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Una vez más traemos a nuestro boletín un artículo perteneciente al texto: La Yoga Vâsishtha, tratado que expone de una forma muy accesible para el público en general, la doctrina de la Advaita Vedanta, -filosifía de la no-dualidad-.

        Esta vez hemos elegido, “Canto al Ser”, perteneciente al libro V, Upashama Khanda. Donde Prahlâda hace una alabanza al Ser después que fue capaz de desarraigar las impurezas de su propio corazón. A pesar de lo muchos obstáculos por parte de su padre, consiguió concentrar su mente en el Sr. Vishnu y de esta manera obtener Mosha, -la liberación-, a través del Âtma Vichâra.

Canto al Ser

        Nuestra intensión con este artículo es ayudar-motivar a profundizar en el autoconocimiento, que al fin y al cabo, es cuando nuestra existencia es provechosa.

Canto al Ser

        Te saludo, ¡oh ser!, libre del fango del sentimiento del ego. Te saludo, ¡oh ser!, en el que los temibles sentidos y la mente que todo lo consume han alcanzado la quietud. Te saludo, ¡oh ser!, en el que se ha abierto el loto de la felicidad. Te saludo, ¡oh ser!, que resides en el loto del corazón y cuyas dos alas son la consciencia y su reflexión.

        Te saludo ¡oh ser!, el sol que despeja la obscuridad de la ignorancia. Te saludo, ¡oh ser!, el promotor del amor supremo que mantiene todas las cosas del universo.

        Igual que el acero corta al acero que ha sido calentado al rojo, la mente pura corta a la propia mente. Yo he cortado los deseos, la ignorancia y la insensatez con sus opuestos. Mi cuerpo funciona por su energía, sin sentimiento del ego. Las tendencias pasadas, los condicionantes mentales y las limitaciones han quedado completamente destruidas. Estoy francamente sorprendido: ¿cómo he podido estar tanto tiempo preso en la trampa del ego? Libre de toda dependencia y hábitos de pensar, de deseos y de codicia, de creencias ilusorias en la existencia del ego, de la distracción de las tendencias que persiguen los placeres, y de toda agitación mental, mi mente ha alcanzado el estado de completa quietud. De este modo, todo sufrimiento ha llegado a su fin y la luz de la suprema felicidad ha comenzado a brillar en mi interior.

        ¡Oh ser!, brillas en el sol con luminosidad y pureza, y resplandeces fríamente en la luna. La pesadez de las montañas y la velocidad del viento surgen de ti mismo. Por tu causa la tierra es firme y el espacio vacío. Afortunadamente has sido comprendido y realizado por mí; afortunadamente, me he trasformado en ti. Por suerte, ¡oh Señor!, ya no hay diferencia entre tú y yo: tú eres yo, yo soy tú. ¡Saludo a mi ser infinito y sin ego, saludo al ser sin forma!

        Resides en mí en estado de equilibrio, como la consciencia testigo, sin forma y sin divisiones en el espacio-tiempo. La mente comienza a agitarse, los sentidos se excitan y la energía empieza a manifestarse poniendo en movimiento la doble fuerza del prâna y del apâna. Arrastrada por el poder de los deseos, la mente se entusiasma entonces con este cuerpo de carne y huesos que parecen moverse bajo su impulso. Pero yo soy conciencia pura, que no depende del cuerpo ni de ninguna otra cosa; deja que el cuerpo aumente o disminuya, suba o baje de acuerdo con sus propios deseos.

        Con el tiempo brota el sentimiento del ego y en otro momento este sentimiento se esfuma, como el universo se disuelve al final de los tiempos. Después de un largo ciclo de nacimiento y muertes, he alcanzado el estado de paz, igual que el cosmos descansa al final de su ciclo existencial. ¡Te saludo a ti, mi propio ser, que eres trascendental y lo eres todo, y saludo también a cualquiera que hable de nosotros dos! (Esta parte recuerda al “Canto a mi mismo” de Whitman).

         El ser supremo es la conciencia testigo completamente inafectada por los fallos de su propia experiencia. El ser es todo en todo y existe en todas las cosas, como la fragancia existe en las flores y el aceite en la semilla de sésamo. ¡Oh ser!, tú destruyes, tu proteges, tú das, tu ruges y tú actúas, aunque estás completamente libre del sentimiento del ego. ¡Esta es la gran maravilla! Siendo la luz del ser, abro mis ojos y parece que el universo se manifiesta ante mí, y cuando los cierro, ese universo parece volatilizarse, se esfuma.

        ¡Oh ser!, eres el átomo supremo en el que existe el universo desde un principio, como el gran banyano ya existe en su pequeña semilla. Igual que las formaciones de nubes en el cielo parecen configurar caballos, elefantes y otros animales, tú mismo, ¡oh ser!, apareces en el espacio cósmico como una infinita diversidad de objetos. Libre de ser y de no ser, el ser existe como ser y no ser y como diversos seres, uno distinto y separado de otro, o al menos así parece manifestarse al ojo del ignorante.

        Abandona la vanidad, la cólera, la lujuria y la violencia; porque las grandes almas no se dejan dominar por esos defectos ridículos. Recuerda el sufrimiento pasado una y otra vez, y con una mente bien dispuesta investiga ¿quién soy yo?, ¿cómo ha podido ocurrir todo esto?, y líbrate de ello. Lo pasado ha pasado y todos los sufrimientos y angustias que te atormentan han dejado de existir.

        Hoy eres el soberano de esa ciudad que llamamos cuerpo, e igual que uno no puede golpear el cielo con los puños, el sufrimiento no puede poner su mano sobre ti. Hoy eres el dueño de tus sentidos y de tu mente, y disfrutas de un gran deleite.

        ¡Qué maravilla, oh ser!, es como si estuvieras siempre dormido. En apariencia estás despierto con toda tu energía vital dispuesta para tomar conciencia de las experiencias que te van sucediendo, pero en realidad es esa energía la que entra en contacto con los objetos y a causa de esa toma de conciencia, asumes las experiencias como propias. Los que han ejercitado el prâna y han alcanzado la apertura de Brahmâ, el Sahasrâra Chakra que está en la coronilla, perciben todo lo que ha ocurrido en el pasado y lo que sucederá en el futuro en el cuerpo de Brahmâ, el creador.

Información de Wikipedia sobre Sahasrâra Chakra

        ¡Oh ser!, tú eres la fragancia de las flores conocida como cuerpo, el néctar de la luna conocido como cuerpo, la esencia de la hierba conocida como cuerpo, la frialdad del hielo conocida como cuerpo. Como la mantequilla está en la leche, en el cuerpo está la atadura que llamamos amistad. Reside en este cuerpo como el fuego reside en los bosques. Eres la luz de los objetos luminosos y la luz interna que facilita el conocimiento de todo objeto. Eres la fuerza del elefante conocido como mente y el calor y la luz del fuego del autoconocimiento.

        La expresión finaliza en ti, ¡oh ser!, y no vuelve a aparecer nunca más. Como las distintas joyas se hacen de oro, todos los objetos de la creación se han hecho de ti, ¡la diferencia que existe entre ellos es meramente verbal! “Ese eres tú”, o “Este soy yo”, son expresiones que tú mismo utilizas cuando te adoras o te describes a ti mismo para deleitarte. Igual que las llamas de un terrible incendio que consumen un bosque toman infinitas formas aunque sólo se trata de un solo fuego, tu ser no dual se muestra como todos los objetos que llenan el universo.

        Eres la cuerda a la que todos esos objetos están atados, el fundamento de la verdad en el que todos esos objetos reposan. Los mundos están siempre potencialmente presente en tí, y por ti se hacen manifiestos, como el aroma de la comida se manifiesta cuando se cuece. Aunque todos esos objetos parecen existir, dejan de ser algo cuando tú no estás. ¡Tú eres su realidad! Incluso este cuerpo caerá sin vida como un pedazo de madera, cuando tú no estés junto a él. La felicidad y la desgracia se disuelven cuando tú te aproximas, como la obscuridad se desvanecen en presencia de la luz. A pesar de ello, la experiencia de felicidad sólo es posible a causa de la luz de la consciencia que emana de ti.

        La alegría y la pena, la felicidad y la desgracia, te deben la existencia, ¡oh ser!, de ti han nacido y pierden su identidad cuando se ha comprendido que no son independientes de tí. Como una ilusión óptica aparece y se desvanece en un abrir y cerrar de ojos, las ilusorias experiencias de placer y de tristeza sufren la misma suerte en un instante. Aparecen a la luz de la conciencia y desaparecen cuando se percibe que no son distintas de la conciencia misma, nacen en el momento de morir y mueren en el instante en que han nacido. ¡Quién es el que percibe este misterio!

        Todas las cosas están cambiando eternamente en el tiempo: ¿cómo es posible que estas causas transitorias produzcan resultados tangibles y permanentes? Las olas parecen objetos, como las flores, pero ¿podemos hacer una guirnalda con ellas? Si pudieran surgir efectos permanentes de causa tan inestables como los versátiles fenómenos, sería posible ensartar chispas luminosas en una guirnalda de luz y adornarnos con ella. ¡Oh ser!, sientes el placer y la tristeza como si fueran reales cuando los percibes desde una persona iluminada, pero no puedo describir cómo los sientes cuando esas mismas cosas ocurren en el corazón de un ignorante que no ha despertado de la ilusión. ¡Oh ser!, no estás atado por nada, eres libre de deseo y esperanza, único y homogéneo, sin partes, vacío de todo sentimiento de ego, asumes la responsabilidad de las acciones y pareces percibir la diversidad de los objetos, tanto si son reales y verdaderos como si fueran irreales y ficticios.

        Yo te saludo ser y te celebro, porque has manifestado este universo sin límites. Te saludo, ser de la paz suprema. Te saludo, ser que eres el origen y la meta de esas criaturas y estás más allá de ellas mismas. Te saludo, ser que naces y resides en todas las criaturas. Te saludo, ser no nacido. Te saludo, ser que permaneces debajo de todo cambio y toda destrucción, inmutable, indestructible.

        Te saludo, ser que eres la existencia y la no existencia. Te saludo, ser que puedes ser alcanzado y conquistado. Te saludo, ser invencible y fuera de mi alcance.

        Estoy encantado, en un estado de perfecto equilibrio y de paz suprema. Permanezco inmóvil en el autoconocimiento. He vencido. Vivo para conquistarte. Te saludo, ¡oh ser!, y te celebro. Mientras existes como la realidad pura, ¿dónde está la esclavitud, dónde la desgracia, dónde la fortuna, dónde el nacimiento y la muerte? Permaneceré para siempre en la paz suprema.

Yoga Vâsishtha, libro V: Upashama Khanda.

Aiki - Publis del mes de Octubre de 2011.

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Si se desea ver otro artículo de este mismo texto en nuestra Web es: La Mente IIª Parte.

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