Esta es la segunda parte del artículo “La crisis en la práctica”, de nuestro Sensei Ishana Pérez. Con esta entrega completamos el escrito que realizó para nuestro boletín.
Este caso es como la regulación de la vida, es tan nuestro que no le damos la importancia que se merece, pero lo curiosos es que condiciona todo el resto.
La respiración correcta va actuar en dos niveles de nuestra naturaleza: por un lado en mantener nuestro cuerpo saludable, -y sobra explicar que sin ella no hay vida-; por el otro, sobre nuestra mente, “La respiración abdominal lenta, como un hilo, fluida, profunda y larga, ayuda a calmar el cerebro e induce la quietud”, (Tzu Kuo Shin, 1995). De ahí que en cualquier sistema de meditación o marcial ésta sea una asignatura obligatoria.
Las personas que padecen una respiración inestable van a presentar un cuadro de: rigidez corporal, crispación nerviosa, concentración intermitente o ausencia de ésta, falta de vitalidad e inestabilidad corporal, gran desesperación, poco control sobre el dolor, voluntad débil, gran propensión a la apatía y al embotamiento mental.
Todos estos síntomas son fácilmente comprobables por sí mismo, vamos a dar unos ejemplos muy sencillos: si usted se agacha bajo una mesa y retiene todo o parte del aliento, se sentirá muy incómodo para meterse bajo esa mesa, ¡pruebe a hacerlo exhalando!; cuando sienta agitación por algo, ¡pruebe a realizar respiraciones abdominales profundas y exhalaciones largas!; si está en una tarea en la cual no se concentra, ¡déjelo un momento! Y pruebe a concentrase cinco minutos en su respiración abdominal -manteniendo la columna recta-, luego, emprenda de nuevo su trabajo…
Son cosas simples, que hacemos todos los días pero que no prestamos atención para mejorar nuestra vida, y todo lo resumimos diciendo, “es que hoy tengo un mal día”.
Dentro del contexto de la práctica, si no respiramos bien, vamos a estar muy duros y no vamos a poder seguir al compañero, eso significa que no aplicamos bien la regla mnemotécnica de: “Cualquier situación se torna buena únicamente cuando uno sabe adaptarse a ella y no malgasta sus fuerzas en falsas resistencias”(Reglas Mnemotécnicas para mejorar la Práctica del Aikido, -texto de nuestro Sensei Ishana Pérez en en preparación-). ¿Cuál es la razón de no poder seguir al compañero? La falta del elemento que liga la estructura con el movimiento y con la técnica que se ejecuta, esto es, ¡la respiración!; otras veces, nuestra capacidad de observación para integrar lo que nos explican no la vamos a desarrollar con profundidad, porque cuando estamos observando no respiramos bien. No podremos generar “Ki” (energía), por lo tanto nos agotaremos fácilmente, “Cuando un alumno es capaz de percibir claramente el Ki, el siguiente paso es aprender a relajarse lo suficiente como para permitir que esta energía colabore con la mente para mover la estructura”, (Reglas Mnemotécnicas para mejorar la Práctica del Aikido, -texto de nuestro Sensei Ishana Pérez en preparación-), etc.
Este es un obstáculo como el de la enfermedad, es a la vez tangible e invisible y muy sutil. No sé si ustedes han reparado en una cosa: alguna vez se han planteado, ¿Cuál es la razón de qué las clase siempre se comienzan y finalizan con ejercicios de Kokyu (ejercicios sobre la respiración)?
El estancamiento técnico se produce por presentar cualquier problema de los que se han descrito anteriormente, a esto hay que añadir el siguiente apartado -aprender y olvidar rápidamente-.
También no ajustarse al Kihon, esto es, no desarrollarlo de forma progresiva, bien por ir arrastrando cosas, por Ej. no distinguir bien todos los desplazamiento (Ashi sabaki trabajo con los pies), y claro, cada vez que se practica uno se tropieza con esa barrera que nos frena en la ejecución; o por querer adelantarse al proceso evolutivo, quiero decir, como comenta Tamura Sensei: “Hay muchos estudiantes quieren comenzar por el final, -Ri-” sin tener una base estable, por Ej. alzan su Kamae (guardia) para hacer un trabajo más sensitivo, pero carecen de raíz y de escucha para ejecutarlo, (cuando digo escucha me refiero a la capacidad de percibir al otro a través del tacto, y no al órgano del oído).
Las cosas están inventadas, se pueden refinar; dar una nueva orientación; ampliar por nuevos conocimientos descubrimientos que den mejores resultado, pero no hay atajos posibles, solo trabajo, trabajo y más trabajo. No nos dejemos engañar por personas que nos cuentan quimeras.
El paso del tiempo tiene que ir aparejado al refinamiento técnico, porque si no, o bien falla el Sensei, el método, o el alumno, que hace lo que le viene en gana.
Muchas personas caen de la práctica por estancarse técnicamente, frase típica:
- ¡Hoy otra vez Ikkyo!
- Sí otra vez Ikkyo, porque se ve que aún no lo tienes si siquiera por la base.
También se puede producir por el autoengaño como se explicó más atrás.
Cuando llega al Dojo un estudiante que tiene mucha capacidad de asimilar y avanza muy rápido pero carece de voluntad, a mi no me gusta mucho, porque la experiencia dice que en un alto porcentaje abandonan dentro de los seis primeros meses.
Bien es verdad, que van sobrados por sus capacidades innatas, pero ese es el peligro, no ven la razón del tesón.
Por otro lado está aquel que todo es cuesta arriba, llega incluso a la torpeza, pero él sigue, sigue y sigue, no le es nada fácil, pero su determinación le lleva al logro por su constancia.
Si se integra un elemento -el que sea-, en una clase, en un seminario, en un intensivo, en un trimestre, en un semestre o anualmente y se olvida nada más terminar, ni siquiera estamos desarrollando la estrategia del cangrejo, lo que se está haciendo es comenzando de nuevo cada vez que se practica, -que es distinto al concepto de Shoshin-, es decir, el comportamiento es de un “veterano” novato.
Sin entrar en la perfección-refinamiento técnica, cada elemento del Arte hay que irlo integrando de forma básica en un espacio de tiempo concreto, las variables aquí son: la psicología del estudiante, las capacidades innatas, la asiduidad con que practique y el método que utilice. En función de esto puede tardar más o menos, pero como techo de tiempo, por Ej. Para asimilar los elementos de 6º Kyu-, sería de un año de ejercicio, bien sea con la intensión de formarse en los grados, como si se toma la práctica como un divertimento, porque, ¿cómo va a ver divertimento si no hay conocimiento?
Ya se vio más atrás la necesidad de los objetivos, para que no hagan aparición la apatía, la falta de voluntad, la desorientación, etc., la meta mantiene a la mente en atención para el logro y esto es una manera de ir fijando los distintos conceptos.
Como todo padecimiento tiene sus distintas manifestaciones en graduación, y esto va en función de la gravedad del mal. Vamos a ver una escala y unos ejemplos muy simples:
- Crisis leves.
Como dije al comienzo, este punto más que una crisis propiamente dicha es un obstáculo en el proceso de evolución, por eso lo de su catalogación de “leve”.
Esto se puede producir por: pasar el noviciado dentro de la educación y afrontar el proceso con cierto compromiso, y en base a esa exigencia comienza la dificultad; la no comprensión de determinado elemento técnico cualquiera que sea este, por Ej. el no entender el trabajo de las direcciones en el espacio; no distinguir todavía claramente los principios básicos, Ikkyo, Nikkyo, Shionage…; problemas con en el Te Sabaki, el trabajo de las manos; el contacto, etc.; esto se produce por una falta de tiempo y de trabajo, algo natural por otra parte, ya que es un novato. Otro caso es cuando el estudiante entra en un estado de cierta preocupación, por no conseguir tener la suficiente agudeza para penetrar en ese aspecto concreto, un ejemplo de ello son los rodamientos, al no tenerlos integrados para poder trabajar con cierta soltura, hay un poco de inseguridad y eso puede producir cierta desazón, etc.
Como podemos ver, aquí casi todo está relacionado con el campo del aprendizaje inicial, cosa de fácil solución en base al tiempo y al método.
- Crisis media grave.
En este estadio la cosa cambia ya bastante, el ejemplo más típico es cuando un estudiante suspende un grado de Kyu, y en especial de los tres últimos, -tercero, segundo y primer Kyu-. El alumno entra en una espiral de cierta desesperación, ya que a la vuelta de la esquina están los grados de Dan, que ya es un gran logro.
Otro caso muy común, es cuando el estudiante comienza a viajar y entra en contacto con otras formas de hacer, -pero no se ha establecido en su Kihon-, y comienza a hacer comparaciones sin conocimiento, y esto le hace dudar de su Sensei y del método con el cual se está formando.
Cuando comienza a relacionarse -en esos viajes de formación o en su región- con amistades poco recomendables, ya que más que trabajadores de Tatami, son alcahuetas de traer y llevar.
En este apartado donde todavía el estudiante esta tierno dentro de la evolución, su problema más que técnico es de aptitud y de valores.
- Crisis muy grave.
Aquí la cosa comienza a ser peliaguda, porque el alumno se puede cuestionar si sigue o deja el Aikido, un elemento determinante en esta parte es la desgracia de la mala política en el Arte, que hace que no se dé el reconocimiento adecuado al esfuerzo de las personas, esta etapa puede comenzar en cualquier momento, pero una frontera dónde casi seguro va a aparecer, es desde tercer Dan en adelante.
Otro fantasma que persigue a muchos aikidokas es su empecinamiento en ver el Aikido más como un proceso de trasformación, en un elemento de defensa personal, eso atormenta muchas mentes haciéndoles entrar en un gran conflicto consigo mismos, con sus alumnos, y con el propio Aikido, llegando a estados de embrutecimiento altos, en vez de refinamiento y profundización en el Arte.
Otra barricada espinosa es cuando el estudiante pasa un gran tiempo basando su trabajo de Aikido en la fuerza muscular -veinte años por Ej.-, y de repente se tropieza con un Aikido basado en el relax, la flexibilidad y la ductilidad, es una gran crisis que hace reflexionar muy profundamente -a los que son sensibles- sobre el tiempo, la economía y el esfuerzo invertido. Muy pocos consiguen reconducir esa situación, ya que se necesita mucha determinación y humildad para asumir ese nuevo gran reto.
- Crisis particulares.
No es lo mismo una crisis particular que una colectiva, en la particular el Dojo nos puede servir de apoyo y revulsivo, pero en las comunes la cosa es más peligrosa, ya que nos podemos ver arrastrados a situaciones que no deseamos.
Esta crisis propia se puede dar por cualquier agente de los mencionados en los obstáculos para la práctica, por esa razón hay que estar vigilantes. También hay que aceptar que las dificultades van a aparecer queramos o no, lo realmente importante es la manera en que las afrontamos.
Por ejemplo, en las distintas etapas por la cual pasa nuestra vida, -la adolescencia, la formación en la profesión que se ha elegido para vivir, la pareja, los hijos, la muerte de seres queridos, las separaciones, etc.-, son cosas que van a venir sí o sí, de eso no nos cabe duda, la cuestión está en cómo nosotros abordamos todas esas situaciones para nuestro aprendizaje y beneficio personal.
- Crisis colectivas, -el Dojo-.
Las causas de las crisis del Dojo pueden ser muy variadas, vamos a ver lo más representativo:
Falta de método.- Es la más usual, el Sensei que dirige el Dojo no sabe a dónde orientar su trabajo, bien porque no se han formado correctamente o todavía carecen de la maduración adecuada para volar solo, y eso en un determinado momento hace su explosión.
Porque el planteamiento de ir a pasárselo bien en un determinado momento caduca, ya que hay algunos estudiantes que vislumbran algo de la profundidad del Arte y quieren otra cosa más ortodoxa, ¡y claro! Ahí surge el conflicto.
Puede pasar que haya alumnos que reclamen los grados como proceso de educación, y más que eso, ven que lo que hay realmente es un negocio.
Otra posibilidad puede ser, que los estudiantes no aprecian su involución, y por un casual, salen de visita bien a otro Dojo o a un seminario donde se encuentran con personas que habían comenzado cuando ellos, ¡y cuál es su sorpresa! Éstas han adquirido muchísima más experiencia en el mismo periodo de tiempo. El contraste en un sentido positivo es muy interesante.
La monotonía, hacer las misma cosas sin refinarlas, sin ver las cosas comunes, ¡vaya! Sin analizar, estudiar e investigar sobre la forma -la técnica-, y claro, después de un tiempo, cuando ya se acaba el deslumbramiento inicial, ¿Qué es lo que realmente hay?
La falta de un proceso que conduzca la evolución es un gran impedimento para la formación, y perjudica al conjunto de la comunidad.
La mala dirección.- Cuando los Dojos tienen una mala trayectoria bien sea en la formación o en la administración, terminan entrando en una crisis y esta se manifiesta principalmente en que no hay una renovación generacional de sus estudiantes, aunque es curiosos apreciar que a pesar de todo, siempre hay algunos fanáticos soportando la estructura.
Otro aspecto de desviación es cuando se da prioridad a la violencia en vez de al “Do”, -como se comentó en crisis graves-, y por supuesto, la gente no es tonta y no están dispuestos a recibir daño de forma gratuita.
Cuando el Sensei del Dojo tiene su emancipación de su Sensei de formación.- Este es un periodo que puede ser crítico, es como cuando un Dojo absorbe a otro, lo mínimo que pude pasar es que el 50% de los estudiantes se vayan, esto es más un problema de afectividad que de mala gestión y contra los sentimientos no se puede luchar. De todos es conocidos que en el 99% de los casos se está en un Dojo por vinculo emocional, más que por elección de calidad formativa.
Toda independencia tiene su precio y es raro aquel que no page su tributo por muy buenas que sean las relaciones.
Cuando se obtiene esta libertad muchas veces va aparejada a que haya más trabajo, bien porque se tengan más Dojos filiales o que demanden otros centros de enseñanza la instrucción de ese determinado Sensei. Si no hay una estructura clara y bien definida y un Sempai con autoridad para hacer las sustituciones pertinentes, se va abocado a un conflicto grave.
Elementos discordantes.- Los elementos discordantes son los alumnos disruptivos, estos pueden llegar a confabular incluso para dar un golpe de estado en su propio Dojo.
Este tipo de actitudes no nos debe de sorprender, como se suele decir, “puede pasar hasta en las mejores familias” -el mismísimo Buda tubo un cisma en su comunidad-, ¡qué podemos esperar nosotros!, es la condición humana de los celos, los remordimientos, la lucha por el poder, etc., por eso hay que estar muy vigilantes y separar esos elementos hostiles, y no es solo una responsabilidad del Sensei del Dojo en cuestión, -muchas veces éste es el último en enterarse-, sino de toda la colectividad, hay que tener una conciencia de suricata y atacar conjuntamente a aquello que nos quiere destruir.
Si entendemos la crisis como cambio, la evolución es una crisis constante; según el Budismo esto sería Anitya, la impermanencia de las cosas, el cambio continuo. Esto no significa que lo cataloguemos en bueno o malo, sino, simplemente es el discurrir natural de la perfección, o si lo prefieren, el camino de la toma de consciencia de nuestra naturaleza real, -en base en este caso-, al Aikido.
- El comienzo.
Como todo viaje tiene un nacimiento, muchas veces no sabemos qué es lo que nos empuja a comenzarlo, otras veces sí, depende del momento de cada cual.
En este inicio, en la mayoría de las ocasiones uno no es consciente de la empresa que va a acometer y el precio que hay que pagar (no me refiero a un coste económico), esto pasa porque hay una fuerza invisible que nos empuja, otras veces nos arrastra, otras nos dejamos llevar y en otras nos da alas.
Los comienzos siempre son dulces por esa inocencia que nos envuelve y la novedad de la experiencia.
- El avance.
Aquí la cosa cambia, -es lo del primer repecho del que he hablado más atrás-, de alguna manera se ha establecido un compromiso, bien llega cuando se formaliza el aspecto de Nyumon (la ceremonia formal para establecer el lazo de la enseñanza con nuestro Sensei), o también puede pasar que uno en su intimidad mental lo haga consigo mismo. De cualquier manera, la visión lúdica que se tenía inicialmente toma una nueva perspectiva.
- Las subidas.
En este momento uno se topa de frente con lo real de la empresa acometida, y muchas veces da pavor, al contemplar todo lo que hay que hacer; la referencia para esto es la tradición, tanto la presente como la ausente, ya que siempre tendemos a identificarnos con algún Sensei que nos inspira, bien por el resultado de su trabajo, por el ejemplo de vida que ha dejado, etc., aquí cada cual busca lo más que le atrae y con lo que se identifica.
Otro aspecto de esta escalera son los grados, ya que hay que subirlos uno a uno, y lo más común es que los del comienzo -los de Kyus- uno los haga con la cabeza gacha, la mirada puesta en el objetivo y concentrado en el tajo, digamos que cuando se levanta la vista para contemplar el paisaje andado, es cuando se accede a Shodan.
En estas pendientes es donde se forja el espíritu, donde nos ponemos a prueba, dónde descubrimos y ampliamos nuestras capacidades, en definitiva, donde nos educamos como budokas.
- Llaneando.
Los llanos son los descansos entre escalón y escalón, es dónde podemos contemplarnos para motivarnos con el nivel alcanzado, -sea cuál sea este, la satisfacción puede ser igual para un sexto Kyu o un quinto Dan-, también se utilizan como test para ver nuestra asimilación del proceso, pero esta vez sin la presión del método.
Estos respiros también son buenos utilizarlos para ver cuál es la mejor de las estrategias para el siguiente peldaño, en base a la experiencia anterior.
Aquí hay que tener cuidado con la desesperación, es un mal que a pocos no toca, ya que el estudiante siente que no avanza, y claro, cómo va avanzar si se ha sentado un rato para descansar. Someter a la mente y al cuerpo a un estrés continuo no es sano, porque lo que le puede pasar al alumno es que entre en un estado de narcotismo, en su realidad él cree que avanza mucho, pero no es consciente de su estancamiento.
- Las ciénagas.
Lo que se acaba de comentar antes es una de las formas de caer en una ciénaga, éstas son muy peligrosas y en la mayoría de los casos siempre se necesitara ayuda para salir de ellas.
Estos fangales se producen mucho cuando predomina en nuestra educación la desatención, si ésta persiste mucho, cada vez nos adentramos más profundamente en esos lodos y se hace muy difícil la evolución.
Otra forma de meterse en estos pantanos son las malas amistades, que nos llevarán irremediablemente a nuestra perdición.
La obsesión por un objetivo es otra manera de caer en ellas. La actitud correcta para que no se produzca esta ofuscación es concentrarse en el trabajo planteado, sin dar demasiada importancia al resultado. De esta manera el andar es más ligero y la mente se mantiene más despierta.
Sustituir la política por la práctica es un gran barrizal, más que nada porque en el 99% de los casos no practican, se ponen el gi (la ropa de práctica) para figurar en el Tatami. Aunque en honor a la verdad, más que un barrizal es un espejismo o una ilusión, ya que, ¿quién piensa que con esa astucia va a profundizar en la Vía?
Un lodazal permanente es la no regulación de la vida, es un resbalar constante y el gasto energético es inmenso. Con la mitad de esa energía le pondríamos orden, eficacia y el rendimiento sería grande en el global de la existencia.
Estas ciénagas están a nuestro alrededor las veamos o no, muchas veces se ocultan como las arenas movedizas:
“La gran Vía no tiene nada de difícil,
Pero hay que evitar elegir.
Libérate del odio y del amor:
la Vía aparecerá entonces en toda su claridad.
Si uno se aleja de ella el grosor de un cabello,
es como un abismo profundo que separa el cielo y la tierra.
Si deseas encontrarla, no estés a favor ni en contra de nada”. (Sin Sin Ming, v. 1 y 2. Seng Ts´an -3º Patriarca Zen-).
- Los techos.
Toda construcción tiene su techo, el seguir añadiendo más plantas va en función de los cimientos que se posean, de eso va a depender la altura de la edificación.
Los techos lo representarían dentro del Arte cada grado, tanto los de Kyu como los de Dan, y cada planta es distinta la una de la otra, pero lo que sí tienen en común es el armazón que las sostiene.
Por lo tanto, se hace imperioso poner la cobertura a cada edificación, eso sería establecerse en el grado que se ha logrado. Si no hay protección, esteremos expuestos a los elementos y lo que es peor, no vamos a poder edificar en el piso siguiente, y si por un casual se nos ocurriera solo construir las paredes exteriores, estaremos edificando un cajón de ascensor y tarde o temprano nos caeremos por él.
La dificultad de cada techo radica en que el aprendiz se someta al método y la disciplina que implica cada nivel; si no lo hace, es cuando surge la crisis; si lo hace, puede seguir construyendo la edificación particular en el cuerpo, en la mente, en la técnica y en el corazón.
- Los cielos.
Los cielos serían los estados de comprensión por la profundización en el Aikido, y tras uno, hay otro superior, es como en la física cuántica lo de los universos paralelos.
No hay límite para los cielos, dicen los que han conseguido una alta ascensión, que cuanto más hondo se llega, más profundo se ve el espacio del Arte, ¡inconmensurable e infinito!
En los cielos pasa como en la técnica, si trascurre el tiempo y seguimos estancados, una de dos, o no practicamos, o estamos metidos en una ciénaga hasta las cejas, y digo hasta las cejas, porque no somos capaces de ver nada.
El ejercicio a través de la intuición nos tiene que llevar a la reflexión y la vivencia de nuestro hacer, y esto va unido al desarrollo de las capacidades internas.
El primero de estos pasos es el reconocimiento de que tenemos un problema, si no hay este reconocimiento no se puede hacer nada, ya comenté más atrás que a veces uno cree que camina y esta plantado como una estaca.
Lo siguiente es querer salir realmente de ese agujero, digo esto, porque hay personas que les gusta estar permanentemente en conflicto, bien consigo mismo o con los demás, -que al fin de cuentas eso es producto de estar mal consigo mismo-.
Las cosas que van paralelas en nuestra vida se interrelacionan; si tengo un problema personal, indudablemente va a salpicar a nuestra evolución dentro del Arte, hasta que la marea baje. Mantener el centro estable no es nada fácil, y si lo tengo en el Aikido también lo debo tener en la vida. Aunque hable de una manera dual, en realidad no existe tal diferencia, lo hago para hacerlo comprensible. Se tiene o no se tiene, simplemente.
a) La observación de los síntomas de la crisis.
La meditación en estático y el desarrollo de la energía consciente en lo dinámico, es el punto clave para cultivar la ecuanimidad, y de esta manera tener una visión cabal de sí mismo. Esto es la toma de conciencia propia.
El otro punto es la percepción exterior, ésta la puede hacer el Sensei, un Sempai, un compañero de practica intimo, e incluso alguien totalmente ajeno al Aikido, -para ver el estrés, la falta de concentración, el no tener autocontrol, etc., no hace falta que se sea practicante-.
Cuando se ve en un alumno que presenta cualquiera de los síntomas que se han enumerado en los obstáculos para la práctica de forma continuada y repetitiva, ya se está infectado con el virus de la crisis. Lo siguiente es:
b) El diagnóstico de la crisis.
Aquí hay que ver cuál es el grado de complejidad que tiene el problema, y en función de eso se estable las posibles soluciones, bien seas éstas por iniciativa propia, o se echa mano de la experiencia del Sensei y los Sempais.
- Toma de decisiones.
Reconocido el problema hay que comenzar la acción del tratamiento, y para eso hay que decidir: qué es lo que se va a hacer; cómo se va a hacer y cuánto tiempo hay que tomar la medicina.
Ni que decir tiene que el tratamiento hay que llevarlo a raja tabla, de lo contrario lo que estamos tomando es un medicamento placebo, que no nos va a funcionar, quizás actúa como un paño caliente, pero no nos resuelve el problema.
- Estrategia.
Parte fundamental del proyecto, sin ella se estarán dando palos de ciego, y lo que es peor, si no funciona un primer tratamiento y éste no está inmerso en un plan, se hace mucho más difícil reconducirlo para aplicar otras curas.
- Los apoyos.
Todo enfermo tiene unos cuidadores que velen por él, puede haber personas con una personalidad bien desarrollada que funcionan de forma independiente, pero algo de ayuda siempre viene bien y una mano amiga mucho mejor.
• La motivación propia.
Los seres con un temperamento alegre y positivo esta parte la llevan bien; el problema es para el pesimista, que hay que reforzarlo con reafirmaciones y pensamientos positivos.
• El Sensei.
Después del paciente, es la figura central de esta puesta en escena, por su responsabilidad, conocimiento y bagaje. Es quien observa, dirige, motiva, apoya, y supervisa para que todo se cumpla con buen fin.
• El Dojo.
Pieza clave como el conjunto ayudando a la individualidad, ¡hoy estoy yo, mañana puedes estar tú!
Muchas veces hace falta un Uke para un trabajo determinado, otras un coleguita de sudor para tomarse una cerveza. Todo es necesario y cada uno ayuda con lo que puede y cómo puede.
• Los compañeros.
Aquí me refiero a los más íntimos, por Ej. el Sempai del estudiante que está en la crisis, después del Sensei es quien tiene una responsabilidad más directa sobre el alumno que tiene los problemas.
Luego están los amiguetes, esos que son cómplices de muchas cosas y que en las mayorías de las ocasiones nos conocen bien.
c) El pronóstico de las posibilidades de recuperación.
El tratamiento tiene que tener un tiempo, de lo contrario viene la inercia, el desgaste y el vicio. Luego está la proyección mental del estudiante; no se puede tener a una persona bajo una disciplina de recuperación media vida; también hay que pensar que si un tratamiento no ha funcionado hay que buscar otro alternativo, una razón más para no hacerlo interminable.
Aquí la experiencia del Sensei es fundamental, él sabe cuál puede ser el tiempo adecuado para prescribir el tratamiento y la intensidad del mismo.
d) La prescripción de una receta.
Luego viene la fórmula magistral, es importante ser muy cauto en cuanto a la cantidad de los ingredientes, también ésta va en función del mal que aqueja al alumno, y por supuesto, las dosis en un sentido ascendente según el estudiante vaya recuperando su nivel de cura.
- La acción en el tiempo.
Para que cualquier receta funcione bien, tiene que ser variada, el ritmo es motivación en estos casos, y todos sabemos que el mejor médico es nuestra propia mente bien proyectada.
- Las primeras flores.
Como en la naturaleza, si en otoño se ha preparado el terreno, luego se plantó, se cuidó el crecimiento, lo natural es que el árbol comience a dar sus primeras flores, que avecinan que los frutos ya están más cerca.
Estas primeras floraciones se deben utilizar para aumentar la motivación y rematar el tratamiento para que se produzca la cura definitiva.
Cuando ésta llega y se restablece la armonía, hay que estar un tiempo vigilantes para que no haya una recaída, y constatar que la cura es completa.
Nadie está exento de una crisis, de hecho lo normal en una larga trayectoria es haber pasado muchas y de todos los tipos, y esto en contra de lo que se puede suponer -si uno sigue-, es ser más resistente y más dúctil antes las situaciones. “Las crisis son oportunidades de cambio”, ¡es una cosa que no debemos olvidar!
Tampoco el hecho de leer este artículo nos va evitar entrar en crisis, lo que he querido hacer es llamar la atención sobre algunos puntos, que quizás para algunas personas se les pasan desapercibidos.
Lo bueno de los conflictos es saber gestionarlos y haber aprendido, porque a buen seguro que van a aparecer más tarde o más temprano y nunca son iguales, ya que ha cambiado nuestra edad, nuestro bagaje y nuestra percepción de las cosas, etc.
Este hecho puede cambiar la categoría en que se han establecido con anterioridad, con el tiempo las valoraciones sufren cambios.
Espero haber sido útil, porque cuando surgen los problemas el conocimiento siempre es mejor que la ignorancia.
“El éxito y el fracaso dependen de la sabiduría y la inteligencia, que nunca pueden funcionar apropiadamente bajo la influencia de la ira”. Dalai Lama.