Nos revela la importancia que tienen para nuestra formación y la utilidad que le podemos sacar en nuestra vida cotidiana.
Muchas veces no afrontamos una actividad de esta índole por desconocimiento, esperamos que con este escrito se esclarezcan todas esas dudas y nos animemos a profundizar en nuestra búsqueda.
Vivimos tiempos donde estamos acomodados en lechos de plumas, el esfuerzo no se ve con buenos ojos, ya que a priori se siente que no se necesita o no se ve la utilidad del mismo.
También hay factores personales-mentales -los desgranaremos en los apartados que siguen-, que no se quieren ver o se intentan obviar para no enfrentarse a ellos.
En el Yoga Vâsishtha se dice: “Lo que no se puede alcanzar por la práctica del autodominio unida a la liberación de las tendencias mentales, no puede alcanzarse por ningún otro medio”.
En este artículo me referiré tanto a los intensivos de meditación como a los de Aikido, ya que la diferencia es en cuanto al planteamiento de los mismos: trabajo más dinámico, físico o técnico en el caso del Aikido; y trabajo más estático sobre la atención-concentración en los de meditación. Estas diferencias son en apariencia, ya que en la dinámica existe la quietud y en la quietud está presente en movimiento.
La motivación más básica es cuando uno está enamorado del Arte. Una vez en un seminario hablando con un estudiante a cerca del proceso de formación en el Aikido me dijo:
- Usted enamóreme, luego, puede hacer con migo lo que quiera.
Esta apertura llena de vitalidad por descubrir, por experimentar, por saber, ¡es maravillosa! Ya que hay tal potencial de energía y determinación que no se sopesa el esfuerzo que se va a realizar, y estando ya dentro de la dinámica, se lleva con más ligereza por el afán antes mencionado.
Es una de las maneras de crear una gran impronta en los estudiantes nuevos, esa huella en un futuro es una riqueza inestimable. Bien es verdad que la atmosfera que haya en el Dojo es vital para arropar ese ímpetu.
Otra forma de que surja la necesidad es teniendo una mala experiencia en la vida, quiero decir: quizás uno cree que tiene un desarrollo determinado en la disciplina y se enfrenta a una/as situación/nes donde testa que esa supuesta realidad era una quimera y que las circunstancias son otras. Indudablemente aquí está presente el coraje por superarse, porque de lo contrario, lo que se hace es echar tierra sobre ese socavón personal rehuyendo el afrontarlo.
Luego está la necesidad de perfección técnica, aquí ya hay un establecimiento claro dentro del proceso formativo del Arte, bien sea en los grados básicos -Kyus-, como en los avanzados -Dan-.
En este caso el estudiante es consciente de que es vital adentrase más en su formación a través del esfuerzo prolongado, porque lo necesita para llegar a un determinado estadio.
Otro detalle de renombre es que las personas que hacen esto, son muy conscientes de su proceso educativo en la disciplina, ¡cosa a valorar mucho! Ya que hay mucha, pero muchas personas que están pero es como si no estuvieran.
¿Y qué pasa con los que no ven la necesidad?
Bueno en este caso, puede ser producto de varios factores:
- Que la vida no esté regulada para tener una experiencia de estas características en un fin de semana al año, (que son los intensivos más básicos).
- Que se sea un recién llegado al Dojo y todavía no se ha integrado en el mismo, por lo tanto este aspecto es totalmente desconocido.
- Que se practique Aikido por simple moda.
- Que se esté tan embotado mentalmente que no haya luz suficiente para ver esta necesidad.
- Que la disciplina sea un mero entretenimiento, y no se aspire a más.
Antes hablé del ímpetu, pues bien, tiene que acompañar a la determinación. Muchas veces la economía -que es dónde nos duele- es un buen acicate para fijar la determinación y dar continuidad a esa energía del impulso, quiero de decir:
Llega la intensión de realizar el intensivo de meditación, tengo la predisposición de abonar su costo, pero al día siguiente la mente comienza:
- ¡Uf! Dos días meditando.
- Seguro que me van a doler las piernas.
- ¿Y qué voy hacer yo allí?
Y para colmo, te llama tu amiga Laura y te dice que si te vienes de juerga con ella.
Sigue tu mente especulando.
- Yo me lo paso bien con Laura.
- Y su gente me encanta…
Al final tu conclusión es:
- Bueno, creo que no voy a abonar el intensivo de meditación.
Pero en cambio, si cuando llega el impulso le damos continuidad con la acción de pagar y de escribir la fecha del intensivo en nuestra agenda. De esta manera le estamos diciendo a nuestra mente, ¡has adquirido un compromiso! Esto es una forma de poner coto a sus devaneos y quimeras, canalizamos el ímpetu y la determinación para nuestro beneficio y es una forma de ir adquiriendo control mental en nuestra vida.
Esto es un ejemplo de utilizar bien nuestro potencial y las circunstancias, indudablemente cada cual tiene su propia receta para asuntos de esta índole, lo importante -si se ha visto la necesidad- es no ahogar la iniciativa.
Un punto crucial en la determinación es que si comenzamos el intensivo hay que concluirlo, no es bueno que exista en la mente el recuerdo del abandono, porque en ese caso no hay superación.
Si no hay espíritu de superación, ¿cuál es el sentido de la práctica? Se está invirtiendo, energía, tiempo y dinero el algo que no nos va aportar nada, entonces, ¿qué es lo que estamos haciendo aquí?
Dejarse arrastrar por la apatía y la rutina es un suicidio existencial, si no hay horizontes para el logro, ¿a dónde vamos? Realmente estamos tan vacíos o no nos hemos parado a reflexionar sobre nuestros intereses y deambulamos de casa al Dojo y viceversa.
La superación física y mental en los intensivos -si se acepta hacerlos- es evidente, más que nada porque con el planteamiento previsto no hay sitio por donde huir, me refiero que la estructura está pensada para que solo haya tiempo para el trabajo y el descanso, no hay espacios muertos. El descanso es tan vital que tu mente no se ocupa de otra cosa ya que acto seguido vuelve la faena.
No hay mayor recompensa que la conquista -por pequeña que esta sea- de una parte de nosotros, ¡yo pude! ¡Yo lo conseguí! Son afirmaciones que se graban en lo más profundo de nuestra mente, y saben ustedes cuando vuelven a la superficie. Cuando en nuestra vida cotidiana nos surge un problema, una desgracia o un infortunio, en esos momentos aflora esa energía dormida que conteníamos y que fue forjada en los intensivos. Es en esos momentos -que nos ocurren a todos- cuando el Dojo con todo lo que conlleva se convierte en herramienta útil y practica para la existencia.
Hace poco hablando con un estudiante que le habían descubierto un problema de salud me comentaba:
- Yo pensaba que tenía mi mente más fuerte.
Al parecer, su problema fue un test para evaluar su estado actual y potenciar su solución.
La camaradería del Dojo es primordial para la superación tanto como grupo como individualmente y más aún en estos periodos intensos, siempre hay alguien que puede flaquear y ahí están los demás para colaborar y ayudar a la superación propia.
La perfección es producto de la superación, se retroalimentan la una a la otra, o dicho de otra manera, si existe una está presente la otra.
La perfección hay que hacerla extensible a: la Waza (la técnica), bien sea con el cuerpo o con las armas; el trabajo físico, hay que mantener el vehículo en un estado optimo para su funcionamiento; la higiene mental, la calidad de nuestros pensamientos va a condicionar nuestros actos; la atención, es lo que nos va a permitir la evolución; la concentración, es la fuerza de penetración en lo que se realiza; el cultivo del corazón, sin la calidad de la comprensión seremos hábiles por fuera pero huecos por dentro. Muchas veces es preferible menos habilidad y más humanidad.
Otra faceta de este aspecto es que nos permite no anclarnos, o lo que dije más arriba, los horizontes de superación siempre son nuevos. Eso da frescura a la práctica y a la evolución, punto muy importante para que no aparezca la rutina, ¡enemigo terrible!
Tan malo es no llegar como excederse, los dos no son buenos.
Si no llegas la mente se vuelve débil, si te pasas demasiado puedes causarte daño, entonces, ¿dónde está la superación?
El sentido del límite es por partida doble: el estudiante y el formador.
El estudiante tiene que calibrar entre su espíritu de superación y la falta de él.
El formador no debe llevar a sus alumnos a la extenuación, porque en ese caso no hay rendimiento.
Ya sé que el equilibrio no es fácil, pero ese es el reto por parte del que dirige, saber administrar los tiempos y los ritmos. Si existe una buena armonía entre esos dos puntos el resultado será magistral.
Dentro de la estructura técnica del Hatha – Yoga hay un principio que puede ilustrar bien este sentido del límite.
Cuando has entrado en un asana -postura-, te has acomodado en la misma y comienzas a trabajar en ella en base a la atención, se recomienda no deshacerla hasta la tercera vez que aparezca en la mente la intensión de cambiar a otra asana.
Que quiere decir eso, cuando se comienza con el control sobre la mente, esta se encabrita como un caballo salvaje. Cuando dice que quiere deshacer la postura, nosotros le contestamos por medio de la respiración, el relax y la concentración para darnos una oportunidad más, nos volvemos a acomodar y establecemos un nuevo dominio sobre la figura, no abandonamos a la primera de cambio.
Cuando aparece por segunda vez la tendencia de soltar la postura, realizamos el mismo proceso, pero la diferencia es que ya no estamos en el primer estadio, sino en el segundo, es decir, ya hay un logro superior, -que no quiere decir que te dobles más, sino que en tu postura haya más dominio, más comodidad, más calidad-.
En la tercera, tenemos dos opciones: a) deshacemos y pasamos a la siguiente de la serie que se esté realizando, o b) realizamos el mismo proceso que se hizo en la segunda.
Si aplicamos el mismo principio a los intensivos, es una manera de ir conociendo nuestro cuerpo y nuestra mente tanto en la meditación como en el Aikido; de ir administrando nuestra energía; de aumentar nuestro autocontrol, etc.
En líneas generales hay mucho desorden vital, como expresa un estudiante mío cuando llega al Dojo y le pregunto:
- ¿Qué tal está?
- Bueno, hoy las cosas no giran en torno a mí, ¡Hoy, yo giro en torno a las cosas!
Siempre se piensa en la cinética para el control del movimiento, o en la técnica para el control del otro, pero lo que se olvida es que si eso se produce solo es debido a la serenidad mental.
¿Pero cómo se consigue?
Normalmente se quiere ser hábil con la técnica pero no con nosotros mismos, eso significa algo que todos sabemos pero que no hacemos, ese es el problema.
¿Qué es?
- Tener una vida regulada, esto es tener espacios para atender todas nuestras necesidades y responsabilidades. Lo cual significa el control del tiempo.
- Cultivar nuestro cuerpo, tanto con el ejercicio como con la alimentación.
- Cultivo de lo interior, la vida tiene dos dimensiones: externa e interna, el problema se plantea porque hay un desequilibrio hacia uno de los lados.
- Tener los menos apegos y deseos posibles, hay que pasar por esta existencia con lo necesario para cubrir nuestra necesidades, todo lo demás sobra y es un lastre que no nos deja volar al infinito.
Teniendo esta base es cuando el intensivo hace su efecto, bien es verdad que dependiendo de la psicología de la persona hay dos formas de abordar el trabajo:
Hay seres que son capaces de tener la base antes mencionada por sí mismos.
En cambio, hay otros que necesitan el grupo como motivación para avanzar.
Sea cual fuere la condición de cada cual, si queremos que la disciplina haga su trabajo en nosotros, tenemos que lograr aumentar nuestro autocontrol con el esfuerzo.
La pregunta clave es: ¿por qué se rehúye el esfuerzo?
Bueno hay muchos factores psicológicos, por ejemplo:
Por miedo.- Este pasa por tenerlo hacia sí, quiero decir, ya nos importa muchísimo que nos vean fracasar los demás, si ya nos vemos a sí mismo en la misma circunstancia eso nos da terror. Indudablemente esto tiene su consecuencia por nuestras inseguridades.
Por inseguridad.- Si no hay unas dosis de arrojo y de coraje siempre andamos en un mar de dudas. El errar es una nueva oportunidad de perfeccionar, esa es la visión para la superación.
En Aikido hay mucha gente que tiene confuso el sentido de los Ukemis -los rodamientos-. Que por cierto, cuando se comienza su práctica suele haber mucha inseguridad hasta que se adquiere el dominio de la técnica, después es muy lúdico y práctico, pero no quiero ir ahora por ahí.
El Ukemi es un nuevo comienzo, una oportunidad única, aunque ya nos hayan derribado cien veces. Es un inicio que nada tiene que ver con lo acontecido hace cinco segundos. Muchas de nuestras inseguridades son fruto de no darnos una nueva oportunidad o la primera opción de experimentar.
Por desconocimiento propio.- En el mayor de los casos somos unos perfectos desconocidos para nosotros mismos, no sabemos ni nuestras capacidades ni nuestros límites. Los intensivos nos permiten descubrir las dos cosas, también gestionarlas para nuestro provecho, ya que en determinados momentos de nuestro existir vamos a tener que enfrentarnos a situaciones dolorosas y estados dulces de la vida. Y digo yo, ¿no es una posición inteligente el saber gestionar nuestras capacidades de ante mano?
Por comodidad.- Vivimos en este primer mundo en entornos de bienestar, no digo que eso sea malo, lo que sí pienso es la mala utilización que se hace de ese bienestar.
Nuestra estructura física está concebida por la evolución para el trabajo, pero la dejamos anquilosar por esa comodidad que nos lleva a una falta de voluntad para ejercitarnos; a mi juicio ese es el problema.
Por desaprovechar la posibilidad de poder realizar la actividad.- No todos los Dojos incluyen en sus programas anuales este tipo de actividades, da igual las razones que le lleven a ello, que a buen seguro son totalmente legitimas. Pero lo que si hay que tener presente es saber dar el valor justo al tener la posibilidad de poderlas realizar.
El que exista esa opción es un verdadero lujo, ya que no es nada fácil para los organizadores al igual que el que las dirige realizarlas, es bueno valorar lo que se tiene al alcance de la mano.
Por valorar poco lo que se tiene.- Siempre nos estamos quejando, pero cuántas veces te paras a reflexionar sobre lo afortunado que eres, ¡pocas seguro! Eso también es una falta de autocontrol mental.
Tenemos que ser conscientes de valorar a los compañeros como medio para mi perfección; el Dojo -en este caso como elemento físico, la instalación-, que me permite tener un sitio dónde ejercitarme. Muchas veces los recién llegados, no son consciente de todo el trabajo que ha habido durante años por parte de la comunidad, bien sea la que esta o ha estado para que ellos encuentren las cosas en el estado actual; el Sensei, disponer de alguien que nos guíe para nuestro bienestar; y por último, el Arte como medio de trasformación.
Sin esfuerzo no se puede lograr nada, esas cosas que nos hacen creer determinados programas televisivos es una patraña, las cosas que se crean artificialmente tienen poco recorrido en la vida, pueden hacer mucho ruido, pero eso es para atraer nuestra atención fugazmente.
- Pues por ejemplo para eso, para conducir mejor e ir más seguro.
Según las estadísticas, el mayor número de siniestros se producen por una falta de atención al volante.
En otros campos de la vida es muy útil para agradar a los demás: aniversarios, cumpleaños, citas, puntualidad...
Las capacidades desarrolladas con las disciplinas son para el día a día, aparte de ser el mejor campo de prueba, es su praxis, su utilidad. Es entonces cuando se nos convierten en rentables, de lo contrario, es mejor hacer otra cosa.
A más atención mayor rendimiento en cualquier área de la vida, y no es lo mismo la atención sostenida en el movimiento que en la quietud. En lo dinámico la tendencia es a que nos dispersemos y en lo estático a dormitar, hay que tener adiestramiento en los dos campos para tener una educación integral. El objetivo con ella es prolongarla manteniendo la mente fresca, sin embotamiento para que persista la lucidez, y de ahí su rentabilidad.
Cuando se es capaz de sostenerla por largo tiempo se produce la concentración.
La concentración es la capacidad de ahondar en las cosas, de mantenernos estables, de ser productivos y positivos. De hecho la atención y la concentración son inseparables, se complementan y se potencian mutuamente.
La gente dice:
- ¡Concéntrate! ¿Estás despistado?
Pero mi pregunta es: ¿lo saben hacer? O es una mera forma de hablar.
Con la concentración pasa como con la respiración, se presupone que la gente lo sabe, pero la realidad -al menos en los entornos donde yo me muevo- es bien distinta.
Sin entrar en las distintas maneras para concentrarse, las personas normalmente no saben, no dispone y no utiliza la concentración propiamente dicha. La prueba es que no son capaces de fijar su mente un minuto en algo, cuando digo un minuto es simplemente contar: 1, 2, 3, 4, 5 respiraciones sin apartar la atención de la misma.¡Haga la prueba!
La concentración es como cuando ejercitamos un músculo -salvando un poco las diferencias-, es cuestión de repeticiones e ir desarrollando la capacidad, eso es en un comienzo, después, la mente actúa por sí sola. Por ejemplo: cuando se realiza Zazen, para comenzar se hacen tres respiraciones profundas y completas, esto es muy útil para los que comienzan. Para las personas que ya tienen una dilatada experiencia con una sola respiración se colocan en un estado profundo de atención-concentración.
El combustible para mantener encendida la atención-concentración es una buena postura y una correcta la respiración.
Es tan difícil tener una buena respiración estando quieto como en pleno movimiento, bien es verdad que son campos de trabajo distintos, por lo tanto el ejercicio encaminado a tener el dominio dentro de esas dos áreas se hace imprescindible.
Hay muchas formas de utilizar la respiración, se debe practicar las que se necesiten con el objetivo de ser eficaces a la hora de tener rentabilidad en las distintas disciplinas.
Muchas veces -por ejemplo- dentro de la dinámica del que recibe la acción en Aikido (uke), se queda sin aliento por no entrar en ritmo con la respiración dentro del contexto de la técnica.
El aliento es el hilo invisible que conecta el cuerpo con la energía y la mente, desconocerlo significa estar perdiendo el tiempo y tirando por la borda mucho esfuerzo. Sin una pericia mínima con el hálito no se podrá obtener las metas fijadas de ante mano, tanto en el trabajo con el cuerpo como con la Waza (técnica).
Respirar significa vivir, y si se hace bien, tendremos una buena calidad de vida en todos los aspectos.
Los intensivos se pueden orientar de estas dos formas:
Práctica.- Cuando lo enfocamos de esta manera desarrollamos nuestra observación; pensemos que muchas veces estaremos cansados, pero aún así, hay que estar vigilantes tanto en el trabajo con el compañero, como con las explicaciones, con el fin de poder absorber lo más posible.
Aumentar nuestro nivel de calco, es decir, copiar lo más fielmente al modelo que se nos dice y se nos muestra.
Impregnarse todo lo que se pueda de la tarea emprendida, eso es profundizar en la imitación.
Ser fieles al patrón que nos dan y no adulterarlo, eso es repetir.
Esto nos lleva a una perfección de nuestro hacer en un periodo de tiempo intenso y concreto. Ni que decir tiene, que esto nos catapulta a un estadio superior de nuestra formación.
Estudio.- Cuando se aplica en este sentido se hace para analizar nuestro trabajo hasta el momento, eso quiere decir:
Ver cómo va nuestra planificación y testar dónde hay fisuras.
Aumentar nuestra motivación con el objetivo de conquistar el logro planteado.
Ser conscientes de nuestra capacidad actual de concentración, en este caso el intensivo es un gran campo de pruebas.
También cómo nos desenvolvemos en la ejecución de las distintas tareas; si realmente hemos sido permeables al Arte o por el contrario todavía no hemos roto nuestra capa de impermeabilidad.
Y por último, autoevaluarnos:
¿Cuál es nuestro aguante?
¿Qué grado de adaptabilidad tenemos con la presión?
¿Cómo reaccionamos ante esta?
El descubrimiento de capacidades desconocidas.
La toma de consciencia de potenciar las que ya se tienen.
En definitiva, cada cual puede tener su encuesta particular al igual que la superación de sus propias metas, lo importante es ser eficientes y rentables en el trabajo.
Cuál es la diferencia entre los intensivos y las demás actividades de formación
Es una pregunta que me suelen hacer mucho, y mi respuesta es siempre la misma:
- Mira el horario de una y otra actividad y saca tus propias conclusiones.
En una clase normal, el tiempo de trabajo es de una hora de duración. Aquí es importante matizar que eso es lo establecido por la generalidad, pero en mi opinión eso no es un buen planteamiento para una buena formación, pienso que el tiempo ideal sería de una y treinta minutos.
¿Por qué?
En este tipo se sesiones (de Aikido) al acondicionamiento no se le puede dedicar más de diez minutos, eso podría estar bien llegado el caso, pero donde hay problemas es en el trabajo específico: rodamientos (ukemis), desplazamientos, ejercicios de sensibilidad, y por supuesto, el trabajo técnico. No se puede hacer más de tres técnicas, por mucho que se intente cuadrar el tiempo.
En la sesiones de meditación da para una sentada de media hora y diez minutos caminando, y poco más. Teniendo en cuenta los preparativos iniciales y finales en los dos casos.
Alargando más el tiempo hay una holgura que nos permitiría un planteamiento más coherente para una buena evolución.
Los seminarios de fin de semana.- En ellos no se hacen más de tres horas diarias, -al menos eso es lo que casi todos hacemos-. Eso quiere decir que en dos días las horas de trabajo son seis, en los que se incorpora la meditación ocho, una hora más por día.
En ellos hay mucho tiempo libre no dedicado a la enseñanza, máxime cuando se hacen de mañana y tarde, -con lo cual yo tampoco estoy muy de acuerdo-, ya que hay que pensar en la vida particular de las personas, y con ese horario a mi entender la rompe mucho, ¡y luego vienen los problemas!
Otra forma de rentabilizar ese tiempo libre es generando actividades que den cohesión al grupo y enriquecimiento al Arte, como por ejemplo: comidas, fiestas, charlas, mesas redondas, intercambios, etc.
Este planteamiento como inicio, continuidad o conclusión de una planificación está bien, nos puede ser rentable y asegurar una buena canalización del plan hecho con anterioridad. Pero no se puede tener mayores expectativas en cuanto a afrontar un ahondar en la disciplina.
Los intensivos.- En ellos siempre hay una escrupulosa planificación de todas las horas del día, por lo tanto no hay tiempo libre para perder. Esto es un aspecto muy importante, ya que de lo que se trata es del aprovechamiento al máximo de las disciplinas y del tiempo. No es una cuestión de ocupar el tatami de una forma no rentable, hay que estar para evolucionar, para avanzar. Por el mero hecho de estar no se va a manifestar la evolución, esta devine por el trabajo y el esfuerzo continuado.
En mis intensivos las horas de trabajo diarias son diez, donde se trabajan dos disciplinas como mínimo cuando son de meditación. Cuando se trata de Aikido las disciplinas que se imparten son seis. Todo este arsenal está destinado a producir en el alumno un salto cualitativo y cuantitativo, a través de la disciplina y encauzando el esfuerzo en un periodo de tiempo concreto.
También en nuestro Dojo hay diferencia en cuanto al tiempo de realización de un intensivo: los más básicos son de dos días; los de media duración son de una semana; y los más largos de quince días.
Los estudiantes que se aventuran a realizar un intensivo al año, su persona, su técnica y su mente se ven profundamente cambiada, ya que en el encuentro consigo mismo y el descubrimiento de sus capacidades les da un nuevo renacer.