EDITORIALES 2010 |
Indudablemente para que exista la conexión entre el novicio y el Sensei lo primero que se tiene que establecer es el lazo entre ambos. Aparte del ceremonial clásico para ello, existen otros vínculos previos. Estos pueden ser muy variados, por ejemplo: el gusto por la disciplina que se practica, -en este caso el Aikido-; la forma de impartir esta, es decir, -el método-; la unión emocional por el contacto y el afecto, etc.. La lista puede ser grande, pero creo que con estos ejemplos se da una idea de la dimensión de la unión inicial, hasta que llegue el momento de realizar el nudo en el lazo.
El problema está por parte del estudiante que solo le gusta “el buen rollito” con el Sensei, en cambio, no le gusta cuando este aplica la severidad de la enseñanza y del Arte. Normalmente cuando pasa esto el alumno entiende que el Sensei la tiene cogida con el; “no se que mosca le ha picado”; “se ha vuelto con mal carácter de repente”, etc. Esto demuestra que el alumno todavía no tiene madurez ni en la disciplina ni en su persona, -aunque la aparente-. Esta inmerso en un estado de confusión porque solo busca la satisfacción sensual y ególatra, no el ahondar en la enseñanza.
Cuando pasa eso el discípulo esta en una zona de riesgo, o cambia de actitud, -ese es el problema esencial-, o va a abandonar el Dojo, al Sensei y casi seguro el Arte del Aikido.
Dentro de este estado mental no cabe ser un Rônin, pues allí donde va, de alguna manera se va a tropezar con el mismo problema.
Ya lo dice la tradición:
“Un discípulo mediocre utiliza la influencia de su maestro. Un discípulo medio admira la bondad del maestro. Un buen discípulo se hace fuerte bajo la disciplina del maestro”.
Ishana Pérez, Diciembre de 2010. Subir
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Muchas veces los estudiantes se confunden con estos dos términos, piensan que la comprensión viene sin el trabajo. Según Takua Shoho, “Existe la práctica relativa al principio y la práctica relativa a la técnica”, es decir, el principio y la práctica son lo mismo, aunque bien es verdad que el principio lo podemos ejercitar en cualquier ámbito, es más, deberíamos aplicar el principio en cualquier aspecto de nuestra existencia. Pero la técnica se tiene que ejercitar en su entorno, -en el Tatami-, y esto entronca con lo que decía O Sensei, “La práctica diaria del Aikido permite que vuestra divinidad interior brille más y más”.
Esto en palabras sencillas quiere decir, sudar, sudar y sudar, es más, por efectos de la presión llega la comprensión, pensemos en el carbono que se convierte en diamante.
No debemos dejarnos enredar por el intelecto, eso no funciona, solo podemos comprender-asimilar con el cuerpo y no con el intelecto. Por seguir citando a Takuan, “Aunque se conozca el principio, hay que conseguir volverse completamente hábil en el uso de la técnica, (y esto es a base de sudor y de horas de trabajo), e incluso si se sabe manejar muy bien la espada y los aspectos más profundos del principio no están claros, es probable que haya falta de eficacia. La técnica y el principio, son exactamente como las dos ruedas de un carro”.
Está claro, si queremos superación y profundidad en el Arte hay que trabajar duro, dicho de otra manera, hay que invertir horas de trabajo semanales, mensuales, trimestrales, semestrales, anuales y de ciclo marcial, en palabras de O Sensei, “No tengáis prisa, ya que se tarda un mínimo de diez años para dominar los fundamentos y alcanzar el primer nivel”.
Ahí está la tradición que nos habla desde el pasado, o acaso pensamos que nosotros somos más listos y que no nos hace falta el bagaje-herencia que nos han dejado.
¿Tú qué piensas?
Ishana Pérez, Noviembre de 2010. Subir
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Normalmente en nuestro mundo del Budo cuando oímos este concepto siempre nos imaginamos un poder sobre natural, es decir, alguien que es capaz de neutralizar un ataque en las situaciones más vulnerables, o el percibirlo antes de que se produzca, vamos, algo que para la mayoría de los practicantes no está a su alcance.
Pero se nos olvida lo más cotidiano, lo más natural -el día a día-; ¿para qué sirve la atención-concentración en el día a día?
Bien, ante esta interrogante cabria decir que para todo, y esto me recuerda una historia Zen: cuando aquel monje le pregunta al patriarca Chino:
¿Cuál es el secreto del Zen?
Y este contesta: ¡Atención!
Sí, sí, ya lo sé, ¿pero cuál es el verdadero secreto?
Y con calma y bondad de Bodhisattva le vuelve a contestar: ¡Atención! ¡Atención!
Normalmente se nos olvida que es un poder que hay que ejercitar constantemente, y no solo cuando estamos dentro del Tatami. Cuando trasladamos ese concepto a lo diario, a lo usual, por trivial que sea la tarea emprendida, es en ese momento cuando somos “sobre naturales”. Pero vamos a ser más concretos; dentro de nuestro contexto sirve:
- Para prepararse viniendo de casa al Dojo, para las clases habituales, seminarios, intensivos, etc.
- Para cambiarse para la práctica.
- Para limpiar el Dojo.
- Para entrar en el Tatami antes de iniciar la clase.
- Para el Rei de comienzo, con el objetivo de aunarnos.
- Para el calentamiento, con la meta de sentirnos y preparar nuestro cuerpo para el trabajo.
- Para aprovechar bien las explicaciones centrales y particulares.
- Para no dañar al compañero de práctica, ni a los que están trabajando a nuestro alrededor.
- Para reaccionar durante el trabajo de Tori.
- Para reaccionar durante el trabajo de Uke.
- Para el Rei final, de esta manera poder asentar lo aprendido, experimentado y descubierto ese día.
- Para mirar el calendario de actividades y ver lo que hay previsto en el mes y poder participar.
- Para el estudio de los grados, y de esta manera ser consciente del protocolo establecido…
Si fuéramos capaces de tener una atención-concentración sostenida para todas estas cosas, tal vez podríamos ser “sobre naturales”.
Ishana Pérez, Octubre de 2010. Subir
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Después del merecido descanso -práctica silenciosa-, llega la fase de afrontar de nuevo la práctica, de retomar los propósitos planteados cuando comenzó el año.
También es un buen momento para recapacitar de lo hecho hasta este momento, de ver si tenemos que redireccionar nuestro Keiko en lo que resta de año, en definitiva, la autoobservación de uno mismo y de su producto.
Tenemos que comenzar a tomar el ritmo de las clases, la práctica opcional y el estudios de los grados, todo este proceso hay que hacerlo de forma progresiva, para ir acostumbrando a nuestro cuerpo y a nuestra mente a tener regularidad. Hay que aprovechar la frescura que esta tiene, para encauzar mejor nuestras aspiraciones.
La vuelta tiene que ser con absoluta determinación para afrontar la recta final del año, como dice Yagyû Munenori: “La mente que tiene una específica actitud hacia el interior y una intensa concentración de pensamiento se le llama voluntad. Siendo la voluntad interior, lo que emana hacia el exterior es el estado de ánimo”.
Ishana Pérez, Septiembre de 2010. Subir
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Para afinar esta cualidad y que nos sea rentable en el Aikido, hay que comenzar por desarrollar los sentidos, esto es:
La vista, hay que ser muy observadores cuando se muestra, -que es para lo que la mayoría de la gente piensa de su utilidad-, pero no es así, no solo observamos a los demás, también tenemos que volver la vista a nuestro interior, para saber cómo actuamos, como reaccionamos, como integramos…
El oído, hay que escuchar lo que se dice y lo que no se dice.
El olfato, hay que ser como un sabueso interpretando - percibiendo todo aquello que nos rodea.
El gusto, se necesita la predisposición interna para realizar las cosas lo más perfectas que nos permitan nuestros conocimientos, nuestro bagaje y nuestro cuerpo.
El tacto, hay que ser sensitivos en todos los campos, percibir hasta el más mínimo detalle, acción, o intensión, con el objetivo de poder posicionarnos de una forma ventajosa o reaccionar adecuadamente.
Sin este proceso de “purificación”, se hace difícil afrontar la práctica con rentabilidad, y por lo tanto, la evolución.
Pero claro, siempre están las interrogantes:
¿Cómo lo hago?
Fácil, centrando todo nuestro potencial en los principios del Arte, (Centralización, Expansión, Control y Esfericidad) buscándoles su aplicación práctica en todos los campos, sin apartarse un pelo de ellos; abriendo nuestras mentes y corazones. De esta manera nos volvemos más sensibles, más intuitivos, más perspicaces, y es cuando comprendemos.
Ishana Pérez, Julio de 2010. Subir
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Muchas veces me pregunto por qué la gente que trabaja, -y en un gran número de casos muy duro-, no progresa. Desde hace muchos años tengo por costumbre preguntar a la gente que llega al Dojo para estudiar con nosotros: ¿cuánto tiempo se va a quedar? Y ¿por qué quiere practicar Aikido?
En un alto porcentaje, tanto de los que ya están como de los recién llegados, siempre hablan de beneficios para sí mismos: mejor calidad de vida; más autocontrol sobre la propia mente; como beneficio para aplicarlo en el entorno cotidiano, etc.
Pero como me decía un Swami antaño, “la gente llega con un tipo de mente, -se refería a su Ashram (monasterio)-, y estando aquí, quieren seguir conservándola, ¡pero aún así, quieren cambiar!”.
Eso es equiparable a nuestro dicho, “querer servir a Dios y al diablo a la vez”. No es posible, no se puede hacer. Si decidimos comprarnos unos zapatos porque los que tenemos están rotos, -con agujeritos en la suelas-, y ya tenemos los nuevos, ¿cuál es la razón de seguir conservando los viejos? Y más aún ¿por qué me los vuelvo a poner?
Si se decide cambiar, hay que abandonar las viejas tendencias, -que ya se ha comprobado que no nos valen-, más que nada, porque llevan mucho tiempo con nosotros y en vez de aportarnos lo que hacen es restarnos. Por lo tanto, la nueva actitud es como cuando se trasplanta un brote, -que son los principios que rigen la disciplina que hemos elegido para el cambio, en este caso el Aikido-, hay que cuidarlo con mimo para que enraicé, que nos trasforme, y de esta manera poder florecer y dar fruto.
Ishana Pérez, Junio de 2010. Subir
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A mi manera de ver, en nuestro mundo del Aikido se descuida mucho el trabajo mental, tanto dentro de la estructura de la técnica del Arte, como del desarrollo de otras disciplinas que nos pueden servir de ayuda para mejorar el propio trabajo que se realiza en Aikido.
Hay muchas referencias en la tradición, -que ahora no voy a entrar, ya que si no dejaría de ser una editorial, para pasar a ser un artículo-, que apuntan que solo con el trabajo físico no se obtiene un desarrollo integral dentro del Arte. Esto solamente se puede realizar cuando se ejercita nuestra mente dentro del cuerpo de la Waza, como separadamente.
La meditación realizada cotidianamente (al igual que los intensivos) es un refuerzo de inmunidad para muchas de las amenazas que hay en el largo camino a recorrer, pero pocos son los aikidokas que se cultivan en esta disciplina, y lo peor de todo, es que desdeñan de una herramienta que les sería de mucha utilidad.
Es igual de difícil ponerse ante un ken con las manos desnudas y no tener aperturas, que sentarse inmóvil y no ser perturbados por las andanadas de pensamientos. En los dos casos, hay una mente serena y un centro estable, lo que cambia, es la aplicación del estado mental.
Si tu mente esta crispada y estas rodeado por tres o más compañeros que te atacan continuamente, tus respuestas no van a poder ser fluidas, ni vas a poder adaptarte a las circunstancias cambiantes de todos esos ataques simultáneos.
Por el contrario, si tu estado mental es sereno, la visión será correcta, el Musubi es inmediato, la respiración se adapta a la inmediatez del momento concreto, el cuerpo fluye en un continuo flujo de Ki sin un gran esfuerzo.
Pero para que se den todos esos elementos, es necesario cultivar la parte mental, y la mejor manera de adiestrarla es meditando.
Ishana Pérez, Mayo de 2010. Subir
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Muchas veces siempre pensamos en esta palabra como un deber hacia los demás, es decir, cuando contraemos una obligación, ¿pero qué me dicen ustedes hacia uno mismo?
El Keiko no puede depender de agentes externos a uno, por el contrario, tiene que hervir dentro de si como un impulso hacia la maestría, tanto técnica como personal.
Si vamos a depender de las circunstancias, -el estado de ánimo, la climatología, la instalación, e incluso las ausencias del Sensei, bien por dar seminarios fuera del Dojo, por viaje de formación, por enfermedad, etc.-, entonces, hay que darse cuenta de que el Keiko no se ha establecido dentro de uno y por lo tanto, todavía no se ha tomado consciencia de la profunda significación de la práctica – ejercicio como método de transformación personal.
Indudablemente esta visión es el Aikido como Vía, -la real-, aunque soy consciente de que hay otros enfoques validos desde la perspectiva individual: relaciones sociales, mantenimiento de la condición física, lo lúdico…, pero si estamos en esa dimensión, no podemos exigirnos resultados trascendentes, solo podemos aspirar a satisfacciones pasajeras.
Se tarda tiempo en acceder al Aikido como Vía, eso va a depender solo del compromiso que se tenga con sigo mismo, ya lo dice la tradición: “el Sensei solo enseña el 20% del Arte, el otro 80% que resta, es producto del esfuerzo del estudiante”, y es a partir de ahí cuando comenzamos a comprehender e integrar.
Ishana Pérez, Abril de 2010. Subir
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Suelo ser bastante crítico con este aspecto de nuestro Arte, más que nada porque pienso que a pesar que es uno de nuestros ideogramas y pieza fundamental en la disciplina, es lo menos que abunda. Pero de la misma manera que hago la crítica, también realizo la alabanza.
El otro día tuve el gran placer de asistir a una invitación de un Dojo amigo; la verdad, cuando llegue me lleve una grata sorpresa, nuestro anfitrión había invitado a otros aikidokas que hace un trabajo opuesto al suyo, -pero totalmente en las antípodas-, allí, todos en buena armonía trabajamos sin importar grado, renombre, nivel… solo Keiko, buena disposición y entrega de los unos para con los otros, sin malas caras ni gestos de desden con la cabeza, algo digno de resaltar.
Inevitablemente me asaltaron las palabras de Tamura Sensei cuando oyó un día decir a O Sensei “Los practicantes del Aikido son perversos”, (Aikido etiqueta y trasmisión, pág. 152), -me imagino que hacia referencia a la segunda acepción de esa palabra de nuestro diccionario-, y pensé en ese momento que la vida a abierto una brecha de esperanza, -al menos para mi-, ya que soy partidario de esa misma opinión de O Sensei.
Tarde o temprano tenemos que entender que solo con la colaboración y las buenas intensiones, salidas de vientres sanos, es la mejor manera de progresar los unos con los otros, ¡no hay otro camino!
Cada vez más se va produciendo en la sociedad ese espíritu de solidaridad y comunión global, es lento, pero está presente día a día, la pregunta es:
¿Salpicará al mundo del Aikido?
Y el mundo del Aikido dejará sus lastres y pondrá alas a una nueva forma de relación, más franca, más sincera entre si.
Aunque el vocablo “Ai” esta presente en la filosofía y en la técnica del Arte, me da que la mayoría no lo han visto nunca, o aún no lo ven.
Veremos en un futuro inmediato que pasará.
Ishana Pérez, Marzo de 2010.
P.D. Muchas gracias al Dojo anfitrión por su iniciativa y por la gran cena que nos ofreció en el mismo lugar después. Subir
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La verdad que no salgo de mi asombro, lo digo por las cosas que se comentan; pienso que a veces hay personas que se ponen al frente de de un “dojo” y se olvidan para empezar de las buenas formas, es decir, las normas básicas de educación y cortesía con el alumnado, aún, a sabiendas que es una parte vital para la formación en el Aikido, -quizás están anclados en un esteriotipo que pertenece a la edad media-, y no son consciente que la educación ha avanzado muchísimo gracias a Dios, beneficiando tanto a alumnos como a profesores; cabe la posibilidad también de que ellos sean mal educados, simple y llanamente.
Lo siguiente para un docente es la pedagogía que emplea para la trasmisión, que tiene grandes dosis de lo antes mencionado, -las buenas maneras-, aparte de los conocimientos que se puedan impartir. Pero la base de la enseñanza está en el ejemplo que se da al alumnado, más que nada porque ellos después van a imitar lo que observaron – vivieron, entonces, ahora también nos referimos a la conducción del estudiante, a la correcta construcción del sujeto aikidoka.
Si ya el mundo que nos a tocado vivir está en gran parte desprovisto de valores y muchos malos ejemplos, no aumentemos más ese caudal dentro de nuestra pequeña parcela marcial, -contrarrestemos ese mal fenómeno con nuestro hacer-, y edifiquemos personas cabales a través de los principios del Aikido.
Antes de empezar a andar con un alumno, tenemos que saber:
¿Dónde queremos ir?
¿Por dónde vamos a orientar nuestros pasos con el?
¿Cómo vamos a ir? Y por último, ¿Cuál es el fin que se persigue? Ahora me refiero a la andragogía.
Si solo pensamos en el individuo que se acerca a nosotros en términos económicos, -no humanos-, entonces, a mi manera de ver se ha perdido la perspectiva del Arte del Aikido, esa actitud desemboca en un especulador materialista que hace algo que se llama “aikido”, como podría hacer cualquier otra cosa, ya que su fin, su único fin, es el €.
Ishana Pérez, Febrero de 2010. Subir
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Comienza el año y no se sabe exactamente por qué, pero todos hacemos nuevos proyectos para el año que se nos abre ante nosotros.
Bien es verdad que existen planificaciones que tienen en cuenta el año escolar, (de septiembre a junio o julio), otros se vuelcan en el año natural. Los planes y objetivos que ideamos hay que darles curso bajo un método y una escrupulosa planificación, de lo contrario, están abocados al fracaso antes de comenzar su andadura.
La raíz que nutre la voluntad para llevarlos a cabo, se debe de alimentar de la lucidez mental para en un primer momento expresarlo de forma escrita, programada, estructurada, con una ascendencia progresiva, con sus fases de chequeo y control para ver si a lo largo del ciclo se van cumpliendo nuestras expectativas iniciales.
Estos intereses pueden ir desde el nivel técnico al que se aspira acceder en los distintos apartados: armas, ukemis, desplazamientos, Waza, etc.; si se va a afrontar un grado; cuántos seminarios se van a realizar y los objetivos a conquistar en cada uno, -tanto dentro del entorno de formación como fuera-; cuándo se producen los periodos álgidos de práctica intensa, como los de práctica silenciosa, -los descansos-. En definitiva, hacernos nuestra composición de lo que queremos lograr en este 2010.
Si no existe lo antes mencionado seremos zombis con keikogi, -no sabemos lo que queremos ni a donde vamos-. Y ¿cuál es el resultado de esa forma de actuar?
Gasto energético, económico y de tiempo mal empleado, lo cual nos lleva directamente a la frustración, cuando al final del año que comienza se realice una mirada retrospectiva, en ese momento, nos daremos cuenta de nuestro deambular sin rumbo ni rendimiento. Esa filosofía no es válida ni desde el punto de vista lúdico, porque va minando nuestra motivación.
¡Estamos aún a tiempo! Planifiquemos nuestro esfuerzo para que nos sea rentable.
Buen año para todos y que no haya lesiones.
Ishana Pérez Enero de 2010. Subir
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