Nuestro Apartado Aiki – Publis: Articulo Mensual
Mapa  de nuestra Web  

  Puedes Comentar el Artículo en Twitter    Puedes Comentar el Artículo en Nuestro facebook      


Les presentamos la 2ª parte de: “Hara en la lengua japonesa” de Karlfried Graf Dürcckheim. La primera parte se publicó en nuestro boletín el pasado mes de Enero de 2013.

        Dürcckheim nos sigue mostrando la dimensión del concepto “Hara”, tan necesario para los que caminamos por la Vía. Como él mismo dice: “Hara implica todo cuanto es esencial a la condición de hombre y a su modo de concebir la vida”.

Link con Información Biográfica sobre Karlfried Graf Dürckheim

        Esperamos después de leer estos dos artículos y reflexionarlos profundamente, que nuestra práctica se vea mucho más enriquecida; al menos esa es nuestra intensión: “colaborar para mejorar”.

        El texto fue publicado en España por Ediciones Mensajero.

Hara en la lengua japonesa, 2ª parte

        Queda cada vez más claramente de manifiesto, que la palabra Hara indica un estado de ser, que dota a las personas que lo obtienen, de capacidades especiales, tanto activas como pasivas.

        Le permite al hombre vivir experiencias que transcienden aquellas que puedan darse partiendo de sus cinco sentidos y que no tienen nada en común con las que le procuran sus instintos o su intuición. Hara es ese órgano, a la vez receptivo y creador que, en el fondo, es el hombre en su totalidad, el hombre que se manifiesta como tal. Ya hemos visto cómo libera al hombre de la prisión de su Yo egocéntrico los ejercicios del Hara, permitiéndole actuar a partir de su ser total.

        La confianza que el hombre tiene en sí mismo gracias a haberse enraizado en el Hara, representa la auto-consciencia de un Sí-mismo, que es mucho más que el Yo; primero porque no tiene por qué llegarle necesariamente aquello que toca o hiere a este último, y también porque es de mucha mayor talla. A este respecto es interesante hacer mención al concepto de haragei, ya que juega un papel importante en la vida japonesa.

        Esta palabra, literalmente, significa “el arte del vientre”, indicando cualquier actividad o arte que se realice partiendo del vientre. Y sólo el Hara es lo que permite alcanzar la perfección en el arte; perfección que no puede ser sino obra de un hombre que ha realizado la totalidad de su ser. El concepto de haragei supone, para el japonés, el más alto nivel de consciencia al que el hombre puede llegar por el Hara. Aquel que posee el haragei ha logrado, por lo menos hasta cierto punto, la “gran maestria”.

        Todas las artes al servicio del “Camino” -ceremonia de té, tiro con arco, sentada, esgrima- tienden, por principio, al haragei. Pero incluso en la vida cotidiana, las verdaderas relaciones de hombre a hombre, ya sean pasajeras o durables, se sitúan bajo el signo del haragei. Por ejemplo, una verdadera conversación se mantendrá de vientre a vientre, y no solamente de cabeza a cabeza, o de boca a oreja. Boca y oreja son únicamente órganos que juegan un papel de intermediarios, no actúan independientemente. Veamos una ilustración concreta: un hombre va andando por la calle, y a pocos pasos le sigue alguien. Sin volverse, siente que este último tiene intensiones hostiles con respecto a él, pero continúa tranquilamente su camino. El otro que, efectivamente, preparaba una mala jugada, siente que se ha percibido sus intensiones y se dice: “debe ser fuerte, más vale renunciar”. Estos dos hombres disponen de haragei. El perseguido tiene seguramente una gran sensibilidad y, además, emana de él una fuerza que llega hasta el malhechor. En cuanto a éste, tiene igualmente esa capacidad del ser “total” que consiste en percibir la fuerza del otro. Aunque el perseguido se contente con seguir su camino, adivina que tendrá que habérselas con un adversario. Se tendrá la tentación de hablar de presentimiento o de intuición, pero estas palabras no corresponden a los datos reales. Es una verdadera percepción de pensamientos y hechos, es una antena que capta los mensajes. Este ejemplo muestra que el haragei no es sólo una fuerza pasiva, sino también activa, haciendo que el hombre sea receptor (estudiar el Hara pueda quizás un día contribuir a penetrar en el misterio de la telepatía) ultra-sensible, a la vez que fuerte emisor.

        El juego de las preguntas y respuestas en el Zen es una forma de haragei. Ni el intelecto ni los cinco sentidos son suficientes en este caso. Y, sin embargo, el haragei no tiene nada de sobrenatural, excepto para aquellos que piensan que la naturaleza termina en el intelecto y en los cinco sentidos. Se podría llegar a decir, por el contrario, que el haragei es la manifestación plena de la “natura” que no puede realmente expresarse a fondo, ni a través de los cinco sentidos, ni del intelecto.

        Como vemos, gracias al Hara y a su concreción suprema, el haragei, de algún modo se produce en el hombre una transformación de todas us facultades. El hombre percibe la realidad con mayor sensibilidad, pudiendo reaccionar de otro modo a como lo hacía antes, al asimilar esta realidad. Por último, de él emana algo que produce un efecto totalmente diferente sobre los demás. Las relaciones de base con el mundo y con la vida, la percepción de las sensaciones, su asimilación y la respuesta que les da, se transforman de tal forma que su personalidad, en totalidad, se expande, siendo más profunda y más fuerte.

        El ejemplo del hombre que al sentir directamente la hostilidad de quien le sigue permanece en calma y, por ello mismo, hace que su perseguidor fracase, muestra claramente las cualidades espirituales que para el japonés contiene el Hara: calma absoluta e incondicional, extrema sensibilidad, gran facultad de comprensión, todo ello ligado a una rapidez de reacción en situaciones inesperadas, así como a una extraordinaria prontitud en la decisión. Hay en la lengua castellana una expresión “un hombre bien plantado”, que tiene su equivalente exacto en japonés: hara ga suwatte iru (o a la inversa suwatte inai), “tener el vientre plantado”, “tener el vientre sólidamente anclado, asentado” (o al contrario, no “asentado”). Al decir hara ga tatsu (haradachi), se quiere decir “que lleva el vientre alto”, o sea, que es irritable, encolerizable, o más familiarmente “que se carga fácilmente”.

        Un hombre bien plantado no reacciona tan vivamente: el vientre “que reposa” hara suwatte imasu, evoca una impasibilidad que no es inmovilidad, sino una paz interior inquebrantable, una total distensión (que no es aflojamiento) y, por otra parte, un poder de acción rápida y segura; esta impasibilidad caracteriza un estado de permanente calma que permite hacer frente a todo, y en cualquier momento. El hombre que la tiene está a la altura de cada situación y nada le puede hacer vacilar.

        Sentarse bien, tanto exterior como interiormente, es sólo posible si se dispone del Hara. Por eso el hara ga suwatte imasu, asentarse en el Hara, no concierne únicamente a la postura y al “peso” del vientre en el conjunto del cuerpo, sino que abarca igualmente al estado de espíritu que va ligado a la estabilidad de esta postura, que lleva ya en sí un equilibrio, tanto externo como interno, lo que significa, de una parte, que el centro interior está situado en el lugar que le corresponde en el cuerpo y, de otra, que la postura justa del centro de gravedad mantiene vivo este centro interior.

        Así el japonés dice: “hara ga suwatte iru toli ni wa chüshin gas hita ni aru ga, “cuando el vientre está -posado-, el centro está abajo”. Por el contrario, hara ga tatsu ton e o utsuru, “cuando el vientre está -alzado-, el centro se desplaza hacia arriba”, quiere decir que al estar el centro en la parte alta, a la actitud del hombre le falta seguridad, por lo que pierde su estabilidad.

        Las dos expresiones: suwatte iru y tatsu se pueden utilizar transitivamente, diciendo: hara wo sueru “asentar, posar el vientre”, también “dejar que se asiente”, como por ejemplo en la frase hara wo suete shigoto ni kakaru “ponerse a trabajar con el vientre posado”, es decir, emprender un trabajo o una actividad con una perfecta serenidad.

        Sigue siendo una sola y única cosa: lograr el centro justo, y consolidarlo. Para ello hay que ejercitar el vientre, entrenarlo: hara wo neru. Durante la guerra, éste uno de los slogans más utilizados para mover energías. El Hara wo neru es un ejercicio indispensable que el hombre ha de hacer, cualquiera que sea la Vía que elija, como pudiera ser el Arte. El hara no nereta hito, “el hombre de vientre entrenado” es el modelo que se busca, mientras que al hara no nerete inai hito “hombre de vientre no entrenado”, se le considera como a un principiante cuyo Hara no está bien afianzado, sin que todavía posea el centro estable que precisa para el pleno desarrollo de su ser. Conviene hacer, una vez más, hincapié en que la simple traducción de Hara wo neru “ejercitar el vientre”, está lejos de evocar la espiritualidad y la humanidad que, de hecho, se desprende de esta expresión.

        Se trata, además, de un ejercicio físico que concierne, sobre todo, a la parte inferior del abdomen. Asimismo hara ni sueru no quiere sólo decir “dejar reposar el vientre”, sino también “soportar, tolerar, aguantar”. Para el japonés, esta expresión no supone en absoluto, resignación. Cuando alguna contrariedad le hace acalorarse, “subirse”, aquél que tiene Hara “comprime” automáticamente lo que quiera que sea en sí mismo, en la región de las caderas (lo que no es de ningún modo represión). Es evidente que esta facultad tiene límites, que varían según el entrenamiento de cada cual. Naturalmente llega el momento en que se revienta: ano hito no kotoba wa hara si suekaneta, o sea, “yo ya no podía dejar por más tiempo esas palabras en mi vientre”, en el sentido de “no podía ya soportarlas”. En este caso “el vientre se subleva” hara ga tatsu, que es a lo que el japonés llama haradachi “la cólera ha subido y explota”, de modo natural, y no porque antes se haya rechazado y reprimido. Para expresar este tipo de cólera no asumida, sino de cierto modo “activa”, existe la expresión: hara wo tateru: “alzar el vientre”. Este estado lo puede suscitar algo como sentir profundamente la injusticia.

        La palabra Hara, si se emplea unida al vocablo mushi, “los gusanos del vientre”, constituye un tema de estudio particularmente interesante. Al igual que en nuestra expresión equivalente “eso me reconcome”, esta asociación tiene un sentido más fuerte que: “eso es difícil de digerir”. Pero al occidental no se le ocurriría la idea de localizar esta sensación profunda en la parte inferior del abdomen, porque en realidad, no se trata de la sensación que se engendra a la altura de los intestinos cuando, súbitamente, se siente espanto. Si el occidental dice: “eso me reconcome” piensa en dolor en la boca del estómago o en el pecho. Para el japonés, este dolor se sitúa más abajo, lo cual puede explicarse por el hecho de que piensa menos en el daño que se ocasiona a un órgano particular que en un estado que afecta a la persona en su totalidad.

        El japonés dice: hara no mushi ga osamaranai “los gusanos del vientre no se calman”, o también: hara no mushi ga shöchi senuu “los gusanos no quieren obedecer”, indicando así que no pueden, contener su cólera. Esta imagen de los gusanos sólo se utiliza de forma negativa. Osamaru, en sí, quiere decir: “volver a encontrar el orden” (por ejemplo: kuni ga osamaru -todo está en orden en el Estado-). Este término da a la frase hara no mushi ga osamaru un sentido que alcanza a la totalidad del ser. Hara no mushi indica un trastorno en todo el hombre. Hara no mushi, si va unida a osamaranai supone un desorden que para el centro es amenaza, percibiéndose como profundo desasosiego interior. Interesa señalar también que hara no mushi tiene un tercer significado, el de un presentimiento penoso. Se habla de mushi no shirase “la noticia anunciada por los gusanos”, en el sentido de presentimiento, de premonición. Si, por ejemplo, un amigo muere y si la víspera, sin caso el japonés dirá: mushi ga shiraseta, o mushi shirase ga atta “los gusanos lo anunciaban”.

        Cuando los gusanos no se calman, puede darse que el vientre se hinche. Entonces se acerca un haraise, un acto de ira, que es cualquier acción mediante la cual se dé libre curso a la ira, ante la incapacidad en la que se encuentra de reducir a la nada su verdadera causa. El sufijo “ise” de palabra haraise, sirve para formar el sustantivo del verbo iyasu, que quiere decir “curar”. En sí, este término está reservado al lenguaje médico, pero unido a la palabra hara significa reaccionar, aliviarse, aplacar el vientre.

        Este es un acto de liberación saludable, incluso si no parece razonable (por ejemplo: haraise ni mado wo kowasu -romper un cristal para curar el vientre, calmar la ira-).

        Este tipo de reacciones es característica, naturalmente, del hombre que no ha hecho su vientre. Esto es lo que dice la frase: hara no aru hito wa haraise ni koto wo shitarai wa shinai, “un hombre cuyo vientre está formado, no actúa por haraise”.

        El Hara es la cuna, tanto de las buenas como de las malas intensiones, el lugar donde se esconden los designios secretos. Se dice en japonés: kuchi wa warui keredomo hara no naka ni wa nani mo nai, “aunque tenga una lengua de víbora y sea una deslenguada, no tiene nada (de malo) en el vientre”. Y a la inversa se dice hara ni ichimotsu aru hito de alguien que tiene “mala intensión en el vientre”, es decir, de una persona pérfida, hipócrita. La palabra ichomotsu tiene un sentido muy particular; define algo pequeño que puede engendrar algo grande. Por eso kodan no ichomotsu, la parte entre las piernas, es una expresión popular que indica los testículos. Lo contrario de hara ni ichimotsu aru hito es hara no naka wa watte misemasu, “el hombre que presenta el interior de su vientre”: es aquel que se expresa con honradez, sin ocultar nada.

        Así como hara no naka wo watte hanashiau, que quiere decir: “hablar con alguien a vientre abierto”. Para traducir la sinceridad, siempre se emplean las expresiones hara wo waru o hara wo miseru.

        Si se duda de alguien, habrá que sondearle “palpar su vientre”: hara wo saguru. Pero si este hombre no tenía ningún mal pensamiento, se enfadará y dirá: itakunai hara wo sagureru, “se ha palpado injustamente a un vientre que no esconde nada”. Naturalmente que sólo aquel hombre cuyo “vientre esté limpio”, hara no kirei na hito tiene derecho a quejarse de este modo, y no el hombre macho el “hombre de vientre negro”, pleno de malos designios, el hara no kuroi (haraguroi) hito.

        Para terminar este capítulo, conviene aún citar dos expresiones que muestran la importancia de la palabra hara: se ni hara wa kaerarenu, proverbio que puede traducirse por: “no se puede cambiar el vientre con la espalda”, en el sentido de: “no se puede sustituir algo esencial por algo de poca importancia”. Y por último, el famoso harakiri. Hara wo kiru quiere decir: “rajar el vientre” (los samurái dicen seppuku y el pueblo harakiri). Si el japonés se suicida abriéndose el vientre es porque para él, es ahí donde se sitúa la sede de la vida.

Karlfried Graf Dürcckheim.

Aiki - Publis del mes de Septiembre de 2017.

          Hara en la lengua japonesa, 1ª parte.

#AikidoKuubukan / #DojoKuubukan

  Puedes Comentar el Artículo en Twitter    Puedes Comentar el Artículo en Nuestro facebook      

        

Haz clic si quieres comprar el libro: Hara, Centro Vital del Hombre.  Haz clic si quieres comprar el libro: Hara, Centro Vital del Hombre        

        

    Volver Atrás
© 2009 Surya.   Contacto: e-mail: secretariadeldojo@yahoo.es   Telf: + 34 639 187 140