Hara, es un libro de obligada lectura para cualquier budoka, o para todo aquel que se cultive en la Vía bajo cualquier disciplina. En él, están las claves para comprender este real y a veces difícil término.
Karlfried Graf Dürcckheim desgrana página a página los diferentes enfoques del Hara: comienza con lo que significa en la vida del pueblo japonés; continua con el Hara en su dimensión humana-universal; sigue con lo que supone la práctica en el camino a recorrer; y por último, lo que supone en aquel que lo ha desarrollado.
Es una lectura que recomendamos altamente y garantizamos que al concluirla nuestra visión-percepción de la Vía en que nos ejercitamos va a cambiar sustancialmente. Con ese buen deseo, les avanzamos la 1ª parte del capítulo: “Hara en la lengua japonesa”.
Hara en la lengua japonesa, 1ª parte
Todo lo que el concepto de Hara representa para el japonés, se refleja en su lenguaje.
Nosotros podemos penetrar mucho el sentido de este concepto, si estudiamos el significado de la palabra Hara, bien tomándola por separado o en algunas expresiones.
Como ya lo hemos visto, Hara, traducido letra a letra, significa “vientre”. A esta parte del cuerpo se la puede también denominar fukubu u onaka. Onaka significa literalmente “centro noble”; esta es una expresión infantil y popular que quiere decir “vientre”. Hara, así como fukubu y onaka, marca, a grandes rasgos, toda la región que va desde el estómago al bajo vientre. Igual que nosotros, distinguen el estómago, i en japonés, y la zona por debajo del ombligo kikai en japonés. Está palabra, kikai, asociada al término tanden designa el punto situado a unos cinco centímetros más abajo del ombligo. Tanden solo, significa centro de gravedad que se manifiesta en un Hara sólido.
Hara, tanto si se toma por separado o dentro de expresiones ya hechas, tiene un significado mucho más amplio que nuestra palabra vientre. Naturalmente que en la lengua japonesa se encuentra toda clase de palabras compuestas, y de expresiones referidas únicamente al sentido fisiológico de esta palabra, como puede ser -Hara ga itai-“dolor de vientre”, o -Hara ga haru-“el vientre engorda” (después de una comida abundante).
Así como en nuestra lengua, vientre puede tomar un sentido abstracto. Por ejemplo, el concepto de “un gran vientre” no despierta tan sólo la idea de una satisfacción física, sino también de una satisfacción del alma.
Para el japonés, igual que para nosotros, una persona cuyo vientre esté repleto, respirando bienestar, hace pensar que nada le falta y que, al tener paz interior está en armonía consigo misma y con el mundo. En japonés existe la expresión haratsuzumi“el tambor del vientre”, imagen que evoca un vientre en una buena tensión, como si estuviera esperando que se le tamborileara, como si quisiera dejarse oír. Haratsuzumi woutso“tocar el tambor del vientre”, que utilizan en el sentido de llevar una vida feliz. Quien estudie chino sabe, al conocer la época clásica, que la expresión kofuku gekijô, traducida literalmente por “golpearse el vientre y pisotear en el suelo”, está aludiendo a la época de los santos emperadores Yao y Shun. Era la época del “hombre satisfecho”; el pueblo vivía entonces en paz, sin preocuparse mucho ni del Estado ni de ningún ideal político. Sí, vivía totalmente tranquilo, como si no tuviera ninguna necesidad de emperadores. El pueblo, satisfecho, hacía “kofuku gekijô”; que era poner todo el peso del vientre una vez sobre un pie y luego sobre el otro, sin cambiar de sitio. Y, de hecho, ¿no es acaso un mal síntoma si el pueblo empieza a hablar de virtud y de amor a la patria?
La expresión hara wo kayasu, menos positiva, quiere decir “llenarse la panza”; en este caso se piensa en el individuo que obtiene beneficios poco honrados, o que hace negocios sucios, dejándose comprar.
También nosotros, en nuestra lengua, tenemos expresiones como “me dolía el estómago de tanto reírme”, o la de “reventar de risa” (el vientre revienta). La lengua japonesa tiene equivalentes como hara wo kakeru“agarrase el vientre”, hara no kawa wo yoseru“la piel del vientre se arruga”, que quiere decir reír exageradamente, o también hôfuku zettô suru“caer hacia atrás sujetándose el vientre”.
Todas estas formas de hablar que hemos estudiado hasta ahora, tienen una expresión que le corresponde en el vocabulario occidental. Pero veamos ahora un sentido totalmente diferente del concepto de Hara. El japonés habla de hara no aru (naî) hito“hombre con (o sin) vientre; hara no dekita (dekite inaî) hito“hombre que ha formado su vientre (o lo contrario; chüsai o Chüsana) hito, o sea: (o que no lo ha hecho)”. Dice: hara ôkü (o ôkina)“el hombre de vientre grande o pequeño; y hara no hiroi (semai hito), es decir “el hombre de vientre ancho (o estrecho)”. Estas expresiones no se refieren a diferencias fisiológicas, sino a hechos de orden psicológicos que indican diferencias, tanto psíquicas como espirituales. ¿Qué significa Hara no aru hito? Es el propio tema de este libro. Nos contentaremos con estudiar los significados directos de la palabra Hara: para el japonés, hara implica todo cuanto es esencial a la condición de hombre y a su modo de concebir la vida.
El Hara es el centro del cuerpo humano, pero el cuerpo es mucho más que un simple objeto bio-fisiológico. Esa es la razón por la que Hara es asimismo el centro espiritual, en la medida en que el cuerpo es la envoltura natural del espíritu. Por eso la palabra hara, por separado o en una expresión, se refiere siempre a la condición de hombre en su totalidad, a su forma fundamental de ser, así como a las cualidades espirituales específicas de las que depende una justa forma de ser, permitiendo así que esta forma se pueda manifestar en la existencia.
Volvamos al sentido de hara no aru hito. Es el “hombre que tiene centro”. Hara no nai hito expresa lo contrario “el hombre que no tiene centro” “aquel que pierde fácilmente el equilibrio (la verticalidad)”. En cambio, el hombre que tiene centro, está siempre en perfecto equilibrio; tiene algo de tranquilo y generoso, una amplia dimensión humana. Y es eso lo que se sobreentiende en la expresión hara no nai hito. Y si se quiere subrayar aún más este rasgo de carácter, se dirá hara no hiroi hito, es decir, una persona de gran corazón y generosa (lo contrario de hara no nai hito). Todas estas expresiones se refieren a la actitud del hombre en su relación con los demás, y frente a acontecimientos imprevistos, tanto en su forma de sentir, como en la reaccionar y juzgar. El hombre que ha encontrado su centro, se forma un juicio matizado y sereno. Mide sus palabras y sabe distinguir lo que es importante de lo que no lo es. Ve la realidad tal como es y la considera sosegadamente en toda su complejidad. En Hara no aru hito acepta tranquilo la realidad; nada, puede asustarle, ni turbar su serena disponibilidad. No quiere esto decir que tenga la piel dura o que sea insensible, sino que es la constitución interior que él se ha forjado. Esta se caracteriza por una gran flexibilidad que le permite adaptarse a cualquier situación con la mayor naturalidad y calma. Por ello hara no aru hito habla de alguien que sabe lo que tiene que hacer en una situación dada. Nada le hace perder el dominio de sí mismo. Si se declara un incendio y todo el mundo pierde la cabeza, él hace inmediatamente, y con calma, lo que haya que hacer. Tiene en cuenta la dirección del viento, salva lo esencial, y va a buscar agua; y en todo actúa según exige la situación, sin vacilar, con naturalidad.
El Hara no nai hito se conduce de forma absolutamente opuesta. Es el hombre de juicio apresurado. Le falta esa medida que debiera ser como su segunda naturaleza. Reacciona de manera subjetiva y falta de toda lógica, arbitraria y desigual. No sabe diferenciar lo importante, lo esencial, de lo que no lo es. Su juicio no se fundamenta en hechos objetivos, sino que depende de factores momentáneos, de elementos de orden subjetivo: estado de ánimo, de humor, de nerviosismo. El hara no nai hito se asusta y se pone nervioso, no porque sea especialmente más sensible, o porque tenga los nervios frágiles, sino porque le falta ese eje interior que le daría un asentamiento sólido, haciéndole así capaz de tener un comportamiento objetivo y acertado frente a cualquier situación. No ve sino lo que quiere; o bien se instala dominado por su intelecto o por sus emociones, o es inconsciente. Si de repente se encuentra ante una situación grave, pierde la cabeza o reacciona con ciega terquedad.
El Hara, sólo en muy pocos casos, es un don. Es el resultado de una auto-educación permanente, el fruto de una evolución personal consciente. Y es eso lo que el japonés expresa con: hara no dekita hito, es decir, “un hombre que ha hecho su vientre”, o dicho de otro modo, un hombre que ha logrado la madurez. Aquel que no ha evolucionado de este modo es hara no dekite inai hito, el hombre inmaduro, que se mantiene, espiritualmente hablando, demasiado joven. El japonés dice también: hara no dekita inai wa hito hito no ue ni tatsu koto ga dekinai, quiere decir, “el hombre que no ha hecho su vientre, no puede dominar a los demás (no es apto para dirigir)”. No se trata únicamente de una cuestión de edad. Para calificar a un joven, se dice mucho wakai keredomo hara ge dekite iru, “es joven, pero su vientre ya está hecho”. Sin embargo, el hara no dekita hito designa, generalmente, a hombres de cierta edad, quizás porque, de hecho, para llegar a la madurez es necesario el tiempo.
Del hombre espiritualmente maduro, se puede también decir hara no ôkii hito, “el hombre de gran vientre”, señalando que la palabra ôkii, grande, tiene este significado solo cuando va asociada al vocablo hara; queriendo decir en este caso: de amplias miras, magnánimo, generoso, pero nunca con el sentido de ser complaciente. Al hablar de hara no ôkii hito, se dice seidaku awase nomu: “quedarse con lo puro y con lo impuro”, en el sentido de aceptar, incluso, de recibir favorablemente todo, y de dar a cada cosa su propio valor. No podemos, llegar aquí, dejar de pensaren el héroe popular de la Restauración japonesa Saigo Takamori. Se hizo célebre por no haber dicho nunca nada malo de nadie. Sabía reconocer algún mérito en todos, incluso en el más vil de los hombres, así como sacar de todo encuentro alguna enseñanza.
No sólo podía resistir toda las adversidades, sino también acogerlas favorablemente, sacando provecho de ellas. Al japonés no le gustan los juicios morales, tampoco cuando a veces tiene que hacerlos. Su actitud típica es la de aceptar la vida tal como es, en cada una de sus manifestaciones concretas, y no la de clasificarlo y ordenarlo todo en categorías racionales o morales. Es éste un ideal de todo un pueblo, que considera que toda reacción estéril de descontento, así como todo juicio ligero, es una debilidad y una mezquindad. Por esto mismo, a muchos japoneses les choca el concejo de Confucio, recomendado que se evite el trato con gente de mala vida, así como el proverbio: shu ni majireba, akaku Naru, “quien tocara el color rojo se volvería rojo”. Desprecian este concepto mezquino y se oponen a él con el de hara no ôkii hito, que no solo no destruye lo que es vil, sino que descubre en todas las cosas su parte positiva.
Por el contrario, el hara no chiisai hito, “el hombre de poco vientre” es también, necesariamente, un hara no dekite inaii hito, o sea, “un hombre que no se ha hecho su vientre”. Este hombre expresa su inmadurez desde todos los puntos de vista. Es mezquino en sus relaciones con los otros, se irrita fácilmente, se muestra susceptible por la mínima cosa, haciendo de este modo que todo el mundo huya de él. Le gusta que le halaguen y se une a quienes comparten su opinión.
No sabe comportarse con lo que en este mundo hay de “impuro”; es timorato que, en el fondo, tiene miedo a la verdadera pureza. Sufre complejos de inferioridad y, por consiguiente, como todas las personas de este tipo, tiende a la sobre-compensación. El hombre a quien sólo le preocupa su Yo, buscando continuamente la seguridad en la afirmación de este Yo, no podrá nunca ser un hara no hito en calma y siempre disponible.
El Hara confiere a la persona, en su totalidad, una cualidad específica; se podría incluso decir que hace de ella una persona “total”. Aquel que no posee el Hara no es “total”. Este concepto figura también en otras expresiones. Por ejemplo, cuando se dice que algo se ha hecho “con el vientre” se quiere con ello expresar que esa acción no es fruto del buen funcionamiento de un órgano específico, sino que es obra de todo el hombre, aunque éste haya tenido que utilizar uno cualquiera de sus órganos. Por eso se dirá hara goe“con una voz del vientre”, o hara de kangaeru, “pensar con el vientre”.
Hara, con su sentido verdadero, no tiene nada que ver con la idea de corpulencia, de mucho vientre. Por lo cual, hombres que tienen el vientre liso pueden tener vientre, en el sentido espiritual del término hara y, a la inversa, hay hombres tripudos que no lo tienen. Esto podría hacer pensar que no existe ninguna relación fisiológica entre los dos sentidos de este término; en realidad sí hay una cierta relación fisiológica, que no es una cuestión de dimensión. Para comprender mejor esta idea, tomemos el ejemplo de la voz del vientre. Efectivamente, la voz viene del vientre, pudiéndose claramente distinguir a aquel que habla con voz del vientre, de quien habla con voz que le viene de la garganta, de la cabeza o del pecho. Todo el mundo conoce estas diferencias y sabe por experiencia hasta qué punto su voz cambia en función de su humor y de su estado de ánimo.
El terror corta la voz; el dolor, el miedo, la preocupación puede ahogarla, o asfixiarla. Quien haya aprendido a prestar atención a esto, puede descubrir fácilmente, por las modificaciones en la voz de su interlocutor, las fluctuaciones que se producen en su humor y en su actitud. Pero no es éste el momento de profundizar en esta cuestión. Indicamos simplemente las correspondencias existentes entre la actitud interior y el vientre, en el sentido físico del término. Hara es, ante todo, un concepto espiritual, que se aplica de igual modo a un nivel corporal. El japonés distingue la voz que sale sólo desde la garganta o del corazón, de aquellas que vienen del vientre, observando en todos sus matices, los diferentes significados psicológicos. Valora el hara-goe, la voz del vientre porque, para él, es expresión de haber integrado el ser, de unidad perfecta, prueba de amplitud y de profundidad. Por el contrario, si alguien pronuncia palabras profundas con una voz de la cabeza, no se le toma en serio, sospechando no sea sincero.
El maestro valora el nivel de madurez de su alumno por el timbre de su voz y, en general, el japonés tiene en cuenta la voz de su interlocutor. Confía sólo en las voces que salen del vientre.
La expresión hara de kangaeru traduce en el campo del pensar, y hara goe en la de la voz, si el “hombre total” participa en su forma de pensar. Esta expresión es opuesta a la de atama de kangaeru“pensar con la cabeza”, o bien a atama no saki de kangaeru, que puede traducirse por “pensar con la coronilla”. El japonés, tocándose la frente con el dedo, dice: koko de kangaeru no wa ikemaseu, que quiere decir: “no es con esto con lo hay que pensar”, añadiendo muchas veces: hara de kangaenasai, “por favor, piensen con el vientre”.
En tiende así que no hay que pensar sólo con la razón, intelectualmente, sino de forma más profunda, con la totalidad del ser. Ello supone, evidentemente, que se “tenga vientre”. Y se dirá: hara no nai hito wa, hara de kangaeru koto ga dekinai, “un hombre sin vientre no sabe pensar con el vientre”. Esto no es ningún modo una tautología, porque a veces puede ocurrir que un hombre sin vientre piense con el vientre. De lo que se trata, en definitiva, no es de describir una actitud momentánea, sino un estado habitual de ser, que se ha convertido en segunda naturaleza. Señalemos también la palabra fukuan, proyecto, plan, que se traduce literalmente por “proyecto que sale del vientre”. Únicamente aquello que procede del vientre es sólido, tiene perspectiva, siendo opuesto a reflexiones cerebrales o a intuiciones nacidas del azar.