EDITORIALES 2016 |
“Cuando las palabras pierden su significado, la gente pierde su libertad”.
Confucio.
Si solo nos quedamos en la antesala del significado de lo que hacemos, entonces no llegamos ni a la condición de loros repetidores parlanchines.
A toda palabra es posible discriminar una consideración semántica que la particulariza y una valoración semiótica o cualitativa, esto es un asunto conocido por todos; pero en la cultura Védica se descubrió hace miles de años que la percepción de una palabra se puede descomponer o aislar en tres estratos superpuestos, por lo que es posible obtener de ella el nivel de conocimiento propuesto si se ahonda en esas tres capas.
El primero de estos estratos y también el más superficial es el sonido (Sâbda), en este apartado la palabra recibe de hecho una consideración semántica, pero no particulariza por el objeto que representa fonéticamente, sino en puridad, solo por su resultante sonoro o vibrátil.
Como se puede observar, la atención en este caso no se polariza en el objeto denominado sino en el sonido denominante, puesto que el interés analítico no reside en la palabra (el signo), sino en la percepción del objeto o cosa que aquella designa.
Ejercicio:
Se han parado alguna vez, bien sea sentados o tumbados con los ojos cerrados a pronunciar la palabra Ai – Ki – Do, e intentar sentir el poder de esa vibración.
¡Ahí dejo el primer deber para hacer!
En la segunda sección o estrato, se trabaja sobre la significación (Ârtha), la cual suele describirse como una corriente sensorial interna.
¿Qué quiere decir eso?
Lo que quiere decir es que cada palabra pronunciada verbal o mentalmente, es una vibración particularizada y cualitativa que levanta una ola (Vritti) en la mente (Chitta). La vibración o sonido es un hecho estrictamente objetivo, aunque describe la cosa en particular, pero la ola (Vritti), viene cualificada por la significación que la mente da a la cosa.
¿Cuántas veces a lo largo del día pensamos en Aikido?
¿Cuántas de esas veces intentamos aproximarnos a su significado real, -y no me refiero a la filosofía-?
Ejercicio:
Póngase cómodo, sentado o tumbado (cuando adquiera dominio y sensibilidad lo podrá hacer hasta caminando), luego, pronuncie la palabra Ai – Ki – Do, déjese y sienta que esa ola que se levantó le inunde, luego, observe de una forma ecuánime que significados da su mente a Ai – Ki – Do.
La tercera sección de la palabra es el conocimiento (Jñana), al que podemos denominar la respuesta de la mente.
Cuando al fin, solo queda en la mente el conocimiento de la cosa (Jñana), este conocimiento es idéntico a la cosa misma.
De ordinario, los tres componentes de la palabra (Sâbda, Ârtha, Jñana), los percibimos aglutinados en un todo que se presenta como indivisible, pero una práctica asidua permite discriminar y seleccionar los estratos e incluso sensibilizarse en la percepción de cada uno de ellos.
Esta investigación no es un estudio intelectual sobre el significado profundo del Aikido, es una exploración sensitiva de Ai – Ki – Do.
“La palabra es el espejo de la acción”.
Solón.
Ishana Pérez, Diciembre de 2016.
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Hay una máxima que dice: “Para ser un buen tori, primero hay que convertirse en un buen uke”.
¿Cuál es el papel del uke en la explicación central?
Lo que pocos toman consciencia es de tal responsabilidad, yo me atrevería a decir que es del 50%, porque el Sensei muestras un rol y ¡uke debe mostrar el otro!
Dado que los que observan no solo van a imitar el papel que realiza el Sensei, sino que también el que realiza el uke.
Dicho de otra manera, es lo que van a copiar, imitar y repetir después de observar.
Por lo tanto, la respuesta que se da al tomar ukemi tiene que ser lo más limpia y pulcra posible, con un gran ejemplo de cómo moverse, fluir, seguir, conectar, sentir, etc., es decir, la utilización del cuerpo, el movimiento y el espacio de forma eficaz y eficiente.
Otro aspecto de relevancia es la entrega en la explicación, eso quiere decir su honestidad a la hora de realizar su ataque y la viveza para recepcionar la respuesta, ¡cosa nada fácil! Dado que hay que sumar la pulcritud que se dijo más atrás.
Sobra decir, -pero por si acaso-, que no es posible actuar llevando el centro de gravedad (Tanden) atrás y permitiendo que aparezca el miedo, en especial cuando se realiza el ukemi, ¡gran obstáculo éste!
Otra cosa a la que hay que prestar mucha atención dentro del ataque es realizarlos en el nivel adecuado: Jodan, Chudan o Gendan; y realizar el ataque correcto: Shomenuchi, Yakomenuchi, Ushiro ryotedori Kubijime, etc., ser engorroso en este aspecto dificulta mucho la explicación y luego la ejecución de quién la está observando.
Esto se traduce en una atención completa en la acción en la que se está, aspecto de trabajo interno muy importante, y a eso hay que sumar una gran sensibilidad que hay que demostrar en todos los campos.
Con ser un patán solo se consigue que Sensei no muestre lo que quiere y luego poner obstáculos en el aprendizaje a los que están observando y quieren aprender.
Se presenta un gran problema cuando somos ukes para un Sensei que no conocemos, en estos casos la atención y la sensibilidad que se habló más atrás tiene que estar más a flor de piel.
Aunque no debería ser un gran obstáculo si somos buenos ukes porque las respuestas para el repertorio técnico son iguales con un compañero, con un Sempai o con el Sensei. Lo único que tenemos que hacer es adaptarnos a su ritmo y metodología, y nunca olvidar la etiqueta de cuando se está siendo uke en la explicación central, por ej., estar siempre frente del Sensei en Hanza (aunque éste se gire para hablar en otra dirección del Tatami), presto para reaccionar al mínimo gesto de demanda. También saludarle en Seiza cuando finalice la explicación.
Cuando es nuestro Sensei o uno conocido, podemos conocer su ritmo y metodología, pero hay que tener una gran conexión mental al igual que intuir lo que quiere o por dónde quiere llevar la explicación. En estos casos hay que ser muy rápido y ligero para saber qué es lo que tenemos que hacer.
En estos momentos es cuando las explicaciones son magistrales, llenas de contenido y dinamismo, un buen campo para que los que observan desarrollen Mushin (no mente) y Shoshin (mente de principiante), aspectos muy, muy importantes para realizar Geiko.
Otra cosa con la que tenemos que estar alertas, es con las reacciones inesperadas, de ahí la atención plena, porque no podemos confiar en que aunque conozcamos al Sensei andar por la zona de confort, siempre surgen situaciones que no controlamos o tira del nivel para llegar a otras cotas más alta.
Ishana Pérez, Noviembre de 2016.
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¿Tiene el Aikido un proyecto común?
¿Y si lo hay, sus representantes lo aplican independientemente de su forma de hacer?
Me pregunto eso por las cosas que leo y veo en la red a cada rato, y me sigo preguntando:
¿Las personas que se ponen al frente de un Dojo tienen un proyecto claro y diáfano para sus alumnos?
¡Hablo en el sentido de la formación! Eso quiere decir como educadores.
Luego, ¿esos aikidokas que se acercan a un Dojo, se informan bien de cuál es el proyecto de su escuela para luego acoplar y encauzar el suyo propio?
Sigo, independientemente de la forma de Aikido que se haga, ¿cada pueblo, región, comunidad, país, tiene un plan común para dar una imagen digna del Aikido?
Hay ejemplos claros en el pasado en determinados países, que cuando ha habido un proyecto claro con un compromiso firme, los resultados no se han hecho esperar: una forma de Aikido clara y bien fundamentada; seriedad en el trabajo; estudiantes bien formados y el resultado era lógico, con un relevo generacional garantizado. Algo que por desgracias en la España actual no pasa, lo cual lamento mucho.
Muchas veces lo que confunde a la gente es la diversidad mal entendida, me explicaré. Hay muchas formas de afrontar el Aikido, eso quiere decir básicamente al referente que se sigue, éste u otro maestro. Pero a mi modo de ver, por la falta de un proyecto común, éste puede tener la fisura en la etiqueta, en los principios técnicos básicos, en los principios físicos y cinéticos, en la filosofía de funcionamiento y en el compromiso con el Arte, hay y se crea una maraña de errores tremenda.
No me refiero a que haya un árbitro institucional (organizaciones que velan por el bien del Aikido) que corrija esos errores, eso está claro que no funciona, porque hoy en día hay muchas y lo que persiguen es el mercantilismo, porque si velaran por el bien del Aikido entre sus asociados, no se verían esas cosas que hacen muchos de sus miembros.
Yo abogo por la figura del Dojo y del Sensei responsable, comprometido, libre, concienzudo, metódico y organizado, ese es el núcleo donde se forja y se desarrolla el Arte para un nuevo crecimiento y renovación. Lo demás son castillos en el aire, bien para el negocio o para la notoriedad.
Esas organizaciones se nutren del deseo de muchos por el reconocimiento del grado, tanto suyo (el del instructor responsable que pone la organización) como el de sus alumnos, pero yo pregunto:
¿De qué te sirve que te reconozcan un grado tal o cual institución si fuera del papel no vale nada?
¿De qué te vale que tengas 100 Shodan reconocidos (grado de Dan), si cuando se mueven sobre el tatami quedan en evidencia?
¿No sería más rentable tener 10 cuartos Kyus bien formados, con un método y una estructura técnica bien cimentada?
Esto quiere decir cuidar la calidad, no anteponerla a la cantidad, son conceptos que muchos no tienen claros en sus mentes.
¿Cuál es el marco dónde coincidimos todos los aikidokas, más allá de los referentes, de estilos y formas?
Esta es una pregunta que por obligación deberíamos contestarnos, y con la respuesta aparecerá el proyecto común y el compromiso para llevarlo a cabo.
También el hecho de contestarla honestamente hará de criba selectiva, sigo insistiendo, ¡no todo el mundo está capacitado para llevar un Dojo!
Si falta compromiso y falta proyecto provoca lo que mayoritariamente se ve hoy en día, como aikidoka no es para sentirse orgulloso, y lo peor, hay pocas voces críticas que denuncien todos esos malos procederes.
Muchas veces se es cómplice con el silencio; el alumno tiene que aceptar muchas cosas de entrada al acceder a un Dojo, pero debe tener una mente lúcida, primero para elegir dónde se forma, después, para saber discernir la formación que se le dan, y por último, para aplicarla a su propia vida, y comprobar que ésta se vuelve más rica y gozosa con el conocimiento recibido, y no lo contrario.
Ishana Pérez, Octubre de 2016.
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“Cada uno es responsable de lo que le sucede y tiene el poder de decidir lo que quiere ser.
Lo que eres hoy es el resultado de tus decisiones y elecciones en el pasado.
Lo que seas mañana será consecuencia de tus actos de hoy”.
Swami Vivekananda.
Muchas veces no se entiende el rol que cada uno tiene que asumir siendo uke o tori.
Lo más “normal” es que los toris más experimentados den clase a los ukes más novatos, eso ya es una gran desviación de la responsabilidad propia. Por lo tanto, hay que distinguir claramente una ayuda puntual y concreta, a asumir el papel de Sensei en una clase.
El uke debe integrar su papel de recibir, sea o no experimentado, lo que le den y como se lo den, eso quiere decir, ¡tomar ukemi! El novato tiene que concentrarse en su papel de adquirir la técnica correcta de cada rodamiento, primero, por su seguridad, y segundo, para acceder a trabajos superiores.
El tori tiene que calcar aquello que observó en la explicación central, por lo tanto, debe evitar hablar con el compañero mientras practica, y concentrarse en su papel de hacedor adaptándose a la condición de su uke. “Tan malo es ir solo (papel de tori), como no seguir al otro (papel de uke)”.
El hablar no va a ayudar al Keiko, todo lo contrario, lo retarda, lo bloquea, lo distrae, en definitiva, lo perjudica. Esto es algo que en occidente no se llega a comprender bien, y en especial, en los entornos latinos.
Cada cual debe aceptar, recibir, y hacer lo que le ha impregnado la explicación del Sensei, aunque esté realizando lo opuesto a lo mostrado, hay que valorar el error, ¡es un gran maestro!
Causa más daño la charla, -aunque la gente piense que está ayudando con buena voluntad-, que el error cometido. El equivocarse tarde o temprano nos conducirá a lo inútil, lo que no funciona, y es ese momento más revelador, que cualquier disertación que nos pueda dar el compañero mientras se practica, simple y llanamente, porque cuando sintamos que no funciona, vamos a poner en marcha todos los recursos de los que dispongamos en acción, por ej., atender mejor la próxima vez; estar más concentrados; utilizar mejor la estructura; pulir más la técnica de cada principio, etc.
Todo esto y mucho más hace su aparición cuando nos tropezamos con nuestros límites, lo cual, nunca, pero nunca, se va a manifestar en la charla con el compañero, por muy buena voluntad que tenga en enseñarnos y nosotros en aprender. Esto es producto de la distracción y la dependencia.
La distracción por el parloteo que se aleja de lo que se explicó y anula los recursos de superación propios.
La dependencia, porque castro la voluntad para buscarle solución con los conocimientos y el desarrollo actual que se posea.
Cada cual debe ser responsable de su parcela (papel de uke – papel tori) para el beneficio común y propio. Si uno de los dos infiere en el otro, es más el perjuicio que el beneficio.
Para la puesta en común, ¡aspecto muy importante!, está la práctica personal después de clase, ¡no en la clase oficial! Es en ese tiempo donde se intercambian conocimientos y se expone comprensión.
Ishana Pérez, Septiembre de 2016.
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La definición de Sempai es: “compañero de antes, o el más veterano, o compañero que ha llegado antes al Dojo”.
Normalmente la gente piensa que ser un Sempai en un Dojo es alguien a quien hay que rendir pleitesía, pero eso es carecer completamente de conocimiento sobre las responsabilidades que conlleva ser un alumno veterano, responsable y guía de otros.
Es una labor ardua, después del Sensei es en quien recae el peso del Dojo, por lo tanto hay mucho trabajo y responsabilidad.
Para empezar un Sempai tiene que tener un gran saber, y no solo técnico, si no en la etiqueta, en la administración, tener don de gente, etc., tienen que lidiar con ser un ejemplo, -cosa vital para motivar a otros-, como saber tener el justo punto de equilibrio de seriedad y dulzura a la vez. Muchas veces tienen que resolver situaciones nada fáciles con los estudiantes noveles o no tan novatos, como por ej., resolver conflictos de agresividad o competición entre ellos; o decirle a alguien de que acepte y ponga en práctica las normas de higiene, o se tiene que marchar del Dojo porque está indisponiendo a los compañeros para la práctica.
En otro caso tienen el deber de ser guía en la enseñanza, por un lado para quitar carga al Sensei, bien para mostrar trabajos superiores o atender a otros estudiantes que demandan su atención para su evolución.
Para esta tutela tiene que ser solvente en sus conocimientos, no sembrar ni dudas, y menos aún incertidumbres, por lo tanto, su formación tienen que ser sólida y rigurosa, y siempre con miras a mejorar, porque es una gran responsabilidad tener personas a su cargo que dependen de él.
Por otro lado cuando el Sensei no está en el Dojo es el responsable de que todo continúe su marcha normal: las sesiones, las cuales tiene que impartir; el programa de actividades que se tiene que seguir desarrollando; la administración que hay que atender; el control de las practicas que cada alumno tiene a nivel personal, dado que no se puede interrumpir, puede que haya que hacer controles, ayudar a las dudas que tengan, etc., en definitiva, hacer las labores de Sensei y con la misma calidad y nivel que había cuando su Sensei estaba.
Otra de sus responsabilidades ¡y grandes! Es hacerse cargo de unos de los novatos para su integración y evolución dentro del Dojo. Aquí entra en juego que haya personalidades afines, sentimiento de agrado mutuo, porque no todo el mundo por muy Sempai que sea puede ayudar a otro sino hay una complicidad, ¡el Kimochi (sentimiento, sensación) cuenta mucho! También tiene que ser consciente de cómo administra la dosificación del conocimiento, si lo hace muy lento puede que frene al estudiante novato; si va muy deprisa, puede crear frustración en su compañero, hay que hallar el equilibrio gusto con esa persona que quiere ayudar.
Este apartado es muy sensible, de ahí las constantes referencias más atrás de que su formación tienen que ser muy sólida, porque no puede transmitir un conocimiento erróneo, dado que está en juego el esfuerzo, la dedicación, el tiempo, la economía y la buena voluntad de la gente.
Siempre les digo a mis Sempais que no es solo cuestión de sentarse en el lado izquierdo del Sensei para comenzar y finalizar las sesiones, estar ahí es una gran responsabilidad y tener un gran Zanshin siempre que se está en el Dojo.
“Nos hacemos sabios no por el recuerdo de nuestro pasado, sino por la responsabilidad de nuestro futuro”.
George Bernard Shaw.
Ishana Pérez, Agosto de 2016.
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“No pienses, dedícate a hacer”.
En el enfoque oriental del aprendizaje del Budo y por la influencia de la cultura del Zen, el alumno oriental hace la forma, sin plantearse preguntas, confía fielmente en su Sensei y en la tradición que avala ese conocimiento. Posteriormente, la forma le revela el conocimiento de su contenido, y es en éste momento donde comienza a interrogarse sobre lo experimentado.
En el enfoque occidental, el estudiante antes de abordar la forma quiere tener toda la información posible sobre ésta, y luego hace.
¿Cuál método es el adecuado?
Desde mi subjetividad yo me quedo con el proceso oriental, porque considero que el estudiante debe consagrarse a la forma sin hacer preguntas, y lo sostengo y lo avalo con el proceso de Shu, Ha y Ri y de Shin, Gi y Tai.
Cuando practicamos en mis Dojos hay una regla mnemotécnica que se aplica constantemente, y es: “No pienses dentro del Tatami, fuera mucho”.
El pensar sumerge al alumno en una maraña de conflictos graves, eso viéndolo desde el punto de vista de Vía; si lo miramos desde la eficacia técnica es demoledor, dado que no la hay, “La practica sin consciencia es mejor que la práctica consciente”.
Taisen Deshimaru.
A las personas les cuesta mucho iniciarse en esta forma de practicar del no-pensamiento, ellos quieren intelectualizar antes de hacer, y eso para su acción y produce mucha confusión. En un comienzo hay que concentrar toda la voluntad en: observar, copiar, imitar y repetir, ¡sin pensar! Después de dos o tres años desarrollando estas cualidades todo se vuelve más fácil.
La razón de ello, es que ya se han puesto los cimientos de los principios del Budo, o al menos, se llega a vislumbrar de la profundidad que puede tener, eso es Shin, -el espíritu-; después de tres años de un trabajo continuo sobre la base de la técnica (en nuestro método Kuubukan, esto es 6º, 5º y 4º Kyu) se conoce y se distingue de forma básica, esto es Gi -el cultivo de la técnica-; y también después de ese trienio es cuando el cuerpo comienza a moverse con soltura en el espacio y dentro de la técnica estudiada hasta ese momento, esto es Tai -el aprendizaje del cuerpo-. Es obvio que este enfoque de Shin, Gi y Tai es para los principiantes.
Otro de los beneficios de esta educación es la liberación de lo cotidiano refrescando la mente; tengo una alumna nueva que está muy ocupada en su vida, y el otro día hablando con ella le pregunté, ¿por qué había venido a estudiar con nosotros?, y me contestó: “Porque me libera mentalmente de todas las cosas que hago diariamente y por cercanía de donde vivo”, ese día solo había dormido tres horas y media por tener que atender a sus responsabilidades, ¡pero aún así vino a clase!
En los tiempos que corren la gente tienen mucho estrés, bloqueos corporales, ansiedades, etc., el no pensar mientras practica y dejar que en su cuerpo se manifieste en el movimiento, es muy liberador aportando bienestar a su interior, serenidad a su mente, y calidad a su vida, bien es verdad que es arduo hacerles entender esta forma de actuar del no-pensamiento a los estudiantes, y más aún si por su profesión son intelectuales.
“Si solamente se hace el esfuerzo, el fruto más grande aparecerá entonces inconscientemente, naturalmente”.
Taisen Deshimaru.
Ishana Pérez, Julio de 2016.
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“Escuchar muchas cosas y seleccionar de entre ellas lo bueno y seguirlo; ver muchas cosas y grabárselas en la mente; he aquí, al menos, el segundo grado de sabiduría”.
Confucio.
Es la clave para evolucionar adecuadamente. Un alumno debe escuchar, practicar y preguntar, el problema se plantea cuando oye y no escucha, eso se detecta muchas veces porque cuando le estas transmitiendo, él se dedica a hablar y notas que no te escucha.
El escuchar es todo un arte y hay que estar completamente abierto y receptivo, eso significa que se recibe, es como el significado de Ukemi, (que viene del verbo Ukeru -recibir-), solo entonces se aprende, se integra y se evoluciona.
Hoy en día muchos pupilos, más que escuchar lo que quieren es expresar todo lo que se han tragado en la red, y yo me pregunto:
¿Para qué han venido?
Se oyen así mismos pero no prestan atención a las consideraciones que les estás diciendo para su correcta evolución.
Para un Sensei el hablar es una de las formas de transmisión, y por cierto, ¡muy agotadora! No solo se trasmite con las palabras, también con el tono, el énfasis, la vibración y la emoción.
Hay que escuchar muchas cosas, veamos unos ejemplos:
Los consejos técnicos, tanto en la explicación central como cuando el alumno ejecuta el principio con el compañero. En ocasiones estas sentado en Seiza, porque Sensei está haciendo con el compañero con el que estabas practicando, y a su vez le está corrigiendo, y tu captas cosas que no viste en la explicación central; otras veces ni siquiera la explicación va dirigida a ti, es indirecta, porque está corrigiendo al otro, ¡pero te puede venir muy bien a ti!
Dentro de este apartado está también los consejos que se reciben de los Sempais, a los cuales hay que prestarles mucha atención.
Se ve la calidad y la futura evolución de un alumno por su capacidad y predisposición para escuchar. Al igual que también se percibe rápidamente al estudiante que está de paso por el Dojo, porque más que a recibir, viene a exponer sus teorías.
Otro punto clave es cuando ya el Sensei te hace correcciones personales, punto que atañe directamente al pupilo. Es un aspecto al que hay prestar mucha atención, porque como Sensei capte que no estás escuchando con atención, yo diría mejor, con devoción (tercera o cuarta acepción de la RAE), simplemente pasará de ti hasta que generes la actitud correcta para escuchar, y por lo tanto, para aprender.
Hay que valorar mucho el conocimiento que se recibe, dado que no es una transacción comercial, es un dar de corazón a corazón -Ishin Denshin-, ¡sí bien es verdad!, que en Ishin Denshin la comunicación es pasiva, mental y no verbal.
Luego está escuchar sobre la tradición, tanto la particular como la general, eso es enseñanza viva, la cual se debe conocer para saber de dónde venimos, dónde estamos y a dónde nos dirigimos. Muchas veces los estudiantes practican pero desconocen todo lo que hay detrás para llegar a ese momento en el cual él está, eso es un gran problema, porque a buen seguro que si conociera todo el bagaje que hay, se sentirá más responsable de lo que recibe, lo valorará más y se sentirá más motivado por conocer su ascendencia marcial.
“La práctica es un maestro excepcional”.
Cayo Plinio el joven.
La práctica es el eje donde debe girar toda la determinación, la voluntad y la energía del alumno. Nunca debería distraerle otra cosa, por ejemplo, es muy común hoy en día que se esté más pendiente de las redes sociales o del Whatssap, y de lo que cuelga o dice tal o cual, que estar haciendo Keiko. Hace poco un estudiante me confesó que durante su práctica personal respondía al Whatssap, y mi pregunta fue: ¿y dónde está tu concentración sobre lo que estás haciendo?
No podemos dividir la atención y la intensión, el ejemplo anterior es igual a estar en la clase oficial del Dojo, tuviera su teléfono móvil dentro del Gi, y cada vez que le suene un mensaje lo mirara y contestara.
Hay muchos tipos de práctica dependiendo de lo que se quiera conseguir:
La práctica oficial del Dojo (Ippan Geiko), que su objetivo es cimentar la base del Kihon en un sentido general, independientemente que se hagan otros tipos de Geiko.
La práctica personal, que es la raíz de la evolución. Ésta se puede dividir de una forma básica en: práctica en solitario o con un compañero.
La práctica en los seminarios, su objetivo es iniciar, complementar o finalizar una planificación, bien sea ésta de un trimestre, semestre o anualmente.
Otro objetivo es relacionar estudiantes, dado que es bueno, sano, recomendable e imprescindible practicar con gente distinta, bien sea de Dojos filiales o de otros entornos.
Prácticas de intensivos, que tienen como fin chequear lo conseguido hasta el momento, la superación de objetivos o el establecimiento en algún estadio.
“El que hace una pregunta es un tonto por cinco minutos, y el que no la hace sigue siendo un tonto para siempre”.
Proverbio chino.
Antes que nada hay que distinguir algunas cosas sobre el preguntar:
El que se dedica a dar toda una disertación sobre lo que quiere preguntar, es un alumno que quiere convertirse en “sensei” directamente.
O el que pregunta todo y no hace nada de lo que le han respondido, eso es un estudiante que tienen un gran problema, porque denota una mente muy inestable y con una curiosidad banal.
Luego, hay alumnos que todo lo preguntan y cuando les observas bien, son los menos que trabajan y se esfuerzan.
Las preguntas tienen que ser cortas directas y concretas, y por supuesto, aplicar la respuesta a la interrogante expuesta.
“Se puede afirmar que la capacidad de hacer preguntas y de imaginar y buscar la respuesta es una de las características de los humanos, que ha dado origen y ha favorecido el desarrollo de la cultura (Wartofsky, 1976)”.
Tan malo es no preguntar, como preguntar por preguntar. La pregunta que realmente tiene carga y que la respuesta brota en el alumno, es aquella que ha surgido de la soledad de la práctica personal, o después de mucho tiempo de estar trabajando un elemento concreto y no le sale la respuesta. En esos casos la contestación es un verdadero resplandor, una revelación de lo buscado y anhelado.
También hay que considerar que no todas las preguntas tienen que ir dirigidas al Sensei, -recordemos que la educación siempre tiene dos vertientes: interna y externa-, por esa razón el alumno debe interrogarse sobre sí mismo, por ejemplo:
¿Qué quiero obtener de estas clases?
¿Cuáles son los beneficios que me ha aportado la educación en Aikido?
¿Cómo puedo aplicar este conocimiento a mi persona?
¿Qué 3 cosas puedo hacer para mejorar el aprendizaje en este año?
¿Qué habilidades y capacidades me gustaría adquirir con la práctica de esta disciplina, o de tal o cual elemento perteneciente a ésta?
Un alumno que no se interrogue sobre su evolución, sobre la metodología que sigue, sobre la planificación que practica y sobre los objetivos tanto del Dojo como los suyos propios, es un zombi con keikogi. Y por otro lado, un Dojo está vivo en la medida que sus alumnos vivan el Aikido, y para eso hay que hacerse muchas preguntas fuera del Dojo.
Ishana Pérez, Junio de 2016.
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“No huyo de un reto porque tenga miedo. Al contrario, corro hacia el reto porque la única forma de escapar al miedo es arrollarlo con tus pies”.
Nadia Comaneci.
Hay un momento en la práctica que ni el Sensei, ni la técnica, ni el Arte puede hacer nada por el alumno si éste no rebasa sus límites, sus miedos, -la mayoría de las veces autoimpuestos-.
Muchísimas veces me pregunto por qué tal o cual estudiante no avanza, en algunos casos le doy un apoyo personal directo sobre su trabajo en determinados campos: Ukemis, desplazamientos, trabajo de uke, sobre Hatha-Yoga para que acondicione su cuerpo para que Waza pueda penetrar en él.
Después de un periodo intenso de atención sobre el pupilo, llego a la conclusión (también por su hacer en las clases y seminarios), que son sus propias barreras las que le impiden avanzar, es su mente la que le frena en su desarrollo, -y se lo digo directamente-.
“Tomar un nuevo paso, decir una nueva palabra, es lo que la gente teme más”.
Dostoyevsky.
¿Qué hacer en esos casos?
Como formador es una situación crítica, dado que, “como ayudar al que no quiere ser ayudado”, porque lo que uno quiere es que todos los que están alrededor crezcan y evolucionen, pero llegados a este punto, es mejor dejar que la propia persona de o no el salto.
Si consigue acopiar determinación, voluntad y coraje, hay que apoyar, motivar y estimular durante un tiempo para que salga de esa ciénaga, hasta que pueda volar por sí solo. Los que tienen ese arrojo es gente valiente, y hay que admirar ese valor, no es nada fácil tomar esa decisión.
¿Y si no lo da?
Los estudiantes que quieren seguir transitando por su zona de confort, (esto abarca cualquier campo: el Keiko, la implicación en el Dojo, la toma de responsabilidades para un proyecto concreto, etc.), hay que respetar esa decisión pero no invertir ni tiempo, ni energía, ni conocimientos hasta que no lo demande.
Estando en ese cubículo o nicho, que se ha construido a su medida y sigue en el Dojo, algo le debe aportar el Arte para su continuidad, o quizás sus expectativas no van más allá.
“A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar”.
Franz Kafka.
Ishana Pérez, Mayo de 2016.
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“Para saber lo que usted es, primero debe investigar y conocer lo que usted no es”.
Sri Nisargadatta Maharaj.
Las personas se concentran en lo tangible, lo que se ve, es decir, de lo que son capaces de hacer: un bonito ukemi, una técnica impecable, la fluidez sobre una acción, etc., todo eso está bien, pero eso solo es parte del proceso, y sigo insistiendo, lo menos importante como budokas.
Lo real, lo importante es lo que no se ve, ¡pero está!, un ejemplo aún dentro de lo tangible, pero que no se ve, ¡la sensación! Una acción que tú hagas para los que la vieron desde fuera, tu hacer puede ser magnífico, pero tú sabes, por autopercepción, que no fue tan bien como te cuentan los espectadores que lo vieron in situ, o como se ve en el vídeo.
¡Vamos un paso más allá!
Budo no es solo lo que se ve, -es importante-, pero no vital.
Trascendental es tu interior, el fluir de la vida, la preparación y la comprensión que te da el Budo para vivir. Un ejemplo muy simple, como aceptar y comprender la pérdida de un ser querido.
¿Cómo te dice el Budo, -a través de la tradición-, como afrontar ese problema?
Quizás se es muy habilidoso haciendo técnicas, pero espuma que disuelve la brisa cuando golpea la vida con toda su contundencia. Si solo se hacen las técnicas pero no se cultiva el interior, ¿qué Budo hacemos?
¿Qué educación estamos -o hemos- recibido?
¿Dónde están los grados para afrontar los avatares del vivir?
¿Qué grado de Kyu o de Dan hay que tener para poder soportar?
- Un accidente grave.
- La muerte de un progenitor o de un amigo querido.
- El quedarte sin trabajo.
- La separación de un ser amado.
- No tener dinero para las necesidades básicas…
Quizás en una circunstancia de dolor, el prepararse un grado nos distraiga momentáneamente del impacto, pero es un paño caliente que cuando se enfríe va a traer el sufrimiento renovado, porque el problema de fondo no se le ha dado solución.
Hay que buscar cosas que nos liberen, una de ellas por ejemplo es la comprensión de Anitya, -la impermanencia, el cambio constante-. Atar nuestra vida a lo transitorio, solo se obtendrá problema tras problema.
“La discriminación conducirá al desapego; el desapego asegurará la acción justa; la acción justa construirá el puente interior hacia su ser real. La acción es una prueba de seriedad. Haga usted lo que se le dice con diligencia y lealtad y todos los obstáculos se disolverán”.
Sri Nisargadatta Maharaj.
No podemos dejar de experimentar, pero sí de apegarnos, de querer poseer; nunca voy a tener un “Ikkyo mío”, porque cuando alcanzo el ideal que me he propuesto y levanto la cabeza, veo la inmensidad del otro Ikkyo que tengo que lograr, pero las preguntas son:
¿Es el mismo Ikkyo u otro distinto?
¿Si hay un Ikkyo superior, dónde está “mí Ikkyo” de antes?
¿Existen dos -o más- Ikkyos?
¿Existe Ikkyo?
¿Qué me enseña el proceso de hacer Ikkyo?
No hagamos solo figuras, -las técnicas-, cultivemos y desarrollemos aspectos internos del Budo, son ellos los que nos liberaran de las tendencias tóxicas y nos darán la libertad.
“Interlocutor: Hay tantas teorías sobre la naturaleza del hombre y del universo. La teoría de la creación, la teoría de la ilusión, la teoría del sueño, un gran número de ellas. ¿Cuál es la verdadera?
Maharaj: Todas son verdaderas, todas son falsas. Puede usted escoger la que más le guste”.
Sri Nisargadatta Maharaj.
El atarse solo a la forma, y ésta no solo es Ikkyo, puede ser: mí coche, mí casa, mi pareja, mí trabajo, mí fama…, es una ilusión, porque, ¿dónde estaba todo esto antes de yo nacer? Y, ¿dónde estará todo eso cuando mi cuerpo sea disuelto por la tierra?
“Usted puede comenzar sólo desde donde usted es. Usted es aquí y ahora, usted no puede salir de aquí y ahora”.
Sri Nisargadatta Maharaj.
Ishana Pérez, Abril de 2016.
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Es una de nuestras reglas mnemotécnicas en nuestro Dojo: “Hay cosas que hay que buscar; hay cosas que se encuentran; y hay cosas que se revelan solas”.
Esto es aplicable a cualquier campo de la disciplina, pero para hacerlo accesible vamos a poner el ejemplo de la técnica.
Inicialmente en la Waza (la técnica) uno debe consagrarse a la búsqueda, en especial, sobre los gestos que conforman éste u otro principio técnico. Esto implica observar, copiar, imitar y repetir, no hay que interrogarse intelectualmente, solo hay que hacer, hacer y volver a hacer, sin ninguna pretensión más ambiciosa, ¡el deleite está en la propia búsqueda sin más!
El encontrar no está programado en un tiempo estándar para todo el mundo, eso va a depender de la psicología del estudiante y su permeabilidad a lo que busca, porque muchas veces es el propio individuo quien se pone sus propios obstáculos, mientras no los venza, no encuentra, unos ejemplos muy simples: realizar correctamente la etiqueta; vencer el miedo en el ukemi -los rodamiento-; abandonar la competición y prestarse a la colaboración, etc.
Para el disfrute del hallazgo hay que vencer una parte o varias de nosotros mismos, cuando lo hagamos, es cuando hay regocijo y expansión, sí, hay oído bien, ¡expansión! Porque con el descubrimiento aparecen otras cosas: solución a muchos de los problemas que se planteaban en la ejecución; creación con todo lo que se ha encontrado; adaptabilidad y viabilidad para otras situaciones que nos son rentable por el logro, en definitiva, que la búsqueda amplia las miras, llevándonos a planteamientos que ni siquiera habíamos imaginado.
Por lo tanto vamos a encontrar cosas, bien porque las buscamos o porque salen a nuestro encuentro, ya se sabe aquello de: “el que busca encuentra”.
Muchas veces estos descubrimientos salen a nuestro paso, la razón de ello es que las cosas funcionan en cascada, por ejemplo: yo estoy haciendo un esfuerzo titánico para subirme sobre las piernas para poder cabalgar sobre ellas, ese es mi objetivo, y lucho por ello cada día, no presto atención a otra cosa. Pasado un tiempo, ¡que por fin lo he logrado! Y con cierta estabilidad, tomo consciencia de que puedo desequilibrar mucho mejor que antes; la ejecución técnica la hago más solida porque estoy más estable y con una buena raíz; muevo mi cuerpo con más soltura, me siento más libre. Todas estas cosas, las encuentro cuando ando detrás del objetivo que me había propuesto, porque están relacionadas, ¡pero yo no lo sabía!
El esfuerzo y el encontrar están íntimamente relacionados, puede pasar que haya un factor de suerte para alguien, vamos, que se tropiece con algo, pero en estos casos no habrá comprensión completa (al nivel que se encuentre cada cual) del hallazgo, será como un destello de una estrella fugaz y no lo podremos rentabilizar. En cambio, cuando descubrimos algo con voluntad y tesón, algo explota dentro de nosotros que nos transforma y se produce la revelación de lo anhelado.
En la revelación hay de diferentes intensidades, eso va en función del estadio en que se esté, el tiempo que se lleve en la Vía, el compromiso que se haya adquirido, la intensidad con que se haya trabajado, etc., quiero decir, no es lo mismo para un 5º Kyu que se le revele la manera de subirse sobre las piernas para mejorar su Kamae, que para una persona que esté dentro del proceso de Ri y llegue a la comprensión profunda del Time, y que con eso descubra que no es una cuestión de rapidez, de fuerza o de pericia el realizar un desplazamiento o una técnica, sino de adaptar el instante justo a la acción del compañero.
En los dos casos hay revelación de algo, pero el momento y el estadio de cada uno es muy diferente e igualmente importante para los dos, dado que eso les lleva a otro techo superior de su realización como aikidokas.
Si en la búsqueda es importante la curiosidad, en el encontrar la voluntad y el tesón, en la revelación es el tiempo y la maduración dentro del Arte del Aikido, es como un crisol donde todo se va fundiendo-fusionando para revelarse por sí solo.
“En un mundo superior puede ser de otra manera, pero aquí abajo, vivir es cambiar y ser perfecto es haber cambiado muchas veces”.
John H. Newman (1801-1890) Cardenal y escritor británico.
Ishana Pérez, Marzo de 2016.
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“La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón”.
Howard G. Hendricks.
Ya lo he dicho muchas veces en estas editoriales, no todo el mundo que hace Aikido sirve para la enseñanza, la razón de ello es:
- No basta con seguir a un maestro por muy bueno que éste sea.
El maestro tiene su propia realización, inquietudes y responsabilidades. Bien es verdad que los alumnos son una de ellas.
Aquí me llama mucho la atención que muchos Senseis veteranos que tienen a su cargo y tutela (dado que se reconoce por ambas partes el vínculo, aunque esto solo se limite a ir a sus seminarios) a alumnos que tienen bajo su responsabilidad Dojos y estudiantes y no les asesoren ni les ayuden, tanto en la parte de la enseñanza (las posibles crisis que afloren a lo largo del camino; problemas concretos en el desarrollo técnico, etc.), como en la administración. Pero sin embargo si se interesan mucho porque que les organicen seminarios para ellos llevarse el rédito económico.
Por otro lado no sé si ustedes se han parado a pensar cuántos de esos Senseis veteranos tienen una escuela de instructores, donde se formen a los futuros Senseis que se van a ser cargo del Aikido en un futuro a medio y largo plazo. En estas escuelas de formadores se deberían de enseñar: la metodología que sustenta la enseñanza; la pedagogía con la que se imparte; el Kihon que siguen y su desarrollo de lo más elemental a lo más avanzado; el curriculum que forma el plan y todo el programa de estudio; lo que conlleva la administración de un Dojo, etc., pero la realidad y los hechos que se ven, es que el único vínculo que se tiene con el Sensei formador es asistir a sus seminarios.
Son cosas que hay que reflexionar detenidamente con una actitud ecuánime, valorando la entrega que se hace a esas determinadas personas, porque si nos ceñimos a la filosofía del Aikido uno da y recibe, de esta manera las dos partes se sienten beneficiadas, a no ser que se quiera ser hipnotizado por un prestigiador que hace movimientos y técnicas con el objetivo de vaciar los bolsillos y la energía personal.
El hecho de seguir a un Sensei determinado no te va a capacitar para ser docente sino tienes esa inquietud y te formas sólidamente.
- No basta con ser hábil técnicamente.
Puede que seas un maquina realizando técnicas, pero otra cosa muy, pero muy distinta es el asumir conducir a otros y ser responsable de ellos.
- No basta con viajar mucho.
Los viajes son muy buenos para evolucionar y relacionarse, pero si no tienes dentro de ti la inquietud y el placer de la docencia, no te va ser útil a la hora de ponerte al frente de unos estudiantes, aún después de haberte recorrido todo el planeta.
“Un maestro es una brújula que activa los imanes de la curiosidad, el conocimiento y la sabiduría en los alumnos”.
Ever Garrisson.
A lo largo de mis 32 años de docencia en el Aikido, he visto caer mucha gente de la enseñanza por muchas razones, que suelen argumentar su ida de la siguiente manera, por ej:
- No sé que dar en las clases, llega un punto que no sé cómo afrontarlas.
Esto suele pasar por carecer de método, planificación y guía básica para establecer los contenidos en las sesiones, seminarios y en los distintos niveles de desarrollo de los estudiantes.
- Me retiro para concentrar todos mis esfuerzos en mi práctica.
Esto suele ser síntoma de no haberse formado correctamente, y se salta demasiado pronto a la dimensión de la enseñanza sin saber cuáles son las responsabilidades que conlleva, y llega un punto donde se tropieza con la realidad. ¡Yo diría más bien, la realidad les arrolla!
- La política en el Aikido.
Muchas personas cuando descubren el lado de la podredumbre de la política que hay en el mundo del Aikido sufren un shock, esto es: el favoritismo, el corporativismo, el mercantilismo, etc., no consiguen sobreponerse a ese impacto; personalmente me costó mucho levantarme cuando lo descubrí, estuve a punto de abandonar la docencia y el propio Aikido, ¡es un golpe difícil de encajar!
Si eres un Sensei responsable tienes que estar continuamente pensando en tus estudiantes, por un lado en el conjunto, por otro, en las individualidades, dado que hay que dar respuesta a muchos problemas y retos que se plantean, algunos ya conocidos por la propia evolución, y otros nuevos, porque cada persona es distinta, diferente mente y diferente cuerpo.
Enseñar no es retornar al servilismo de la edad media japonesa donde el alumno era un vasallo, eso ya dice mucho de quien piensa así y se ponen al frente de un alumnado en los tiempos que corren.
“La educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser”.
Hesíodo.
Luego está el aguante, ¡sí! Esto es:
La paciencia, ésta se pone a prueba en cada momento, por ej., estas volcándote con un estudiante durante 6 meses, -quien dice 6 meses, puede decir 2 ó 4 años-, y de repente te dice que se va, pero no solo del Dojo, sino que deja el Aikido. Es otro golpe que hay que saber encajar bien, porque ves tirado por la borda tu esfuerzo, conocimientos y dedicación a esa persona que no ha valorado tu trabajo.
También te puede pasar que das mucho a un alumno para que evolucione, pero a pesar que él se esfuerza y es muy trabajador no avanza. Aquí hay que respirar hondo, reflexionar profundamente y analizar muy pormenorizadamente: el método que has empleado, la planificación que has aplicado, tú propia actitud con él, y el carácter del alumno.
La dedicación, no entiendo cuando alguien está al frente de un alumnado y por ejemplo no tiene una práctica personal, para mi educación como aikidoka eso es impensable.
El realizar una planificación sea de las sesiones en un trimestre, semestre…, para un año de seminarios, un intensivo, o cualquier otra actividad, lleva tiempo, esfuerzo y analizar muchas cosas, por ej., las fases por las que quiere que pase hasta llegar al objetivo que te has planteado, todo esto lleva mucho trabajo y entrega con un análisis muy cuidadoso.
Dice mucho de esos Senseis que salen a un tatami y ni él ni sus pupilos saben lo que van a realizar; lo magistral está reservado a la genialidad y eso abunda muy poco.
La responsabilidad, comienza con tener todos los contenidos que se va a impartir claros, y que tú, -como Sensei-, ya hayas pasado por todo el proceso, no se puede impartir algo que no se conoce o no se ha experimentado.
Otro aspecto de la responsabilidad es dando ejemplo, si se habla de limpieza, el primero que tiene que ir limpio eres tú.
Ser flexible, esto va desde poder cambiar contenidos en una sesión o un seminario que ya tenías previamente planificado, y por determinadas circunstancias hay que adaptarse.
Ser justo en los exámenes y con el esfuerzo de las personas, aquí las circunstancias pueden ser infinitas.
Ser dúctil no está reñido con ser serio y recto, son principios totalmente compatibles.
Ser compasivo, las personas tienen sus vidas fuera del Aikido, hay muchos aikidokas que solo piensan que el mundo solo se compone de Aikido, y eso es obvio que no es así.
También en la progresión de los estudiantes, puede que tengas algunos que van muy bien y se esfuerzan mucho, pero les surge un problema personal y todo ese esfuerzo se para en seco. La responsabilidad de un buen formador, es buscar la manera y el momento de cómo reconducir y retomar esos objetivos que tus pupilos tenían.
Ser cooperativo, si tú le hablas a tus alumnos de que se esfuercen y el primer vago eres tú, poca motivación vas a conseguir.
La empatía se contagia cuando se predica con el ejemplo; alumnos y Sensei tienen sus responsabilidades propias y comunes, y cada uno tiene que cumplir con las suyas para empujar en la misma dirección para el crecimiento del Dojo.
Ser creativo, los elementos a trabajar siempre son los mismos: Kamae, desplazamientos, rodamientos, técnicas, etc., tu habilidad y solvencia radica en ser creativo para presentárselo a tus alumnos con distintas perspectivas, con el objetivo de aumentar su motivación, que es la llave del éxito.
Ser cautivador, una vez le pregunté a un buen amigo por qué estudiaba con un determinado Sensei, y me contestó: “Porque cuando entra en el Tatami, a pesar que solo duermo unas cuantas horas y trabajo mucho, no me siento ni cansado ni agotado”, eso es tener un gran magnetismo y una gran entrega con sus alumnos, es capaz de llevarles al mundo del Aikido a pesar de sus distintos problemas en la vida cotidiana.
Ser decidido, es muy malo cuando el alumnado observa que el Sensei duda sobre los contenidos que imparte, o aquello típico que dicen muchos de: “Yo lo hago así”; pero lo que yo veo más grave es que el alumnado no pregunte: ¿y por qué así? Y ¿cuáles son las otras maneras que hay? Es lo que yo preguntaría entre otras cosas.
Otro aspecto donde no se puede tener dudas es en el comienzo, medio y final de los objetivos plateados, eso no va acorde con la virtud de Makoto.
Ser resuelto es buscar formas y maneras para que los estudiantes salgan bien formados, eso implica practicar muchísimo, investigar mucho y ser muy creativo.
Hacer todo esto requiere un temple especial, y no todo el mundo tiene esa condición, siempre es más fácil ser mediocre, simplista y experto en vender humo.
“Educar es dar al cuerpo y al alma toda la belleza y perfección de que son capaces”.
Platón.
“Donde hay buena educación no hay distinción de clases”.
Confucio.
Ishana Pérez, Febrero de 2016.
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El año pasado en este mismo mes escribí una editorial titulada: “El conocimiento aporta más conocimiento”, pues bien, ésta es una continuidad de aquella.
Dentro del método que planteo en la enseñanza, hay porcentajes de compromiso en función del estadio en que se esté. Por otro lado esto lleva aparejado: primero, formarse bien en la base; segundo, afianzarse en nuestra forma de hacer; y tercero, posteriormente ver otras formas de trabajo para poner a prueba la propia. Para evitar malos entendidos, voy a aclarar que significa eso de poner a prueba la práctica.
No se trata de una competición, o una demostración de fuerza, de lo que se trata es de testar los conocimientos del alumno en entornos que no son propios, esto es: su etiqueta, su técnica, su Kamae, su Zanshin, etc., en definitiva, toda la educación recibida y contrastarla con lo nuevo que se ve. Sigamos definiendo los compromisos.
Estos compromisos son:
En la formación básica, -grados de Kyus- 90% de compromiso con el Dojo formador, 10% para ver otras cosas del mismo entrono o de distinto entorno.
Si el estudiante es Yudansha de 1º a 3º ó 4º Dan 80%de compromiso con el Dojo formador, 20% para ver otras cosas del mismo entrono o de distinto entorno.
Y a partir de ahí 70% de compromiso con el Dojo formador, 30% para ver otras cosas del mismo entrono o de distinto entorno.
Esto tiene su razón de ser, en el compromiso de base (90-10%) debe haber las menos distracciones posible, es la etapa más vulnerable y donde se establecen los cimientos, pero aún así es bueno tener una bocanada de aire para ver otras cosas, tanto en el propio entorno como en sitios no afines, esto es una vacuna contra el seguimiento ciego, el fanatismo, el contraste y reafirmación en lo que se hace, y por tanto, una educación en libertad que se verá ampliada en los posteriores porcentajes.
El problema aquí se plantea cuando el alumno recibe aportes exteriores tóxicos y los sigue, ya me ha pasado varias veces, novicios inmaduros que se ciegan y al final ni se afianzan en nuestro Dojo ni en otros y van a la deriva de un lado a otro, que en un 99% de los casos dejan incluso el Aikido.
También ha ocurrido que alumnos que comenzaron a formarse con nosotros, en los primeros contactos con otras formas de hacer las han elegido por identificarse más con sus aspiraciones, siempre recordaré a un estudiante que me decía: “El Aikido de ustedes es muy complicado”, ¡y no volvió más!
Soy muy exigente en esta primera etapa, en otra ocasión le dije a un alumno que estaba visitando más Dojos y más seminarios de lo que asistía a los nuestros: “Cuando uno tiene una amante es para estar mejor cuando se llegue a casa”, dado que cada vez que regresaba de sus incursiones tenía que estar corrigiéndoles errores de base y malos hábitos que había contraído. Así de esta manera, no es bueno para ninguna de las partes, es un gasto de energía tonto y que no conduce a ningún lugar.
Ya lo dice Shunryu Suzuki Roshi: “Recoger retazos de información de diversas fuentes, con la persuasión de que así podemos incrementar nuestro conocimientos. En realidad, cuando se consigue ese camino se acaba por no saber nada en absoluto".
En el segundo estadio (80-20%) es la del establecimiento en nuestra forma y en los principios de base, aquí se cobra más libertad, de hecho se le exige al alumno que tiene que visitar tanto entornos afines como no afines en la forma de hacer. Por otro lado tiene que poner a prueba sus conocimientos y reafirmarse en ellos, aquí no vale aquello de “El Sensei tal dice…”, no, aquí el alumno tiene que dar validez a sus opiniones con su hacer y su conocimiento, no sustentados en opiniones de otro/s.
Bien es verdad que no es lo mismo la experiencia de un 1º Dan que de un 4º Dan, pero tanto uno como otro tienen que ir cogiendo tablas e ir forjando su hacer y ampliando su experiencia marcial.
Si hay algo que definiera a este paso es la investigación, la curiosidad, el descubrir posibilidades, en definitiva, ir viendo lo que contiene la forma y las posibilidades que ofrece, a la vez que las raíces en lo formado se expanden y se afianza más profundamente.
Este proceso no es un invento mío, es la educación que he recibido y a la cual le debo todo lo que soy. Y por otro lado, la que me gusta potenciar entre las personas que se forman conmigo.
También hay que tener en cuenta a la tradición del Musha shugyo, si bien es verdad que son otros tiempos, hay que adaptar la tradición a los que corren.
Y por último está el tercer estadio (70-30%) que correspondería a un estado de emancipación, y este porcentaje se puede ver también a la inversa: 30% de compromiso con el Dojo formador, y 70% para ver aportes exteriores que mejoren y enriquezcan el Arte. De esta manera el caudal de conocimiento se aumenta y mejora; esto hace que se beneficien todos los miembros de una misma casa (Dojo) con los intercambios que se producen entre sus miembros, es como en la genética cuando hay aportes y mezcolanza, hace individuos más resistentes, creativos y adaptables, evitando así la endogamia y el fanatismo.
En definitiva, de lo que se habla aquí en este editorial es de compromiso y lealtad, (independientemente del método y porcentajes que se apliquen), primero así mismo, después a la persona que te forma y que te da su conocimiento, (hablo de la figura del Sensei, no de mi persona), después al entorno que te permite crecer -Dojo-, y por último, a la tradición que representas (cualquieras de los Budos que practiques) y debes honrar.
Ishana Pérez, Enero de 2016.
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EDITORIALES 2015 |
“La urdimbre del Universo nos hace estar interrelacionados con todos los seres”.
Lo que pasa es que muchos no ven esos lazos invisibles en la vida cotidiana, al igual que en el mundo del Aikido, ¡he ahí el problema!
Como dijo Mahatma Gandhi en su momento, “debería ser el ideal de cada persona”, de esta manera caerían muchas barreras.
El que un aikidoka, un grupo, un Dojo, una organización, etc., haga algo nefasto para el Aikido, por ej., hacer de él un negocio, me afecta a mí, y si yo hago algo detestable le afecta a él. Estamos hablando de responsabilidad y compromiso, da igual que no le conozcamos y que esté en el otro extremo del planeta, los hilos invisibles de la interdependencia nos conectan, por esa razón hay que despertar a una consciencia holística, con aportes positivos.
Llegados a este punto la individualidad, -el alumno-, la comunidad, -el Dojo-, y la globalidad, -el Arte del Aikido-, es una línea sin cortes ni separaciones, yo añadiría como concepto universal, -el Budo-. Muchas veces las personas se están mirando el ombligo y no son conscientes de esa mentalidad global y solo piensan en sus intereses particulares y mezquinos.
“Todo está ligado, todo se une en el universo. No se puede separar la parte del todo: la interdependencia rige el orden cósmico”.
Taisen Deshimaru.
La interdependencia positiva es el medio para activar la célula más pequeña del Aikido, que sería el Dojo, ésta se da y está correctamente estructurada cuando los componentes del grupo son conscientes de que el éxito de cada cual depende del éxito de los demás; nadie puede alcanzar sus objetivos si no lo alcanzan también el resto de los componentes del grupo.
Las metas y tareas comunes, por tanto, deben diseñarse y comunicarse a los estudiantes de tal manera que comprendan que, o nadan juntos, o se ahogan juntos. Para estructurar sólidamente unas interdependencias positivas, debe ponerse especial atención en que:
- Los esfuerzos de cada componente del grupo son completamente indispensables para el éxito del grupo.
- Que cada componente del grupo, con su contribución tiene una responsabilidad en el esfuerzo común.
Ello, crea un compromiso hacia la búsqueda del éxito (cada cual con sus metas y aspiraciones personales), por parte de todos los componentes del grupo con lo que cada uno pasa a ser núcleo de la escuela. Si no se da la interdependencia positiva para el logro de metas particulares, realmente, no es posible decir que existe cooperación.
Esto es extrapolable al mundo del Aikido en general, es decir, los Dojos que haya en una ciudad, en una región, en un país, en un continente y al final, en todo el planeta. Cada cual en su parcela debemos velar y cuidar que todo se haga correctamente, es entonces cuando aparece una consciencia global. Ésta no está marcada por una organización y miembros que la dirigen, -normalmente éstos están más pendiente de llenarse la bolsa que de educar correctamente-, no, ésta la impulsa, sostiene y alimenta cada uno de todos esos instructores anónimos que cada día van a sus Dojos a impartir las enseñanzas del Aikido a sus alumnos.
Las interdependencias negativas es todo lo contario, resumiéndolo, es cuando un sector se dedica al lucro, omite la correcta educación, se establecen alianzas de intereses, tanto de poder como económicas y se ve al practicante más como un objeto del que beneficiarse económicamente, que como un ser al que hay que aportarle conocimiento para su crecimiento como persona y aikidoka.
Dentro de las interdependencias existe el encuentro (De-ai), las coincidencias, -aún estando en el mismo entorno-, no siempre tienen lugar de inmediato, a veces pueden pasar años hasta que se produzca esa magia que la despierta y nos revele el intercambio de conocimientos y sensaciones, y es en ese momento cuando aparece la riqueza para ambas partes.
También existe la relación inicial que nos cautiva y nos abre puertas infinitas para nuestra riqueza, al igual que para catapultar nuestros conocimientos por el contacto y la experiencia vivida.
“Sin educación, no podemos ver más allá de nosotros mismos ni de nuestro ambiente cerrado a la realidad de la interdependencia mundial. Sin la educación no podemos darnos cuenta de cómo la gente de otras razas y religiones comparte los mismos sueños, las mismas esperanzas. Sin educación, no podemos reconocer la universalidad de las metas y ambiciones humanas”.
Kofi Annan.
De la misma manera que nos mueve el mismo impulso para practicar, también estoy casi seguro que tenemos las mismas metas a lograr, se esté donde se esté, eso ya es una forma de interdependencia, hagamos lo mismo con la imagen y el rigor que el Arte se merece.
Ishana Pérez, Diciembre de 2015.
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La mnemotecnia es el procedimiento de asociación mental para facilitar el recuerdo de algo, y lo ejercitamos constantemente en nuestro Dojo dentro de nuestro método de formación cotidiana. Y salvando las diferencias métricas de composición tiene su paralelismo por su funcionalidad con los Doka, -los poemas de la Vía-, o los Kôan, -problema que el maestro plantea al alumno-.
La Mnemotecnia.
Las reglas mnemotécnicas son tan primordiales en un Dojo como el lenguaje técnico común, porque con una sola frase se golpea la mente del alumno para la comprensión en la inmediatez, sustentada en la acción del momento.
Las hay que son clásicas y que pertenecen a la tradición milenaria del Budo y otras que son aportes realizados en el entorno de un Dojo particular, y no solo por su Sensei, sino por los mismos estudiantes que con su experiencia ayudan a aumentar el caudal de ellas, éste es el caso de las dos que nos ocupan esta vez: efecto Sensei; efecto vídeo.
El efecto Sensei es cuando estas practicando con el compañero, ¡y lo estás haciendo bien! Y el Sensei está en el otro extremo del tatami. Pero la sola presencia del Sensei por tus alrededores hace que lo hagas mal y comiences a equivocarte, acto seguido, el Sensei te llama la atención sobre ese error.
¿Por qué pasa eso?
Está claro que la presencia del Sensei impone, pero hay que desarrollar capacidades y me refiero ahora a la autoconfianza, pase lo que pase por tus alrededores tienen que cultivar Haragei -el Arte del cultivo del vientre-, que al desarrollarlo pone en evidencia a los aspectos soslayados de lo mental, eso en primer lugar.
Por otro lado está el convencimiento técnico de que lo que se hace se realiza correctamente, porque se copia y se desarrolla el modelo que nos ha dado el mismo Sensei que tienes ahora al tu lado, y debemos tener el suficiente aplomo para no dudar ni ponernos nerviosos por su presencia. Todo lo contrario, deberíamos demostrarle los progresos hechos y alegrarnos por ello, eso se llama maduración en su sentido amplio.
El otro caso que nos ocupa es -el efecto vídeo-, éste es determinante y aplastante; hace ya tiempo en el transcurso de un examen de grado de 5º Kyu, un estudiante después de darle el resultado no estaba de acuerdo con mi resolución sobre su trabajo, tanto a lo largo del año como en ese momento. Siempre tengo la costumbre de grabar los exámenes para casos como este, -entre otras cosas-, y le invité a que visualizáramos juntos su trabajo sobre el grado y lo íbamos comentando los dos, no dejo que se terminara la visualización de todo el examen, en los primeros tres minutos él mismo quedó convencido de su mal hacer.
El otro caso donde suele hacer el efecto contario es cuando estoy en una clase habitual y le digo a un estudiante:
- Mira, no hagas eso así, hazlo de esta manera.
- Inmediatamente contesta: ¡lo estoy haciendo así!
- No, no lo estás haciendo correctamente, ¡te grabo para que te veas!
- He inmediatamente por la presencia de la cámara de video ocurre el milagro, no comete el error que estaba realizando.
Es como en el caso de la presencia del Sensei pero en sentido positivo, el propio alumno haces sus ajustes mentales para no ver el horror de su error y afina sus capacidades de perfección.
Todos estos mecanismos se hacen la mayoría de las veces de una manera inconsciente, de lo que se trata es de tener siempre esa actitud de atención y de escucha propia, y no solo cuando nos pongan entre la espada y la pared.
Se pueden citar innumerables ejemplos de estas dos reglas mnemotécnicas, pero no quiero cansar al lector, lo que sí quiero es llamar su atención sobre esta herramienta tan simple y tan útil.
Otro aspecto que quiero comentar que no hay que ser purista y aprenderse de memoria cien reglas de la tradición marcial, uno puede crearse las suyas propias, piénsese que no es una cosa para fardar con los compañeros y ver quien más sabe, es de uso personal o de un entorno y toma la vida por el acontecer y su relación con la práctica diaria.
Memorizarlas y sin saber para qué sirven y desprovistas de contenido fuera del contexto de la práctica no tienen utilidad alguna para nadie.
También es importante transmitirlas a los estudiantes nuevos, pero no de una manera teórica, sino cuando aparezca la oportunidad dentro del Keiko, porque si uno solo se las recita, no las va a asociar y por lo tanto, no le van a valer para nada.
En cambio cuando surja la oportunidad y se le diga, va a ser un tatuaje permanente en su mente y en su cuerpo que nunca va a olvidar, dado que asocia: frase, movimiento, técnica y circunstancia.
A ver si me animo a publicar mi próxima obra: “Reglas Mnemotécnicas para Mejorar la Practica del Aikido”.
Ishana Pérez, Noviembre de 2015.
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No, hoy no voy a meterme con el mercantilismo del Aikido; quiero enfocar esta editorial sobre lo que practicamos y cómo lo hacemos.
El sentido del límite es una cuestión de sentido común, pero, ¿dónde está la frontera entre pasarse y quedarse corto?
El otro día oía una entrevista al director de cine Emilio Martínez-Lázaro (el director de ocho apellidos vascos), y comentaba que era muy difícil saber el punto justo para acertar con la comedia, porque el límite era muy fino en no llegar o pasarse para hacer reír. Algo así pasa si queremos evolucionar en este Arte.
En el Aikido, -como otras disciplinas-, el progreso se manifiesta cuando nos movemos en el borde del precipicio, eso significa que debo llegar a mí límite y no excederlo para no causar y no causarme daño, algo que solo se consigue con atención sobre la acción, es decir, con escucha propia sobre sí mismo y sobre el proceso que se realiza.
Pero, ¿qué significa transitar en el límite?
Voy a dar unos ejemplos para que se entienda mejor:
- Empezamos con lo más tangible, que es el cuerpo, el cual tiene que estar flexible, esto implica un hacer muy sensible junto con una puesta a punto, ya que si no, lo rompemos. También se incluye aquí la salud, porque una de las metas del ejercicio es aportarle bienestar, pero si me paso la socavo.
- Por otro lado está el fondo físico para poder trabajar con solvencia con el compañero, y de esta manera acceder a cotas más altas dentro del aprendizaje.
- El espíritu, algo que contagia y nos motiva, que a su vez nace de nuestra capacidad por superarnos y por colaborar.
- La entrega, aquí la podemos enfocar por un lado, en la práctica, por otro, en adaptar nuestro compromiso a nuestra realidad, sea ésta: familiar, laborar, de ocio, etc.
Creo que con estos ejemplos, se puede hacer una composición de lugar de los distintos límites a superar.
Desde fuera, -el Sensei y los Senpais-, nos azuzan para el progreso y eso es muy bueno, pero uno no debe rebasar ciertos límites, y esto solo se consigue con ejercitarse en la práctica y en la sensibilidad. Tampoco podemos perder el espíritu de superación y holgazanear en la comodidad de lo conocido, hay que ser un aventurero con una gran dosis de conocimiento y coraje.
Tenemos que enfocar la práctica de cada técnica como una exploración, por un lado del propio principio que el Sensei muestra, -a ver que nos revela-, por otro, sobre nosotros mismos (digo nosotros porque hay un tori y un uke), cómo actuamos y cómo somos. Aquí la clave está en cómo se interviene, si se hace por amor (Ai) (esto puede ser sinónimo de: colaboración, empatía, darse, ofrecer, recibir, franqueza, sinceridad, etc.) o por deseo (esto puede ser sinónimo de: ego, violencia, protagonismo, desprecio, egoísmo, etc.).
Cuando actuamos con amor automáticamente llegamos a nuestro límite y transitamos por él, es algo que se manifiesta por sí solo, no necesitamos añadir impetuosidad o impaciencia, no es necesario. Luego pasa algo mágico, al utilizar por completo nuestra actual capacidad, ¡el límite se mueve! Se incrementa espontáneamente nuestra dimensión y de esta manera nuestra práctica va madurando. Es como aprender jugando, que siempre es mucho más enriquecedor que los viejos métodos momificados y faltos de una buena pedagogía. De hecho, éste aspecto lúdico de la práctica no está reñido con la seriedad que implica el Reigi -la correcta etiqueta-.
Cuando actuamos por deseo lo que hacemos es atrincherar nuestras resistencias, nuestros miedos, nuestras inseguridades, y lo que es peor, las justificamos o las enmascaramos con altos ideales. Es peligroso usar la fuerza para superar apresuradamente las limitaciones que actualmente tenemos, eso inevitablemente nos lleva a lesionarnos y lo que es peor, fomenta una sensación de ineptitud y de incapacidad, que genera un sentido codicioso de la evolución.
Si se toma ese rumbo lo primero que ocurre es que nos alejamos de nosotros mismos, eso significa que nos reducimos como personas; lo segundo, no aprovechamos lo que el Arte nos ofrece. Hay que tener mucho cuidado, la mente es muy hábil y esto pasa de forma tan sutil que muchos practicantes no son conscientes de estas trampas, en especial si hay algún tipo de reconocimiento social. Cualquier cambio que impongamos por la fuerza o por la avidez no durará mucho tiempo, se caerá por su propio peso en un corto recorrido.
Ishana Pérez, Octubre de 2015.
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Esta editorial es una continuidad de la que escribí hace tiempo sobre “Forma y contenido”.
Hasta donde he observado este problema se manifiesta porque en un 95% de los casos (hablo de la sensación sin contenido), los alumnos que siguen el trabajo de un Sensei mayor imitan la forma que éste hace, que por su evolución y trayectoria, -si ha seguido los pasos establecidos en la tradición- hace Ri, y puede sacar a voluntad el poder y la suavidad según los intereses del momento. Los alumnos copian esa sensibilidad pero no la animan de contenido y es cuando se produce la coreografía, hacen algo que está desposeído de vida.
Eso significa que la acción-reacción no se ajusta a lo cabal, quiero decir que cuando se produce el trabajo en el Geiko la reacción está domesticada, -de ahí la coreografía-, y no me refiero al aprendizaje de la forma en el Kihon, que en un comienzo, -porque no se sabe- es una imitación sin contenido para facilitar el aprendizaje del alumno hasta que comprenda.
No, no me refiero a ese estadio, hago alusión a cuando ya se ha pasado ese proceso y se ha decidido seguir un trabajo en concreto, es cuando digo que está “domesticada”, que quiere decir que se imita y se repite sin conocimiento, bien por dejarse llevar por la deriva de las circunstancias y se va a los seminarios para figurar y que le vean, -es la típica actitud del político del Aikido-, en vez de ir para absorber todo lo posible para luego rumiar todo eso en las horas de soledad y de reflexión en su Dojo; la apatía por pensar, “eso ya lo dio el año pasado para que me voy a molestar este”; por la comodidad de no sudar sino dedicarse a hacer de relaciones públicas en el seminario de su Sensei, “a ver si cae alguno para él”; la holgazanería por pensar más en la fiesta con los amigos en el bar, que en estar a la rueda del Sensei preguntando todas las dudas; porque no se ha comprendido lo que el Sensei a quién se sigue quiere transmitir, y no se es capaz de preguntar, ¡pero le da clase a todo aquel con quien practica!; no se sigue su método sino que se inventa uno propio sin tener la madurez para crearlo y por lo tanto, metiéndose en callejones sin salida; se obvia la planificación de lo recibido en el seminario, haciendo después lo que cada uno estime oportuno cuando se retorna a su “dojo”; se oye pero no se escuchan sus sugerencias, y por lo tanto, se crea una maraña de conflictos mentales terribles, en base a las especulaciones propias carente de conocimiento real; solo se pretende evolucionar con el vínculo emocional con el Sensei, -yo diría que es mas peloteo que otra cosa-, y solo con ese apasionamiento por la persona del Sensei se quiere progresar sin sudar ni reflexionar sobre el trabajo, sin preguntar…; el alumno no se ajusta a observar, copiar, imitar y repetir lo que le transmiten, etc.
La sensación se ajusta a lo cabal cuando se reacciona con contenido, es decir, con lo que nos dan, lo que proyecta el compañero sobre la estructura, la anatomía y sobre la mente del colaborador, es en este caso cuando la sensibilidad es completa y llena de vida para los dos, eso es dialogar con el otro mediante la acción, que se compone de: entrega, de escucha, en dar, en recibir, en absorber, en proyectar…
Siempre me refiero a la escucha en la práctica sin el oído, sino a través del tacto, es un órgano que ocupa una superficie aproximada de 2 m2, con un peso de 5 kg., y entre 6 y 10 millones de sensores táctiles que recogen información tanto del interior como del exterior del cuerpo, ¡imaginemos todo el espacio que tenemos para sentir y experimentar!
El darle contenido va a depender de nuestra actitud, predisposición y apertura para interactuar con el otro, en función de eso es cuando cobra vida la sensación con contenido.
Esto también tiene su parte lúdica y creativa, porque hace la práctica rica y divertida, por lo tanto, alejando del Geiko como un talismán el tedio, el hastío, la rutina, la monotonía, el aburrimiento y el estancamiento.
¡Anímate y siempre practica con una buena sensación dándole contenido a tu hacer! Dicho de otra manera, pon el corazón y el cuerpo a disposición del otro.
Ishana Pérez, Septiembre de 2015.
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Quiero referirme a cuando se imparte un seminario, y en especial fuera del propio Dojo, tanto si donde se van a impartir las clases es una sucursal del Dojo central, como si son invitados a otros entornos.
En estos casos, ¿solo hay que enseñar técnicas, -movimientos con el cuerpo-, o hay algo más?
Si solo se enseñan movimientos, ¿cuál es el cometido de éstos?
Por parte de los que han invitado al Sensei, ¿van a seguir esos planteamientos técnicos? Y, ¿durante cuánto tiempo? O simplemente es una curiosidad banal desprovista de compromiso serio para enriquecerse.
Digo esto porque es sabido por todos que se necesitan un número mínimo de repeticiones para asimilar cada forma -cada técnica-, si la memoria no me falla creo recordar que eran 10.000 repeticiones para integrar cualquier gesto técnico de forma básica (si sacan la calculadora y calculan el tiempo necesario para integrar una sola técnica, a buen seguro que se van a sorprender mucho). Luego, a esto hay que sumarles cosas propias como: la capacidad de asimilación del estudiante, la psicología, la predisposición y apertura, el estado de concentración, la condición física, etc. Cosas a tener muy en cuenta cuando se quiere seguir el trabajo de alguien.
¿Tiene que ser el Sensei una referencia de comportamiento?
O, tiene que tener una actitud ambivalente, es decir, un comportamiento para impartir las clases, otro para los exámenes con sus resultados y otro para relacionarse con los estudiantes.
¿Debe mostrar valores éticos?
¿Tiene que enseñar estructura tanto de su método de enseñanza cómo de la parte administrativa?
O por el contrario, muestra lo que cree oportuno, coge su dinero por su trabajo sin ninguna implicación más.
¿Debe infundir inspiración a los que asisten al seminario?
Porque como decía Caspar David Friedrich refiriéndose a la pintura, pero totalmente aplicable a nuestro Arte, “Una pintura cuya inspiración no parte del corazón no es más que un malabarismo inútil”.
¿Cómo tiene que afrontar la instrucción, cómo Vía o cómo negocio?
Es muy común hoy en día invitar a muchos Senseis a impartir sus conocimientos a distintos entornos, y no creo que eso sea malo si se tiene muy clara la razón por la que se hace. Lo contario, sí creo que puede ser contraproducente, me refiero a nivel de enseñanza, porque a buen seguro que a nivel de negocio siempre es rentable si se vende bien el producto.
Ishana Pérez, Agosto de 2015.
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Estas son las cualidades que debe poseer un uke y un tori para realizar un buen trabajo, teniendo en cuenta sus contrarias: para desafío, amistad mal entendida o pacto; para control, desorden y violencia; y por último para actitud, desprecio y egoísmo, ¡aclararé cada aspecto!
Si queremos que estén presentes los aspectos del Budo, a grosso modo esto es: el manejo del cuerpo, el control de la respiración, el manejo de las emociones en todo los campos, la estabilidad del pensamiento, la sincronización del movimiento en su totalidad, la empatía, la compasión y por último, la introspección. Todo esto es producto de las influencias que ha sufrido el Budo, que son: Taoísmo, Confucionismo, Sintoísmo y Budismo.
Por ejemplo, el desafío supone decirle uke a tori “voy a por ti”, y no haber establecido un pacto de antemano donde reine la complacencia, la amistad cómplice para que no haya esfuerzo y superación, o el buen rollito carente de presencia y franqueza, -que no quiere decir eso que se carezca de alegría para practicar-. Esto se desarrolla en los tipos de Geiko como:
Uchikomi – Geiko.- Es cuando se practica con un compañero de más nivel, con un Sempai o con un enseñante.
Hikitate – Geiko.- Es otro tipo de práctica que se hace con estudiantes avanzados, y el objetivo es corregir los errores y los puntos débiles con benevolencia.
Gokaku – Geiko.- Es cuando se establece una práctica con estudiantes que tengan un mismo nivel de desarrollo, evitando la competición, la complacencia y la superficialidad, la entrega tiene que ser total. Se desarrollan trabajos complicados y de difícil ejecución.
Kakari – Geiko.- Es cuando estudiantes del mismo nivel atacan sin interrupción a un tori, desarrollando éste la técnica que se ha establecido.
Sobra decir ¡pero por si acaso! Que esto no se puede hacer con estudiantes nuevos o con poca experiencia.
Luego viene el control, éste lo vamos a ver desde el lado del tori. La falta de él no puede traducirse en violencia, -que es lo más típico cuando el otro viene con todo-, o en un desorden en la respuesta donde ponga en peligro la integridad del uke pudiendo llegar a ser letal, ¡no debemos olvidar que el uke es nuestro medio para evolucionar! Por lo tanto el cuidado y el mimo es importante, que no está reñido con que haya poder y contundencia en la respuesta, porque ya sabemos que al nivel en que estamos trabajando, el uke tiene la suficiente solvencia para recibir y no causarse daño.
Y por último está la actitud, la cual tiene que ser amorosa, de compasión, ésta es un estado superior a la empatía, si nos remitimos a la raíz griega sería “sufrir juntos”, lo cual es muy significativo, dado que después de cuatro repeticiones voy a estar en su mismo lugar. Los estudiantes algo desviados del Camino esto lo recuerdan cuando tienen que cobrarle a alguien una jugada sucia que le ha hecho, -expresión común, “ya llegaran las cuatro mías”-, pero no en el sentido de la buena evolución para trascender los bajos instintos.
Por esa razón hay que tener cuidado con lo opuesto a la buena actitud, que es el desprecio y el egoísmo.
Desafío, control y actitud, son palabras sencillas que si las vamos llenando de contenido según vamos adentrándonos en nuestra evolución, nos van dotando de comprensión en nuestro trabajo, eso por un lado, por otro, complementan el desarrollo de las capacidades mentales, y por último y más importante, vamos siendo mejores personas a pesar de los errores que podamos cometer.
Ishana Pérez, Julio de 2015.
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Nuestro mundo del Aikido está llenos de intereses, yo me atrevería a decir que es lo que más prima, lo que menos, el sentimiento real de corazón a corazón, y eso que siempre he pensado que uno está en un determinado entorno, no por el nivel técnico y de desarrollo que se imparta, sino por una afinidad personal bien con el Sensei o el colectivo que le rodea.
Digo esto porque si se estuviera por el interés real de una buena formación no se entiende que haya gente que siga a unos que se caen por su propio peso, y eso es fácil de comparar: in situ, ir a unos seminarios de alguien que tenga un trabajo estructurado, limpio, maduro y que lo lleve con maestría, yo añadiría también, que fuera buena persona, e ir a otros donde sea todo lo contrario, aunque sea tu propio Sensei, (lo pongo en plural porque a veces con un seminario no basta). Por otro lado visualizar videos de un tipo de trabajo y otro; aunque yo siempre recomendaría la primera opción, que la percepción es más directa y experimental bien sean seminarios o clases. Es decir, usar nuestro discernimiento y sentido común, para analizar el comportamiento y el ambiente de dónde se quiere uno formar o se está uno formando.
Falta curiosidad y perspicacia para elegir correctamente un Aikido con rigor, en contraposición, a eso que hay gente que llama “aikido” y no se sabe qué es. Alguien me dijo una vez cuando hablaba en estos mismos términos: “El Aikido no es de nadie”, y yo le contesté, “¡No estoy de acuerdo! El Aikido es de quién lo desarrolle con sus principios en sí mismo. ¡En ese mismo instante el Aikido le pertenece!”
Siempre me ha asaltado la duda de que, ¿se sigue el trabajo de algún Sensei por el propio trabajo o por el interés del diploma que otorga el grado y demás favores?
Y por otro lado:
¿Si no existiera la posibilidad del diploma y los demás favores se tendría la misma predisposición, entrega y “lealtad” de seguir ese mismo trabajo técnico de ese Sensei?
Me gustaría que cada uno de ustedes en la soledad de esta lectura de este editorial se contestara esas dos preguntas.
La experiencia y las evidencias demuestran que hasta el día de hoy -en los entornos que yo conozco-, hay más interés que seguimiento, porque ésta última palabra según la RAE, en su segunda acepción significa: “Ir en busca de alguien o algo; dirigirse, caminar hacia él o ello”.
No nos podemos dejar hipnotizar por malabaristas hábiles, debemos buscar nuestro propio Camino, el grado por el hecho de llevarlo en un papel que tienes en casa, (en Aikido no se hace visible en la vestimenta, salvo los de Kyus -los principiantes- y los de Dan -los veteranos-, y aún así, en muchos Dojos ni eso), y que en la mayoría de las veces no sabes ni dónde está, no te otorga un reconocimiento si no lo demuestras con tu cuerpo y tu comportamiento:
Una vez estaba en un bar con un grupo de aikidokas tomando unas cervezas, al pedir la cuenta, el camarero se había equivocado en su contra, entonces dije que deberíamos decírselo, una de las personas que estaba allí “¡y practicaba aikido!”, me dijo que el camarero tenía que tener más atención y que no le pensaba decir nada. Le contesté, ¿ese es el tipo de aikido que haces? Digo esto por el comportamiento.
La Vía hay que plasmarla en todos los campos, no solo en la lona del tatami haciendo malabarismos con la complicidad del compañero, porque entonces eso es una droga que te obnubila el discernimiento, y si eso pasa estás haciendo una gimnasia para tu cuerpo, pero tu mente, tu corazón y tu espíritu quedan enterrados bajo tus ilusiones sin fundamento ni experiencia.
Ishana Pérez, Junio de 2015.
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En cualquier Dojo no todo el mundo está interesado en el proceso de los grados para evolucionar, hay personas que solo pretenden practicar sin ninguna pretensión más, pero a la vez quieren aprender y formarse, por lo tanto, un Sensei encargado de un Dojo debe de tener este espacio claro con el objetivo de recompensar el esfuerzo hecho por estos estudiantes.
Soy partidario de los reconocimientos honoríficos y cada profesor debe tener su escala de valor para otorgarlos, desde mi punto de vista con ciertas salvedades: primera, tiene que diferenciarse claramente de aquellos que se entregan a un proceso de formación reglado y temporizado; segundo, el tiempo para otorgar la mención honorífica tiene que ser superior al que acepta una formación más sistematizada y dentro de un método; y tercero, el reconocimiento honorífico no puede ser superior en autoridad a aquel que se ha conseguido bajo una selección y un esfuerzo planificado, por ejemplo, un grado.
Hay que pensar que a todos nos gusta que nos reconozcan nuestro trabajo y entrega, digo esto, porque no nos puede cegar el partidismo o las preferencias, jugamos con sentimientos y la motivación de las personas, por lo tanto, la ética y la ecuanimidad debe de estar presente. Para allanarnos el camino a los que tenemos responsabilidades de ese tipo, es importante que la normativa esté clara y sea del dominio público, de esta manera nos ahorramos muchos problemas, ya que solo hay que aplicar la norma que previamente se ha establecido. Estar al capricho de la emoción o del interés siempre trae muchos problemas para el responsable de hacer el reconocimiento y desilusiones para el que la pueda recibir.
Por parte del beneficiario de la mención, debe de ser coherente y autoevaluarse si es capaz de hacer honor a ese reconocimiento o necesita un tiempo más de maduración y experiencia, por ejemplo, haciéndose responsable de un cargo o aceptando un hakama.
Lo que está claro que los reconocimientos ayuda a cimentar mejor un colectivo y eleva la motivación del mismo, cosa muy importantes para el progreso en cualquier campo de un Dojo. Esta herramientas no solo benefician a quién la recibe, sino también al recién llegado que le dibuja en el horizonte un objetivo a lograr, por lo tanto, focaliza su mente en él si tiene la misma predisposición que el beneficiario de la mención.
Otro aspecto que tiene que llamar la atención de un Sensei responsable, es en cómo gestionar la evolución de los estudiantes discapacitados -si los hubiera- , dado que no pueden afrontar el proceso con igual solvencia que los demás alumnos, pero necesitan refuerzos y reconocimiento a su trabajo.
Es importante redactar unas bases que fundamenten los reconocimientos honoríficos en el Dojo, de esta manera no entran en conflicto los estudiantes con sus deberes y responsabilidades. Digo esto porque a pesar que la diferencias en conocimiento de un 1º Dan conseguido con un proceso de estudio y uno honorífico se van a notar en el cuerpo y en el trabajo de quien lo posea, no está de más que haya un documento oficial del Dojo donde delimite un campo y otro.
También se puede dar a la inversa, es decir, un grado de 1º Dan honorífico tener un nivel superior de conocimiento en su cuerpo de la Waza, que uno recién adquirido, simplemente porque lleva más tiempo de ejercicio, un ejemplo muy simple, el caso de un Sempai veterano. Bien es verdad que este caso no es muy abundante, ¡pero se puede dar! Por lo tanto los Sensei debemos de ser conscientes de ese aspecto.
Ya lo dice el proverbio: “Una voz fuerte no puede competir con una voz clara, aunque ésta sea un simple murmullo”. Confucio.
Ishana Pérez, Mayo de 2015.
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La intermitencia es un grave problema dentro de la educación del aikido, y no solo se manifiesta en el aspecto técnico, que es lo que el común sabe. Hay un Ura (lo que no se ve a simple vista) que es desconocido por muchos, y es éste mismo problema manifestado en la actitud del alumno, el cual voy a desgranar de una manera sintetizada.
La peor y más grave intermitencia es la de “aprender y olvidar rápidamente”, para muchos es su manera de abordar su práctica cada vez que van al Dojo y no son conscientes de ello. Esto trae consigo muchos problemas, por ej., la pérdida de tiempo en la sesión, porque el alumno antes de sumergirse en lo explicado hace un repaso de lo que se expuso en el centro del tatami: “¿cómo era? Así o así; ¡espera, espera, que no lo tengo claro!”, y luego inicia la práctica de lo explicado; no se avanza en la planificación del año, del semestre, del trimestre o de la mensual, es avanzar un paso y dar tres para atrás. Esto mina mucho la motivación de los compañeros que han hecho sus deberes y lo que quieren es progresar, pero se ven frenados por los holgazanes que no se esfuerzan; como consecuencia de lo anterior no hay acumulación de conocimiento, porque el estudiante no es capaz de retener las bases para posteriormente construir sobre eso, ¡ejemplo clásico! Si no te sabes los Suburis de las armas, no hay soporte para avanzar en el estudio del Ken o del Jo; no se pueden desarrollar trabajos superiores, ya que siempre hay que repasar la base donde se apoya el estudio más avanzado, pasa como dije más atrás con la estrategia del cangrejo; se frena el avance de los compañeros, hay que pensar que el Dojo es una comunidad donde todos están interconectados y la interdependencia tiene que ser con responsabilidad.
Muchos aikidokas inmaduros dentro de la educación confunden lo de aprender y olvidar rápidamente con el concepto de Shoshin, que nada tiene que ver una cosa con otra. Los que lo hacen es una prueba más de su ignorancia, yo les recomendaría la obra de Shunryu Suzuki Roshi, “Mente Zen, Mente de Principiante”, donde esclarecerán todas sus dudas sobre el término de Shoshin.
La actitud intermitente tiene un gran desgate en el estudiante, sea o no consciente de ello, por eso la mirada vigilante de su Sensei es de vital importancia para corregir y orientar al alumno. Donde primero se detecta es en el aspecto técnico, por otro lado normal cuando se inicia en el proceso, ¡es algo natural y por lo que todos hemos pasado! O no le es familiar aquello de: “Sensei, si estoy pendiente del Ukemi, se me olvida el contacto”. Pero si después del noviciado persiste, es cuando se convierte en un grave problema y también va a contaminar a la actitud.
El pilar central para vencer a la intermitencia es la voluntad y la constancia, y es aplicable tanto al aspecto técnico como al de la actitud, vamos a ver unos ejemplos importantes en los dos casos:
En la técnica.
El Atari (sensación, tacto, sensibilidad) en el contacto, es el principio básico para la comunicación con el compañero (en el De - ai, el encuentro y en el transcurso de la acción), y otro aspecto oculto, se educa la intensión y la proyección de la mente, que a su vez conecta con aspecto profundo de la psicología y la personalidad del estudiante.
Mantener el contacto en el transcurso de la ejecución, es una continuidad de lo anterior, pero con la complicación añadida de sentir al otro en todo momento en la dinámica.
Cabalgar sobre las piernas, si no se sabe subirse y luego cabalgar sobre ellas, la práctica carece de raíz y de contenido.
La práctica personal, no podemos sustentar la evolución solo en las clases, hay que tener parcelas de estudio propio para progresar con más solidez.
En la actitud.
Llevar a cabo los consejos y sugerencia del Sensei, no se puede recordar las recomendaciones del formador solo en el momento que nos lo dice, hay que darle continuidad en el tiempo, porque si no aparece lo de aprender y olvidar rápidamente.
La determinación para el logro de los objetivos propios, si siempre estamos comenzando con lo que queremos alcanzar, tenemos la misma actitud de aquellas personas que cada lunes se ponen a régimen para adelgazar.
El otro lado de este último aspecto es estando ya embarcado en un proyecto, no concluirlo por falta de coraje o por apatía para rematarlo, es una deriva que se ve mucho en la asistencia a clase, la conclusión de un grado, el remate de una práctica personal, el prepararse físicamente y mentalmente para abordar un intensivo, etc.
Cuando no se tiene una voluntad clara es sinónimo de falta de atención, nuestros propósitos y nuestra intención llevan caminos opuestos, y a buen seguro, va a ser complicado sino imposible llegar a buen término con nuestras aspiraciones.
Por otro lado está lo lúdico, quizás eso es lo que alguien puede desear del aikido, es decir, practicar en el momento sin más intensión ni pretensión. Este caso se da en muchos Dojo, -en el mío mucho-, por esa razón cuando en su momento tome consciencia de ese problema, diseñé clases especialmente para estas personas y con horarios distintos a los que hacen un trabajo más concienzudo, de esta manera hay satisfacción por parte de todos.
También hay que contemplar que las personas cambian sus intereses y puede que en un determinado momento demanden un conocimiento más profundo del Aikido, por lo tanto, hay que facilitarles esa posibilidad.
Ishana Pérez, Abril de 2015.
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La explicación central es el eje de la sesión (Ippan Geiko), es lo que marca la evolución técnica, la intensidad, el ritmo y los otros posibles modelos derivados de ésta forma básica de enseñanza.
Pero es bueno saber que no solo se limita a sentarse y a observar, aunque estas dos cosas por sí solas ya son bastante complejas, dicho de otra manera, con sentarse y observar tendríamos para toda una vida si queremos desarrollarlo en profundidad. Pero hay otros aspectos sobre los que quiero llamar la atención porque son cruciales para el desarrollo de la explicación central, de una forma bidireccional entre alumno- Sensei.
Lo primero es la posición de los Senpais, (los alumnos más veteranos y por esa condición se les supone que son los de más nivel), que tienen que estar en primera fila por si el Sensei requiere de su participación para ayudarle en la explicación que va a comenzar o está en curso. Tienen que tener un Zanshin (aquello que permanece sin apegarse, vigilante, libre y totalmente presente aquí y ahora) muy vivo, dado que en los niveles altos del aprendizaje la comunicación se hace con la mirada, por lo tanto el observar al Sensei con total atención es por imperativo doble: si no sales a ayudarle tienes que absorber todo lo posible lo que está explicando, o para estar alerta cuando te requiera con la mirada para la explicación.
Hay otro aspecto clave en esta dinámica, y es la velocidad de reacción entre que el Sensei hace la demanda y la acción del alumno, de ahí lo que se dijo antes de un Zanshin muy vivo, eso demuestra la presencia y la entrega en la acción por parte del alumno, que luego ese aspecto le va ser muy práctico a la hora de reaccionar ante algo inesperado. Cuando hay estudiantes que es el Sensei el que casi tiene que tocarles e invitarles a participar, ese alumno solo mandó el cuerpo a clase, porque todo lo demás -su mente, su espíritu, su voluntad, su atención…- se quedo en casa.
En esta velocidad de acción tengo que llamar la atención, que si se tienen las piernas dormidas por estar mucho tiempo en Seiza, o por tener una lesión de rodilla o de tobillo, hay que ser muy precavido y no por el hecho de responder acrecentar la lesión, hay que usar el sentido común y salvaguardar la salud ante todo.
Por otro lado está la dinámica de la forma básica con los alumnos nuevos, que en este caso prima la etiqueta y que el novicio se vaya introduciendo en la forma de cómo comportase en esta parte de la clase, esto es:
- El Sensei llama al alumno por su nombre o le señala para que le ayude en la explicación.
- El estudiante aludido dice: ¡hei!
- Éste antes de levantarse rota su Seiza hacia el Sensei y hace una reverencia.
- Se levanta con rapidez y vivacidad, se acerca con distancia de Ma-ai, y vuelve a hacer otra reverencia, esta vez de pie.
- Seguidamente ejecuta el ataque pertinente.
- Se esmera en dar una buena respuesta como uke, -y ésta dentro del Kihon-, sin añadir ninguna reacción propia.
- Y cuando termina la explicación se saludan en Seiza el Sensei y alumno primero, luego, los dos juntos saludan al resto de la clase y comienzan a practicar.
Esto es una forma muy básica y clásica con personas que comienzan a estudiar Aikido, y es muy importante para desarrollar la correcta actitud interna y externa del novicio.
Entonces, ¿qué queda de este proceder en el primer ejemplo que se dio?
Como he dicho antes, en este segundo ejemplo se da prioridad a la etiqueta. En el primero al desarrollo de capacidades, y lo único que queda del segundo protocolo es el saludo final del discípulo al maestro, aún cuando éste no se lo devuelva y al resto de compañeros, que lo más probable es que justo en ese momento estén buscando pareja para practicar, porque ellos saludaron al Sensei cuando el uke le estaba saludando al concluir la explicación.
Pero volvamos a seguir desarrollando el primer ejemplo y dentro de éste ampliemos el concepto de Zanshin. El trabajo y el desarrollo no solo se limitan a los que salen a ayudar en la explicación, sino a los que la están viéndola, por qué digo esto, porque es muy común que el Sensei te tire encima al uke por varias razones:
a) Si te ve despistado, es decir, que no estás en clase aunque tu cuerpo esté allí. Esto es una manera de decirte, ¡oye atiende, que esto no es un juego!
b) Para comprobar tu reacción y tu desenvolvimiento antes situaciones de presión. Eso quiere decir poner a prueba tu bagaje para levantarte, rodar, desplazarte, agarrar, neutralizar o controlar al otro de una manera limpia, por ejemplo. Por otro lado ve y testa tu estado de atención sobre el tatami y en la explicación.
c) Para ver tu centro y serenidad. La capacidad del momento de tu reacción, es decir, de tu Time, este punto es equiparable a como cuando alguien te ataca con un ken (sable de madera); la serenidad con que afronta el hecho, aquí se ve la unificación estructural; la precisión de tu acción, lo contrario a lo anterior, si tus movimientos son sincopados y sin coordinación para la acción; la vuelta a la explicación, porque cuando pasa esto el Sensei sigue a lo suyo y lo más probable con otro uke, si tu reacción es de shock aun reaccionando bien, hay que trabajar otros aspectos mentales que no están pulidos.
Estos puntos que se acaba de enumerar es para el que observa la demostración. Veamos ahora para el uke que colabora en la explicación:
a) La capacidad de reacción ante el objeto con que se va achocar. Hay que agudizar la percepción del entorno, esto marcialmente hablando es muy rentable, y no darse de bruces contra los objetos, aún cuando nos dirijan hacia ellos.
b) El control visual de la acción, estando dentro de ésta. No es nada fácil la educación visual con el compañero (acción-reacción) y el medio, esto hay que ejercitarlo constantemente; dentro de nuestro método de adiestramiento en este aspecto suelo hacer dos cosas muy simples: acoto a posta las dimensiones del tatami, y coloco objetos dentro de ese medio ya limitado, -sobra decir que los objetos si se choca con ellos el daño es en el orgullo propio, no en el cuerpo, lo digo por si acaso-, por lo tanto los estudiantes tienen que hacer su papel de ukes y sin chocar con los objetos en cuestión, tanto en el transcurso de la acción como del ukemi. Es un método muy eficaz para el aprendizaje, y el desarrollo de las capacidades de las que hablamos, como por lo lúdico del ejercicio.
c) El valor de cómo se afronta el hecho de ir a chocar con algo y como corregirlo antes del impacto. Este aspecto se concentra en el papel del control sobre el centro y el eje, a esto sumamos la creatividad propia para asumir ukemis prácticos (este aspecto solo se puede trabajar después de dominar los básicos), -que no tienen que ser necesariamente de circo-. Aquí la flexibilidad corporal juega un papel primordial para hacer frente a estas situaciones.
d) El control del ukemi para salir airoso sin daño alguno y sin romper ni el ritmo ni la dinámica de la técnica, esto incluye no ponerse duro ni tener miedo, que normalmente una cosa retroalimenta a la otra. Digo esto porque la reacción normal y primitiva es la de contraerse para afrontar el impacto y normalmente reteniendo la respiración, lo cual va a aumentar el daño si se chocara. Por el contrario si exhalamos, nos dejamos llevar y nos soltamos asumiendo el reto manteniendo el tono corporal justo, el mal siempre es menos, sino miremos a los bebes y a los borrachos cuando se caen.
En cualquier aspecto de la práctica tenemos el deber de ir al tuétano del asunto, no ser superficiales y quedarnos en la periferia, hay que hacer Budo, y por lo tanto la educación que eso implica. No es una cuestión de sentarse pasivamente sobre el tatami y algo ausente para mirar el acontecer, hay que prepararse para lo inesperado, este aspecto nunca acaba, más que nada porque en algún momento nos van a pillar en un fallo, y eso no es un problema, ¡al contrario! Es una motivación para mejorar más y mejor.
Ishana Pérez, Marzo de 2015.
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Quiero enfocar la empatía vista en las explicaciones que se hacen en el centro del tatami, para mostrar lo que tienen que ejecutar los alumnos posteriormente. En la empatía interviene el factor de de la identificación de un sujeto con otro, y un elemento muy importante es el aspecto afectivo, la implicación de la emoción.
Para que la práctica de sus frutos se tiene que basar en: observar, copiar, imitar y repetir, esto es la base para desarrollar correctamente Shu, vamos a ver hoy el primer aspecto que es la observación.
Si observas de una manera distante, es decir, si no te implicas ni mental ni emocionalmente con lo que ves, se está perdiendo el 50% de la explicación. El otro 50% lo compone el principio que se quiere mostrar y los detalles donde se hace énfasis.
Hay que vivir el movimiento que el Sensei hace como si lo realizáramos nosotros que estamos en Seiza observando, eso por un lado, por otro, hay que impregnarse del sentimiento-energía-espíritu que el profesor nos trasmite. Quizás para que se comprenda mejor lo que quiero transmitir, vamos a hacer un paralelismo con el ritmo, eso quiere decir que hay veces que en las explicaciones el ritmo es continuo y veloz, en otros momentos lento o muy lento, en otras ocasiones es entrecortado porque se para en un punto concreto para trabajar la sensación del desequilibrio, por ejemplo, etc., aquí hay que matizar que éste ritmo entrecortado no tiene nada que ver con la intermitencia, porque el contacto y la conexión se mantienen continuamente aún en una posición casi de derribo.
Cuando el alumno hace, debe de adaptarse a ese ritmo que vio, pues es lo que hay que explorar, bien, entonces, con la empatía pasa lo mismo, hay que calcar aquello que se vio y se sintió. Esa es una de las razones que cuando se estudia la forma para hacerla nuestra, se nos dice que no se puede añadir nada propio, sino que lo que se debe hacer es exactamente lo que nos han mostrado.
En la posición de alumno hay dos formas de apreciar lo que se muestra: por un lado está cuando el estudiante es uke, en este caso lo que se percibe es directo, la sensación actúa sobre nuestro cuerpo y nuestra mente, pero falta la visión panorámica del espectador para ver el conjunto en su globalidad.
En el otro lado está el alumno que es espectador, que sí tiene una visión general de lo que acontece, pero carece de contacto directo con la acción. Tanto en una u otra posición es necesario la empatía para compensar las carencias que se tienen en base a la perspectiva en la cual se está.
Luego está el aspecto del Musubi -nacimiento, adaptabilidad-, trabajando de esta manera se desarrolla exponencialmente la empatía, es cuando nos olvidamos de nosotros para ser el otro y de esta manera nace algo nuevo.
La identificación es una herramienta muy útil sabiéndola aplicar, nos puede aportar grandes beneficios que nos mejorara como persona y como practicante.
Ishana Pérez, Febrero de 2015.
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"El saber es la única propiedad que no puede perderse". Blas de Priene.
Muchas veces son muy crítico con los analfabetos funcionales (empezando por mi propia casa -Dojo-) dentro del Aikido, es decir, son aquellas personas que aprenden y olvidan rápidamente, dicho de otra manera, hacen las cosas porque las ven o se las dicen, son autómatas sin conocimiento propio. Por lo tanto carecen de curiosidad para investigar, para cuestionar y sacar sus conclusiones; otro aspecto que se manifiesta en estos analfabetos es que no estudian los grados, ni el Kihon, lo hacen por imitación sin seso. Eso quiere decir que van a clase y no dedican tiempo al estudio del grado y se presentan a los exámenes sin haber estudiado, y en un alto porcentaje, desconociendo el plan de estudios que se les exige, ¡y aún así pasan! Si son lúdicos, (aquellas personas que no tienen interés en el proceso de los grados), no prestan atención a evolucionar dentro del Kihon, y olvidan los fundamentos de una clase para otra.
Esto nos lleva como en el aspecto social del término, a bolsas de fanatismo, o seguimiento ciego de un trabajo sin haber levantado la mirada para ver que hay a su alrededor y de esta manera poner a prueba el suyo. Si muchos de estos practicantes hicieran eso, -salir de su gueto-, estoy seguro que se llevarían una sorpresa monumental, ya que comprobarían que en su entorno hay trabajos iguales, inferiores y muchos mejores, y no solo me refiero a la técnica, sino también a la administración, a la organización, a la metodología, a la estructura, a la planificación, etc.
Como dice François de La Rochefoucauld (1613-1680), “Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse”. Y a mí modo de ver, estos tres tipos de conocimiento abundan mucho en nuestro universo aikidokil, y la culpa de estos malos conocimientos es de los Senseis que trasmiten mal o hacen negocio con el Arte en vez de Budo.
Si se comienza formándose correctamente, y esto para mí no solo abarca la parte técnica o física, también incluye el aspecto intelectual, ético y espiritual del alumno, los cimientos se establecen profundos y sólidos, y eso es responsabilidad de los actuales Senseis. Lo siguiente es profundizar en ese conocimiento y desarrollarlo cada cual con su visión y aportes personales, que enriquecerían muchísimo al Arte del Aikido y catapultaría a las nuevas generaciones a cotas de conocimiento muy superiores, de ahí el título de ésta editorial.
Estar en la ciénaga del negocio y del mercantilismo, lo que va haciendo es alejar a los posibles interesados en vivir la experiencia que el Do del Aikido les ofrece, y de esta manera se va podando el árbol hasta secarlo por completo.
Últimamente he observado (puede ser que esto solo pase en los entornos donde yo me muevo), que hay poca renovación generacional de aikidokas, es decir, ya somos maduritos o mayores los que practicamos, veo poca gente joven, ¡y eso me preocupa! Y me lleva a preguntarme, ¿por qué?
¿Qué estamos haciendo que no captamos el interés de las nuevas generaciones? Es una cuestión que hay que resolver si no queremos ser un reducto de abuelitos rodando por los suelos y contando batallitas entre nosotros.
Ishana Pérez, Enero de 2015.
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