesores especializados en las distintas artes del combate, “Estos nuevos hombres se convirtieron en fundadores de nuevas familias de instructores que presentaban sus credenciales tradicionales a este o aquel señor, jefe del clan, para convertirse en el profesor de Bujutsu de ese clan nombrado oficialmente.” Oscar Ratti & Adele Westbrook, eso significó la aparición de la figura del Sensei tal y como la conocemos hoy en día, matizando la adaptabilidad que ha tenido que sufrir a los diferentes contextos históricos.
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Pero, ¿cómo se hacia uno Sensei en esas épocas tan remotas?
Había básicamente 2 vías para convertirse en un Sensei.
La primera, era haber nacido en una familia de instructores cualificados y consolidados en el bujutsu, que a su vez, ejercían como docentes en los distintos clanes o ryus.
La segunda, era comenzar como estudiante dentro de una comunidad exclusivista y con fuertes lazos entre sus miembros (las ryus). |
En ambos casos, eso significaba someterse a una práctica muy severa y continua bajo la supervisión constante del instructor responsable, eso suponía pasar por las diferentes etapas que bien eran establecidas por el clan o por el mismo instructor. Después de ese tiempo de formación, digamos de base, el aspirante buscaba una especialización dentro de las diferentes ramas de bujutsu que había estudiado, después de eso, se podía convertir en Sensei en su misma escuela donde había cursado sus estudios, o se le podía permitir abrir su propia escuela en otro lugar de forma independiente pero siempre vinculado al clan.
Todo éste proceso, -en la mayoría de los casos-, sin haber desarrollado y consolidado su propio método sincrético, porque está claro que se iba a fusionar lo que había estudiando, más lo que él aportaría con su experiencia e investigación, porque piénsese que en su época de estudiante tuvo que afrontar varias especializaciones de bujutsu con o sin armas, después especializarse en una determinada rama y hacer su aportación dentro de todo ese proceso, eso significaba tiempo y dedicación exclusiva en cuerpo y alma al bujutsu.
Está claro que un programa formativo de este estilo, estaba pensado y estructurado para hacer una criba selectiva de los practicantes y solo podían salir capacitados para la docencia los mejores, cosa que por otra parte se echa de menos hoy en día, porque si en los Dojos actuales tuvieran un programa igual de completo, -adaptado a los tiempos modernos y dentro de la/as especialidad/es que se practiquen-, es obvio que aquellos alumnos que salieran y se convirtieran en Senseis en cualquiera de las disciplinas del Budo, saldrían muy bien formados y bien capacitados para dirigir a otros e incrementar el valor y los contenidos de su Arte, porque es un hecho comprobado desde la antigüedad que la exigencia en la formación básica es un gran valor como se puede ver, también reafirma mi tesis, de que cuando se forma con calidad y rigor a los estudiantes y a los futuros Senseis, siempre el resultado va a ser personas bien capacitadas y bien afianzadas en sus disciplinas independientemente de la orientación que tomen.
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En todo este universo marcial, había diferentes clases de Senseis, -como en todo-, porque no era lo mismo los Senseis provenientes de la clase militar, que los que procedían de las otras clases sociales. Los demás importancia eran los Senseis que se habían especializado en el tiro con arco, hay que ser consciente que en éstas épocas abatir al enemigo a distancia era un privilegio para pocos, por otro lado, ésta disciplina era muy bien vista y practicada por la clase alta (los kuge), en último lugar, estaban las especializaciones a mano vacía de Jujutsu y Aikijutsu. |
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Otros Senseis de prestigio era los expertos en el manejo de la espada, que cobraron una importancia capital en el periodo de los Tokugawa, porque ya no había grandes guerras en los campos de batalla (que cuando las hubo se valoraba muchos a los Senseis de Naginata y Yari), mientras que los enfrentamientos entre los distintos clanes y los duelos individuales estaba a la orden del día a pesar de las prohibiciones, sino, pensemos en el duelo de Miyamoto Musashi y Sasaki Kojiro, que se tuvo que hacer en un pequeño islote (Funajima) para no incumplir los protocolos de la estricta etiqueta japonesa, ni la prohibición de batirse.
También hay que hacer mención, que tanto los clérigos, los agricultores como los heimin (plebeyos) tenían sus propios instructores, -muchas veces eran bushis que habían cambiado de situación- y dentro de éstas clases a veces irrumpían muchas personas muy cualificadas en distintas disciplinas, en especial en el combate sin armas, pero es obvio que este grupo de Senseis era una minoría en un océano de profesores profesionales y altamente cualificados, con muchos medios para su formación en las clases altas. Otra particularidad de estos grupos minoritarios, era que intentaban practicar y desarrollarse en disciplinas que no llamaran mucho la atención, en especial de la clase militar, de ahí las especializaciones en las disciplinas a mano vacía o con armas de sus labores propias de su condición (bastones, pipas de fumar, abanicos de hierro, aperos de de labranza, etc.), porque está claro que si se hacían notar iba a peligrar su cabeza.
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En el otro lado, -en las clases altas-, hay que pensar que un Sensei podía liderar un clan, esto era un incremento de su prestigio, tanto antes como en la primera época de los Tokugawa (1603-1868), donde no solo se les tenían en una alta estima social, sino que eran recompensados muy generosamente. Y ya rizando el rizo, había clanes que para una misma especialidad tenían varios Senseis para adiestrar a sus miembros, si a eso añadimos, la alta calidad de las instalaciones para la práctica, la disponibilidad de tiempo, el gran poder adquisitivo del que gozaban, el dominio sobre los demás para convertirles en siervos, etc., es fácil entender lo que comenté antes con los practicantes de las clases bajas, que por el contrario tenían que practicar a escondidas, por la noche en los bosque lejos de miradas curiosas o de la autoridad pertinente, es que son dos universos opuestos si lo vemos desde cualquier perspectiva, indudablemente, todos estos inconvenientes también dificultaba que no hubiera muchos Senseis en estos grupos sociales.
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Dentro del amplio mundo de los Sensei altamente cualificados en el bujutsu, hay que contemplar otra distinción: por un lado estaban los que crearon nuevos estilos fundando sus propias escuelas o ryus, como por ejemplo, Yagyu Munenori, (1571-1646) que fundo la Yagyu Shinkage Ryu y por otro lado, estaban los que heredaron un legado y se limitaron a ser meros transmisores de su escuela de una generación a otra sacando buenos exponentes de la/as disciplinas que impartían.
Al igual que antes había grandes diferencias entre los Senseis de la clase militar y de los de otras clases sociales, los Senseis que habían desarrollado un método propio creando así una nueva disciplinas, eran una minoría con respecto a los que solo se limitaban a custodiar y transmitir lo que otros había creado previamente, está claro que estar en la vanguardia siempre es un privilegio de pocos y es un proceso muy exigente que no está al alcance de una mayoría por muy buen desarrollo al que haya llegado en su/s disciplina/s, un ejemplo claro de eso es nuestro Arte del Aikido con la revolucionaria transformación que hizo Morihei Ueshiba. Como se puede apreciar, en las Koryu Budo y en las Gendai Budo, hay cosas que no cambian aunque cambien las épocas.
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Yo también me aventuraría a decir, que en la actualidad estando dentro de una nueva disciplina (Gendai Budo), también habría que distinguir entre los Senseis que se limitan a realizar simple y llanamente lo que les enseño su predecesor y los que nos atrae la innovación y el refinamiento de lo que hemos heredado, es decir, el primero es un perfil muy conservador e inmovilista, el segundo caso, es más dinámico y proactivo que sigue la estala de su fundador aportando e innovando sobre lo que ya fue en su momento una novedad.
Los Senseis que inventaban un nuevo estilo (con o sin armas) para afrontar el combate bien en los campos de batalla como en duelos individuales, aparte del carisma, la reputación y la pericia de la que hacían gala con su disciplina, otra de sus cualidades singulares era su alta capacidad para poder transmitir a otros los diferentes aspectos de su Arte, a la vez que eran capaces de sacar generaciones de practicantes altamente cualificados y que eran puestos a prueba por las condiciones de vida tan exigentes en la edad media japonesa. |
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En contraposición estaban aquellos guerreros que podían ser muy eficaces con sus armas, sus técnicas, sus tácticas, etc., pero preferían llevarse todos esos conocimientos a la tumba, en vez de estructurarlos y legarlos a los discípulos interesados en ellos. Está claro que son dos mentalidades completamente distintas y viéndolo con una perspectiva histórica, una gran pena que se hayan perdido un conocimiento tan valioso por un egoísmo individualista, y si no, imaginemos por un momento que Musashi no hubiera plasmando por escrito y transmitido su experiencia e investigaciones en el bujutsu en su libro de los cinco anillos (Go-rin no sho).
Los Senseis de la categoría inferior, -que eran los encargados de perpetuar el legado del que había inventado el Arte que practicaban-, indudablemente eran un perfil de instructor completamente distintos a los anteriores, eran personas con la única responsabilidad de conservar y de transmitir la esencia de su Arte lo más fiel posible al original y con las intensiones e instrucciones claras que le había transmitido su fundador, eso significaba que tenían que tener una creatividad cero, por otro lado, algo lógico, porque en su momento el fundador de esa nueva disciplina se aseguraría de elegir a persona/s que no le iban a alterar o distorsionar ni su método ni su legado y éstos herederos a su vez, lo harían extensivo a las generaciones futuras.
Sin embargo, el aspecto positivo de estos Senseis era su estricta adhesión a su fundador y a su método, pero su gran valor consistía en su capacidad de adaptarlo a los tiempo cambiantes y a las distintas circunstancias que se iban a encontrar de todo tipo, para así hacer prevalecer sus valores, sus técnicas y la metodología de su disciplina, también, ser capaces de compilarlo (Okuden), dejando constancia por escrito no solo del aspecto técnico, si no del metodológico para determinar su valor a lo largo del tiempo, porque de no haberlo hecho, está claro que no hubiera llegado hasta nosotros la información de muchas escuelas y de muchas disciplinas de antaño.
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Muchas veces los practicantes de cualquier disciplina no son conscientes del gran legado que les precede, y hablo en un sentido general, no de un Arte en concreto, esa es una de mis reivindicaciones del cultivo intelectual por parte de los budokas y como muchos mal entienden, lo cultural y lo marcial no son opuestos, todo lo contrario, van de la mano, así lo manifiesta Nakae Toju (1608-1648) cuando expresa: |
“En lo fundamental, la cultura y la milicia son un carácter unitario, no son cosas separadas. Así como la fuerza creativa del universo es una energía en la que se distingue el Yin y el Yang, del mismo modo la sensibilidad y la eficacia de la naturaleza humana son una cualidad única en la que se distingue lo cultural y lo marcial. La cultura sin milicia no es cultura verdadera; la milicia sin cultura no es milicia verdadera.” La educación en cualquier Budo debería ser una asignatura prioritaria para las personas jóvenes, aunque después dejen de practicar si así sus gustos lo demandan, pero inician una cuenta de ahorro en salud, en unos valores que van a fundamentar su carácter, van a forjar una personalidad estable y equilibrada, el contacto y el conocimiento que les acerca a su cuerpo, el adiestramiento de su mente para sacarle partido en cualquier otro campo, el descubrimiento de su auténtico Ser, etc., son cualidades que siempre les va a acompañar en su transitar por su existencia como una riqueza intangible, que se hace difícil de valorar y que les ayudará en cualquier campo al que se dediquen en sus vidas.
Para los que ya están inmersos en el mundo marcial, el cultivar lo cultural es de obligado cumplimiento, de no ser así, serán unos palurdos muy hábiles para romper huesos, pero carentes de toda sensibilidad y de todo conocimiento, porque como dice el Talmud, “Quién no añada nada a sus conocimientos, los disminuye”.
Otra categoría de Sensei, era aquel que se quedaba sin amo, es decir, era un ronin que iba de aquí para allá ofreciendo sus servicios y habilidades a tal o cual señor de un determinado clan. Cuando era aceptado y realizaba el juramento pertinente para ofrecer sus servicios y se le había inscrito en los documentos oficiales del clan, podía ejercer su docencia en el territorio y en las escuelas perteneciente al clan que le había acogido. También era usual en aquellos instructores que ya perteneciendo a un clan, el señor del mismo les obligara a que se comprometiera con otro clan, y aquí las razones de por qué pasaba esto podían ser muy variadas. Tanto unos como otros, podían tener sus propias salas para realizar la práctica, su alojamiento para vivir y se les retribuía en función de su prestigio y de la posición que ocuparan dentro del clan, ya hemos visto antes que había diferentes categorías de Senseis en función del grupo social al que pertenecieran y en las disciplinas que eran especialistas. Dentro del marco exclusivista que poseían los clanes, hay que pensar, que cada grupo era completamente autosuficiente y muy celosos de sus tradiciones y de sus costumbres, y para el bujutsu no había una excepción, así que si aceptaban a alguien, bien tenían un interés muy especial por los conocimientos que poseía, o les iba a proporcionar algo que iba a incrementar su poder de alguna manera, no se hacían las cosas por simple caridad.
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Otra clase de Sensei eran los itinerantes, que se movían por todo el Japón seguidos de una cohorte de alumnos que querían aprender de ellos, una figura destacada con ese perfil y que no tienen nada que envidiar a Musashi o a cualquier otro, es Tsukuhara Bokuden (1489-1571), que vivió 80 años antes que Musashi. |
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Bokuden, leyendas donde las haya, según cuentas las crónicas, nació en Asako, en un clan local que se llamaba Kashima, a la edad de 17 años ya dominaba el estilo de su clan, la Tenshin Shoden Katori Shinto, no satisfecho con eso, pide permiso a las autoridades de su clan y decide viajar por todo el país para aprender de los mejores espadachines vivos de su época; participó en 20 duelos singulares en los cuales nunca fue herido y en 40 enfrentamientos donde le hirieron 6 veces y solo con flecha. Durante todo este periplo, se dice que mató a 21 guerreros notables, pero se calcula que dio muerte a un total 210 personas, y para rematar por completo sus azañas, fundó su propia escuela, que la llamó la Kashima Shinto Ryu, después de una vida intensa, murió a la edad de 83 años, todo un logro con los múltiples peligros que encerraba la edad media japonesa.
Bokuden tiene una personalidad que aúna varios perfiles de los diferentes tipos de Senseis que vengo describiendo: fue adoptado por un clan determinado (la familia Tsukahara, que pertenecía a una rama del clan Kashima), en su primera etapa se forma en la escuela de su clan y bajo la tutela de los Senseis del mismo, posteriormente, busca evolucionar y refinar lo aprendido, a la vez que se especializa (por eso viaja para ampliar sus conocimientos con los mejores maestros del momento, Musha Shugyo) y decide convertirse en un Sensei itinerante, y por último, funda su propia escuela. Muy difícil de superar una aportación de este calibre al bujutsu y por extensión al Budo y que sin duda alguna, una figura a tener siempre muy presente como referente.
Con personas de la dimensión de Bokuden, se puede entender muy bien lo que comenté al abrir éste escrito, que los Senseis de hoy en día gozamos de una reputación que otros se han ganado y nos la han trasladado, Oscar Ratti & Adele Westbrook, comentan que la figura de un Sensei en éstas épocas “Tenía una posición en su Dojo comparable en lo místico a la del emperador de Kyoto, en poder efectivo a la del Shogun de Edo o a la del Daimyo en su feudo, una posición de suprema autoridad y de un prestigio indiscutible,” quién se atrevería a contradecir tal afirmación viendo el currículum de Bokuden, Musashi, Yagyu..., llegados a este punto, todos los que nos ponemos cada día al frente de las personas que demandan nuestros conocimientos, deberíamos de reflexionar muy profundamente lo que tenemos entre manos y el deber que eso implica, junto con la responsabilidad de legarlo aún mejor de lo que nos lo han entregado, o como mínimo, sin desvirtuarlo, simple y llanamente por respeto a todos esos antecesores, a su esfuerzos y a su dedicación a lo largo de los siglos, creo que ahora se entiendo mejor cuando dije que pone los pelos de punta cuando se piensa seriamente en ello.
Un Sensei tenía un buen estatus social, recibía una buena remuneración por sus enseñanzas, lideraba en el mismo corazón de las ryus, pero también tenía grandes responsabilidades, por ejemplo, la de asumir la carga de cuidar y mantener a todos los que estudiaban y vivían con él, algo impensable en los tiempos de hoy. En la época actual el cuidado se hace más con la enseñanza que se transmite y no con las necesidades básicas para la vida de los estudiantes, que si se es un Sensei responsable, aún hoy en día esa carga de la instrucción es pesada, otra cosa es que se sea un monigote atrevido que se pone a dirigir a otros sin conocimiento de lo que representa.
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También es cierto que a veces la relación del Sensei con sus discípulos en ese contexto histórico, era muy alienante por entablar relaciones tóxicas, y por su puesto, totalmente serviles, Fujioka Sakutaro (1870-1910) lo deja bien claro cuando declara: “Se enseñaba al alumno a andar siete pasos por detrás de su instructor, para no pisar la sombra de éste último. El profesor mostraba el camino y el alumno sólo tenía que seguirlo. De ahí que no se permitiera al alumno separarse ni un paso de las instrucciones del profesor: se le permitía reproducir pero se le prohibía el mejorar. Por tanto, no es sorprendente que el profesor escatimara sus enseñanzas cuando el alumno avanzaba, o que tratara de santificar su Arte rodeándolo de toda clase de tradiciones místicas. Si ocurría que el alumno tenía una manera libre e incontrolable de ver las cosas y trataba de añadir sus propios recursos a lo que se le impartía, seguro que provocaba la ira de su instructor e incluso se exponía a ser excomulgado.” |
¡Cuidado! Porque aún hoy en día hay Senseis tanto en Japón como en Occidente que piensan de esa manera tan prehistórica, tan tosca y tan ruda de enseñar. Tengo muchas discusiones con muchos colegas que imparten su enseñanza en la línea de las Koryu como de las Gendai Budo sobre este aspecto, les llamo la atención de que ya no estamos en el medievo japonés, que estamos en el siglo XXI y hay que cambiar la psicología, la didáctica, la metodología a la hora de enseñar y de relacionarnos con nuestros estudiantes, porque son personas, no vasallos o esclavos como antaño. También es verdad que cuando uno visita Japón y le permiten practicar en distintos Dojos, aún se respira ese ambiente añejo un tanto rancio de la relación del Sensei con sus estudiantes y es una de las cosas que cuesta mucho sobrellevar para los estudiantes occidentales, salvo, para aquellos que añoran vivir en el medievo japonés sin conocer lo que eso realmente implicaba, ¡y haberlo haylos!
Como dije hace tiempo en otro artículo, nuestro reto actual es saber combinar muy bien lo ancestral con lo actual, ese es nuestro verdadero desafío, porque hay muchas cosas del pasado totalmente vigentes, por ejemplo, la exigencia en la formación, pero hay muchísimos aspectos nuevos que a buen seguro van a mejorar cualquier Budo, por ejemplo, las nuevas formas de acercar el aprendizaje al alumnado con didácticas renovadas y actuales, que de todas, mi favorita en la actualidad es la holística, que cuando se aplica no quita que haya respeto y que cada cual sepa cuál es su sitio y sus responsabilidades.
En aquellos tiempos, la relación entre el Sensei y su alumno después de haber realizado el juramento pertinente para poder estar bajo su tutela era de carácter personal, que muchas veces se prolongaba más allá de la instrucción del Dojo, para que se entienda bien, era la relación confucionista entre un padre severo y un hijo sumiso que acataba con paciencia, mansedumbre y humildad todo lo dicho por su mentor. Muchos han sido los intentos por parte de los Senseis japoneses residentes en Occidente de implantar tal comportamiento entre nosotros con resultados adversos para ellos y en mi opinión, gracias a Dios que ha sido así, porque no hay lógica que avale y acepte tales comportamientos medievales en los tiempos actuales.
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El bujutsu era parte de un sistema altamente militarizado, tenía una jerarquía vertical y piramidal, así que es lógico que ese mismo clima reinara en las distintas escuelas de las distintas ryus, cosa que aún hoy sigue vigente con las figuras del: Sensei – Senpai – Kohai – Dohai. |
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También hay que hacer mención a los diferentes enfoques de las escuelas, las de los clanes que llevo mencionando y detallando su funcionamiento a lo largo del escrito, luego estaban las privadas, esto es, eran un producto de la primera época de los Tokugawa, cuando millares de guerreros vagaban por Japón, bien porque se había aniquilado o disuelto a su clan, o descendían de una familia de guerreros especializados en la enseñanza que habían renunciado a su herencia militar, en ambos casos, tenían que vivir como podían porque ya no poseían la protección y el amparo del clan, normalmente eran personas con grandes habilidades y destrezas dentro de sus especialidades y para poder subsistir formaban una escuela a la cual normalmente se accedía bien por tener amigos practicando en ellas o por recomendación de conocidos del instructor, en éstas escuela se pagaba una cuota por recibir la enseñanza, que es de lo que vivían los Sensei que las regentaban, vamos, igual que hoy en día.
Estos tipos de Senseis siempre estaban expuestos al reto de cualquier otro guerrero que pasara por donde estaban asentados y que quería medirse con ellos para poner aprueba sus capacidades desarrolladas hasta ese momento y hay innumerables ejemplo de ello en la documentación histórica, muchos de esos Senseis de las escuelas privadas, en esos desafíos perdieron la vida, por otro lado, era una situación muy típica de los ronin desafiar a estos instructores por varias razones: alcanzar prestigio, por dinero, por orgullo, por despecho... Como es de suponer, la jerarquía en estas escuelas era vertical y piramidal como en las ryus.
En oposición minoritaria estaba otro tipo de escuela que tenía un sistema de funcionamiento más horizontal, eso significaba que el estudiante se podía beneficiar simultáneamente de la experiencia de muchos instructores trabajando juntos para la mejora de las distintas especializaciones del bujutsu bajo un mismo techo, esta visión se intentó implantar en la última etapa del los Tokugawa pero con escaso éxito, bien por ser pocos los casos o por llegar tarde esa reforma en la enseñanza en el bujutsu que no llegó a cuajar de ninguna manera. Una lastima, porque era una forma de romper el sistema piramidal de los otros dos modelos y que en mí opinión, hubiera ayudado a que el alumno tuviera una visión mucho más amplia, una educación más integral y flexible desde el punto de vista didáctico, a la vez que más global y con menos dependencia de un solo instructor.
Pero la gran realidad era lo opuesto, porque un estudiante se podía pasar años o toda la vida bajo la instrucción del mismo Sensei de un determinado clan o pasando de mano en mano cada cierto tiempo dentro de los Senseis del mismo y si llegaba un momento en que no le gustaba o veía que le frenaba en su evolución, solo había un camino, pedir a la autoridad del clan que le permitieran realizar Musha Shugyo o quedarse estancado y prisionero de la enseñanza de ese determinado Sensei de por vida.
Pienso que esa misma actitud castrante pasa hoy en día en muchas organizaciones de Aikido o de cualquier otro Budo, que hace que no se aproveche el potencial de sus miembros y que anula sus capacidades de desarrollo, juntos con sus talentos personales, porque lo que prima en esas asociaciones son políticas mercantilistas y de corporativismos entre unos pocos (que suelen ser los cuatro que estan en la cúspide de la pirámide) que se imponen a los más capacitados para desarrollar la docencia y el desarrollo de su Arte.
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El bujutsu debe su estímulo, su impulso y su perfección a los practicantes que bien hacían Musha Shugyo, a los que eran ronin o a los Senseis itinerantes, porque “Fue el bushi itinerante, y no el instructor establecido protegido dentro de los recintos del clan o aislado en su escuela privada, el que fomentó el progreso de las artes marciales en Japón, manteniendo abiertos los canales de comunicación y experimentación entre aquellas personas que estaban interesadas en las artes guerreras” Oscar Ratti & Adele Westbrook. |
Este aspecto es muy importante cultivarlo hoy en día, de hecho, se hace cuando se imparten seminarios por muchos Senseis a lo largo del año en diferentes latitudes, bien es verdad que no en todos los Budos y tampoco en todos los Dojos se hace el mismo énfasis en ese aspecto clave de la enseñanza, es una pena que sea así.
Otro punto a tener en cuenta hoy en día, es que una vez que un alumno dentro de un Dojo se haya formado y se haya establecido en la base del Arte que estudia, debe visitar otros entornos de su mismo Budo, o si le atrae otro, iniciarse en su estudio para ampliar su bagaje, esto sería una especia de Musha Shugyo de la actualidad y está más que demostrado por la tradición la riqueza que puede aportar al estudiante y quizás a alguien que en un futuro quiera convertirse en un Sensei, el ver otros entornos y otras Artes si se quiere crecer en los conocimientos sobre el Budo que se practica es fundamental.
No nos podemos olvidar de las escuelas que eran dirigidas por monjes, clérigos o eremitas, tanto anterior como durante los Tokugawa, a ellos se les debe muchas prácticas del aspecto esotérico que enriquecieron el bujutsu y le dieron una dimensión mucho más profunda y más amplia en todos los aspectos. Estos religiosos inicialmente fueron instruidos por guerreros retirados o que se apartaban de la presión que podían tener en el castillo o en la corte, también al retirarse disponían de más tiempo para pensar y reflexionar sobre su disciplina, las estrategias más convenientes, la metodología a aplicar, etc., si a eso le sumamos las técnicas de control mental y de respiración que poseían los religiosos, está claro que el fundir esos dos mundos el resultado fue magistral tal y como se ha demostrado a lo largo del tiempo. Dentro de los religiosos también estaban los que residían en un lugar como podía ser un bosque, en una cueva, un monasterio o una ermita, pero también estaban los que eran itinerantes, que algunos sostenían por allí por donde pasaban que el el Arte que practicaban y enseñaban se lo había transmitido un Kami en sueños, como es el caso de la Kashima Shin Ryu.
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Como se puede apreciar dentro del amplio crisol de la cultura marcial japonesa, el Sensei es la figura principal y a su alrededor gira toda la educación del bujutsu o del Budo y lo que representa es la suma de los conocimientos culturales y marciales recopilados durante cientos de años y que en la actualidad están depositados en todos aquellos que nos dedicamos a la docencia dentro de las distintas disciplinas que componen el Budo. |
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No es un camino fácil de andar y menos aún de llegar y establecerse en él como docente, ni en el pasado ni en el presente, recuérdese el famoso dicho de uno de mil, “De cada mil personas que entran en un Dojo, la mitad se retiran en los primeros seis meses de práctica (son los curiosos o los que siguen a la moda del momento). Docientos completarán un año antes de rendirse y desistir (es vital estar mínimo 1 año para ver si la disciplina gusta o no y muchos vislumbran el escarpado camino que supone seguir y por eso abandonan). Cincuenta llegarán al segundo año y solamente diez complementaran el tercer año de práctica (estos 3 años representa el noviciado en cualquier Dojo y con cualquier disciplina). Menos de seis obtendrán el preciado cinturón negro primer Dan (los que llegan a esta etapa tenían un interés real porque estamos hablando entre 7 y 10 años de práctica continua; se suelen caer por no saber regular la práctica con las distintas fases por las que va pasando su vida: el aspecto sentimental, el primer hijo, un cambio de domicilio o de trabajo, etc.) y solo tres el segundo Dan... (eso quiere decir, estar formado en la base y comenzar a refinarla) Y de éstos tres, uno será un Sensei. Uno de mil estudiantes será un Sensei.”
De esa criba producida por el tiempo y la disciplina para ser un Sensei, habría que hacer otra selección superior, de mil que lleguen a ser Senseis en cualquier Budo, solo uno será un referente en su disciplina.
Se sobreentiende que me refiero a personas que han seguido una educación rigurosa en un Dojo serio y dentro de cualquiera de las disciplinas del Budo, no hablo de un cantamañanas que se pone al frente de las personas a realizar no se sabe qué o a organizaciones que crean instructores como churros con meros intereses mercantilista sin ningún tipo de escrúpulo.
Quiero terminar este artículo sobre la figura del Sensei con las palabras de Adachi Masahiro (activo hacia 1780-1800), porque a mi entender describe muy bien el Camino que lleva a ser un Sensei -siempre y cuando guste la docencia- cuando habla de la realidad, de la acción y de la formación básica,“La formación significa cultivar las técnicas que te ha transmitido tu maestro para saber maniobrar con libertad, reforzar tu cuerpo y dar solidez a tus habilidades.
La acción significa conocer la intensión que subyace tras las técnicas que te han trasmitido tu maestro, dominando los principios del combate.
La realidad se refiere al estado en el que tienes una intensión única e imperturbable, después de haber cultivado con éxito la formación básica y la acción.
A modo de analogía, cuando un herrero forja una espada, la primera labor es dar forma a la hoja, esto es la formación básica; tallarle el borde y limarla es la acción; y cruzar las hojas que se han afilado en la piedra de amolar es la realidad.
Al que ha dominado la realidad, la acción y la formación básica se le llama maestro.”
Ishana Pérez.
Aiki - Publis del mes de Enero de 2022.
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